viernes, 31 de diciembre de 2010

El efecto Wikileaks y la diplomacia espiada

No podemos dejar marchar el año 2010 sin haber mencionado un hecho que marcó fuertemente la diplomacia estadounidense, en la cual, ésta conoció de lleno a su peor enemigo público, Julian Assange o más claramente, el fundador de Wikileaks. A pesar de que muchos ya lo sabrán, Wikileaks (que traduciéndolo significaría "filtraciones rápidas") es un portal abierto que ha tenido acceso a nada menos que 250.000 mensajes con distintos niveles de confidencialidad diplomática y que contenían comunicaciones del Departamento de Estado estadounidense con sus embajadas repartidas alrededor del mundo. Estos mensajes cubrían desde el año 1966 hasta 2010 y provenían de todas las latitudes.

Con la publicación de los principales secretos diplomáticos estadounidenses, Assange ha sido considerado para unos como "el más peligroso terrorista de la era digital" mientras que para otros se le reconoce como "un defensor de la libertad de expresión". Lo cierto es que sin duda alguna ha sido un actor absolutamente relevante durante el 2010. En esta columna revisaremos algunos efectos que ha tenido el fenómeno Wikileaks desde sus primeras publicaciones y cómo podría seguir afectando la imagen de Estados Unidos o la diplomacia alrededor del mundo.

A pesar de que las primeras publicaciones de documentos confidenciales por parte de Wikileaks datan del 2006, no tuvo la fuerza suficiente como para imponerse a la opinión pública internacional. Ese año surgieron revelaciones como -por ejemplo- la "decisión secreta", supuestamente adoptada por el líder rebelde somalí Sheikh Hassan Dahir Aweys para mandar a asesinar a funcionarios del gobierno, las ejecuciones extrajudiciales en Kenia, el vertido de residuos tóxicos en Africa, los manuales de la Iglesia de la Cienciología, los protocolos de detención de Guantánamo, las direcciones de miembros del Partido Nacional Británico, entre otras.

Sin embargo, su real peso apareció este año cuando reveló tres importantes hechos relacionados con las guerras de Irak y Afganistán. Desde ahí, la imagen de Assange -y su creación Wikileaks- comienza a cristalizarse para la diplomacia estadounidense. La primera de estas tres revelaciones surgió en abril cuando Wikileaks hizo público un video con el que desmintió la versión oficial de la muerte de 11 iraquíes el 12 de julio de 2007, entre ellos la del fotógrafo de la agencia Reuters Noor-Eldeen y su conductor, durante una acción aérea de las fuerzas de Estados Unidos. Hasta entonces, el Ejército norteamericano aseguraba que habían respondido a un ataque de "una fuerza hostil". Pero el video revelado por Wikileaks mostró algo totalmente diferente. "Cinco o seis llevan armas", se escucha en la grabación, que alude a los funcionarios de Reuters. Sus supuestas armas eran sus cámaras y accesorios de las mismas. "Avísame cuando los tengas (a tiro) y dispara", ordenan al soldado que se encuentra en el helicóptero. Al día siguiente, el Ejército de Estados Unidos dijo que los periodistas habían fallecido durante un enfrentamiento de sus helicópteros con tropas insurgentes. Fue el primer golpe del año, pero no el último.

La segunda publicación fuerte de Wikileaks golpeó el 25 de julio. En ésta -que fue considerada como "la mayor filtración de documentación secreta de la historia"- se revelaron más de 90.000 documentos sobre la guerra de Afganistán, entre los años 2004 y 2009. Estos documentos dibujaban un panorama bélico mucho más oscuro de lo que se creía y daba cuenta de cosas como la ayuda de la Inteligencia paquistaní a los talibanes o la existencia de "escuadrones de la muerte" en el seno del Ejército estadounidense encargados de ejecutar cabecillas insurgentes. Se revelaron también datos inéditos, como que los talibanes ya usaban misiles tierra-aire, el mismo tipo de armamento que terminó por inclinar la balanza durante la guerra de los 80 contra la Unión Soviética.

Wikileaks golpeó con otra bomba el 22 de octubre. Esta vez se trató de 391.832 documentos secretos sobre la guerra de Irak, que abarcaban el período comprendido entre el 1 de enero de 2004 al 31 de diciembre de 2009. Las filtraciones revelaron por primera vez una cifra oficial de víctimas: 109 mil muertos, un 63% de ellos, civiles. Un balance oficial publicado a fines de julio señalaba 77.000 iraquíes muertos entre 2004 y 2008. Los documentos también dejaron al descubierto la ayuda que prestaba Irán a las milicias iraquíes y el uso sistemático de torturas. Según la cadena qatarí Al Jazeera, que reveló los archivos, las autoridades estadounidenses dejaron sin investigar cientos de informes que denunciaban abusos, torturas, violaciones e incluso asesinatos perpetrados sistemáticamente por la Policía y el Ejército iraquí.

Principalmente con estas tres publicaciones, la imagen de Estados Unidos se vio fuertemente afectada para la opinión pública internacional. Pero también podríamos considerar una cuarta publicación, como por ejemplo la revelación donde la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton instruyó a sus diplomáticos que espiaran a los representantes de otros países acreditados ante Naciones Unidas. El "cable" que solicita a los diplomáticos estadounidenses que recaben informaciones confidenciales, está firmado por la secretaria de Estado Clinton en julio de 2009.

Sin embargo, en los círculos diplomáticos que habrían sido objeto de espionaje, no había tanta sorpresa -o al menos una enérgica expresión de rechazo-. Pese a lo condenable, se consideró casi como algo "normal". Carne Ross -un diplomático británico retirado- al ser consultado por el cable donde Clinton instruía a espiar a los países acreditados en la ONU, declaró a la prensa: “El hecho que Estados Unidos espía en la ONU no puede ser una sorpresa. Muchos países lo hacen, incluido el nuestro”.

Esto sería así, ya que -digámoslo claramente- la diplomacia es en parte, una misión de observación.

En este sentido, la Convención de Viena sobre las Relaciones Diplomáticas de 1961, es muy claro al establecer las funciones específicas del quehacer diplomático que serían básicamente.

a. Una función de representación.
b. Una función de negociación.
c. Y finalmente, la función de “observación”.

Esta última función implica, según el espíritu del tratado, recolectar información útil a la acción exterior del Estado de origen, específicamente sobre la situación interior de la entidad extranjera donde dicho cuerpo diplomático tiene su sede. Por regla general esta observación implica la adquisición de información relativa a todos los ámbitos propios a esta interacción, es decir lo económico, lo político, lo social, lo cultural y lo militar.

Cuando por ejemplo en la diplomacia se atraviesa un período de tensiones, se acostumbra a "llamar a consultas al embajador". Lo que se está haciendo con esto, es llamar a informar a un representante del Estado acreditante que posee una serie de información que otros no poseen y esto sería así, porque la misión diplomática cumple la función de observación donde -valga la redundancia- se "observa" el comportamiento de una serie de actores del sistema político, entre ellos, de los partidos políticos, de los grupos de interés y presión, de la moral nacional del país en observación, etc.

En conclusión, no puede sorprendernos el hecho de que en la diplomacia se espíe. Lo que debería sorprendernos es que en un mundo como el actual, los mensajes diplomáticos puedan ser vulnerados y publicados de esta forma gracias a la masificación de nuevos medios de información.

Estrictamente en materia diplomática, Estados Unidos no está haciendo algo nuevo, sin embargo, la publicación de los cables de Wikileaks -especialmente los tres más importantes que comentábamos anteriormente- han puesto en mayor duda la legitimidad del uso de la fuerza en las campañas de Irak y Afganistán. Fueron los primeros cables, pero probablemente no serán los últimos y así, el fenómeno Wikileaks durante el año entrante seguirá siendo un tema de convergencia mundial; quizás no en la diplomacia propiamente tal, pero sí en temas como las violaciones a derechos humanos en los principales frentes de batalla en Medio Oriente.

Aún queda una enorme cantidad de cables por divulgar, por lo que no debería extrañarnos que en los próximos meses siga siendo un tema fuerte en los principales medios de comunicación.

Con todo este embrollo, seguramente Washington debe añorar los viejos tiempos de las valijas diplomáticas.


jueves, 23 de diciembre de 2010

La crisis política en Costa de Marfil: ¿Una Ruanda 2.0?

La situación política en Costa de Marfil es extremadamente compleja luego de la realización de los comicios presidenciales del pasado mes de noviembre. En éstos, observadores independientes -así como enviados de Naciones Unidas- reconocieron como ganador al candidato opositor Alassane Ouattara. El Presidente Laurent Gbagbo -que hasta la fecha ocupa la primera magistratura- se niega a reconocer los resultados de las elecciones acusando a través de un portavoz que Naciones Unidas "no ha permanecido neutral en las disputadas elecciones presidenciales". Con esto, se cristaliza un complejo panorama en momentos donde la ONUCI -la misión que Naciones Unidas tiene desplegada en Costa de Marfil para tratar de controlar la situación de seguridad en este país africano- vencerá el próximo 31 de diciembre.

Lo cierto, es que quiérase o no, Gbagbo aún ostenta de facto la presidencia del país negándose a dejar el poder que debiese haber entregado hace cinco años, ya que en rigor, su mandato terminaba el año 2005, pero que por motivos internos las elecciones se postergaron seis veces seguidas, haciendo que hasta la fecha se mantenga como el mandatario de ese país. En esta columna nos interesará revisar brevemente la crisis política que azotó y mantiene dividido a este país desde el año 2002-2003 para luego pasar revista a las elecciones actuales y sus consecuencias en el frente interno e internacional.

El levantamiento en Costa de Marfil empezó el 19 de septiembre de 2002 con un amotinamiento de tropas que protestaban por su desmovilización. Las protestas pronto pasaron a ser una rebelión a gran escala, dando voz a la insatisfacción de los musulmanes del Norte del país, quienes se consideran discriminados por el gobierno de Gbagbo.

Al líder de la oposición, Alassane Outtara -un musulmán del norte- se le prohibió postularse a las elecciones presidenciales del 2000 por una nueva ley que indicaba que todos los candidatos debían haber nacido en Costa de Marfil, de padres marfileños. Se dijo que Outtara era de Burkina Faso, pese a que previamente se había desempeñado como primer ministro de Costa de Marfil; también había representado a Burkina Faso ante el Banco Mundial. Para muchos musulmanes esto simbolizó su marginación, pues muchos de ellos tienen lazos familiares con Burkina Faso y Malí.

Una nueva ley que buscaba que aquellos nacidos en Costa de Marfil de padres extranjeros pudieran convertirse fácilmente en ciudadanos marfileños, fue bloqueada en el Parlamento por los aliados de Gbagbo.

La guerra civil en este país alcanzó su término el año 2003 con la firma de un acuerdo de paz impulsado por Francia -país que es relevante en este conflicto ya que fue el poder colonial antes de su independencia- y que comprometía a las partes a diseñar un gobierno de unidad. Esto, en la práctica nunca se implementó por completo, ya que los opositores a Gbagbo acusaban que se les prometieron los ministerios del Interior y Defensa y que sin embargo, en el texto del acuerdo ésto nunca apareció.

En marzo de 2004 el Partido Democrático -uno de los más importantes de Costa de Marfil- se retiró del acuerdo acusando al Presidente Gbagbo de "desestabilizar el proceso de paz".

Luego de que una manifestación de la oposición fuera reprimida por el gobierno -con un alto número de muertos- los ex rebeldes, ahora con el nombre de Nuevas Fuerzas junto con el principal partido de la oposición, la Concentración de Republicanos, se retiraron del gobierno.

Además un informe de la ONU dijo que las fuerzas de seguridad leales a Gbagbo habían elaborado una lista de simpatizantes de la oposición para ser asesinados.

De esta forma, se ha gestado en términos generales una crisis política y social altamente polarizada y que ha tomado rasgos violentos -siguiendo la tendencia de la mayoría de los países africanos- que impiden una pronta solución a la crisis.

Un hecho que sin duda marcaría un precedente importante para calmar la situación interna, sería la realización de elecciones. Para Gbagbo sería una forma de legitimar su poder, ya que como señalábamos su período presidencial terminaba en 2005; mientas que para sus opositores, sería una forma de derrotarlo democráticamente en las urnas y así poder terminar con la discriminación de la que ellos dicen ser objeto. Para ser claros, las elecciones no tuvieron el efecto que se esperaba, sino que ha agitado aún más la situación entre oficialismo y oposición. Gbagbo ha desconocido los resultados de las elecciones acusando imparcialidad por parte de Naciones Unidas.

Observadores independientes y otros de Naciones Unidas han reconocido como ganador de los comicios a Alassane Ouattara y desde que se conocieron los resultados, la misión de la ONUCI ha usado el Hotel Golf como sede presidencial provisoria para el mandatario electo. Los militares de Costa de Marfil -que son fieles a Gbagbo- sitiaron hace unas semanas al presidente electo en las inmediaciones del hotel y se enfrentaron con "cascos azules" generando un intercambio de disparos.

Gbagbo ha exigido el retiro inmediato de Naciones Unidas, mientras que el organismo multilateral sostiene que cumplirá a cabalidad con su mandato, aunque éste terminará el próximo 31 de diciembre. Habría que ver si se decide postergar la misión de la ONUCI; aunque hasta ahora sería complejo predecir esto, ya que algunos argumentaban que Naciones Unidas prepara un retiro parcial de sus efectivos luego de que los enfrentamientos con fuerzas de seguridad, dejaran un saldo de diez víctimas fatales.

Francia, que tuvo un rol como país colonizador en Costa de Marfil, mantiene a 900 efectivos para apoyar las labores de la ONUCI. Su Ministra de Asuntos Exteriores, Michèle Alliot-Marie al ser consultada sobre si Francia pudiese intervenir militarmente para frenar la violencia sostuvo que "esa sería una tarea para la comunidad internacional" sin descartar que en caso que la situación se agrave en Costa de Marfil, "podrían asistir a la evacuación de los 15.000 franceses" que residen ahí. Alemania hizo un llamado similar y además redujo al mínimo su personal de la embajada en Abiyán, la principal ciudad comercial marfileña.

Esta crisis podría empezar a tomar un matiz similar al que se vio el año 1994 en Ruanda. A pesar que sus aspectos de fondo son distintos -ya que por ahora no hay un asesinato del Presidente- sí está tomando algunos aspectos propios del conflicto ruandés. Por la radio se emiten mensajes de incitación a la violencia y odio contra los soldados de la ONU. Como lo dirá Alain Leroy, el jefe de la misión de paz de la ONUCI, "en la radio emiten mensajes de odio y llamados a ataques a nuestros soldados de la ONU. Es brutal". Además, algunas potencias mundiales son reacias a usar sus efectivos para calmar la situación en Costa de Marfil, ya que como lo dirá la Ministra de Asuntos Exteriores de Francia, "es una tarea para la comunidad internacional". Sin embargo, no se vacilará en evacuar a los conciudadanos en el lugar. Nada más parecido a la situación en Ruanda cuando en abril de 1994 paracaidistas belgas y franceses se tomaron el aeropuerto de Kigali para evacuar a sus ciudadanos residentes en un país que a todas luces era ingobernable.

¿Costa de Marfil estará apuntando a esa dirección? Hasta ahora todo parece indicar que sí. De todas formas, una cifra de muertos como la de Ruanda debiese ser impensable en los tiempos actuales, especialmente después de la firma del Estatuto de Roma donde los Estados en principio se compometen a impedir y condenar crímenes de guerra, lesa humanidad, genocidio, etc.

Por ahora la clave será revisar cómo evolucionará la situación política con Gbagbo y Ouattara, qué medidas tomará Naciones Unidas para postergar o ampliar la misión de la ONUCI y qué acuerdos se podrían llevar a cabo entre los seguidores de Gbagbo y las fuerzas opositoras. Si bien ya hay algunas medidas que fueron tomadas por la Unión Europea -entre ellas impedir el ingreso de Gbagbo a cualquier país de la Unión, u otras tomadas por el Banco Mundial relacionada con coerciones económicas- lo cierto es que este tipo de medidas no tienen un efecto sustantivo en los conflictos africanos. Recordemos que incluso en Sudán, hay una orden de captura internacional contra su Presidente, Omar Al-Bashir y que sin embargo, no ha tenido efectos para mitigar la violencia en Darfur, una provincia al Oeste del país.

Los efectos internacionales que hasta ahora se están tomando, no deberían tener un efecto al menos en el corto plazo. El problema está en que Gbagbo ya cuenta con un poder ilegítimo, irreconocible por la comunidad internacional y que a pesar de todo, tiene la lealtad de las tropas del ejército y la policía. Con esto, difícilmente la solución sea política, porque ya ni siquiera está la intención de dialogar.

Con un conflicto que en menos de una semana ha dejado 173 muertos, la comunidad internacional debería empezar a preocuparse si no quiere que se repita una "nueva Ruanda".




domingo, 12 de diciembre de 2010

La XVI Cumbre de Naciones Unidas contra el cambio climático: ¿Estamos ganando o perdiendo tiempo?

Desde el 29 de noviembre al 10 de diciembre, se desarrolló en Cancún la décimosexta Cumbre de Naciones Unidas contra el cambio climático. En la cita se buscaría revertir la débil resolución alcanzada durante el año pasado en la Cumbre de Copenhague -donde se llegó a un acuerdo de carácter no vinculante- y donde principalmente cinco Estados: Brasil, China, Estados Unidos, India y Sudáfrica se comprometían a mostrar una mayor voluntad para reducir sus emisiones de CO2 para la cita que se desarrollaría este año en México.

Se suponía que para esta versión de la cumbre, se había levantado en una serie de movimientos ambientalistas; así como en la opinión pública mundial, la expectativa de llegar a un acuerdo que sustituya el Protocolo de Kioto que hasta el momento, es el único documento vinculante que comprometía a los Estados a reducir las emisiones de gases contaminantes. Sin embargo, esto no fue alcanzado en esta cumbre. Incluso antes de que ésta comenzara, Patricia Espinosa -la Canciller mexicana y anfitriona de esta versión de la cumbre- al ser consultada sobre si se llegaría a un acuerdo "Post Kioto", ésta respondió que “estrictamente no es indispensable en esta cita". Hasta ahora, las esperanzas deberán apuntar a la resolución de la próxima versión de la cumbre que se desarrollará el 2011 en Durban, Sudáfrica.

Cuando hablamos del calentamiento global, estamos hablando de un tema sumamente delicado y que al parecer varios no dimensionan su magnitud. Resulta que se tiende a pensar que los efectos de este fenómeno nos afectarán en el mediano o largo plazo; pero esto no es así. Actualmente estamos siendo objeto de los efectos del calentamiento global. El año pasado ya lo habíamos comentado en una columna anterior, sin embargo, es necesario recordar que dentro de las consecuencias que ha traído el efecto invernadero, está la disminución notoria de -por ejemplo- el Monte Kilimanjaro que ubicado en Tanzania, es la mayor cumbre del continente africano. Los informes que habían sido elaborados el año pasado, daban cuenta de la desaparición del 85 por ciento de sus nieves. También estaba el caso del retroceso del glaciar cuzqueño de Quelccaya, el mayor del mundo en las latitudes tropicales. A mediados de los 70, el glaciar perdía seis metros de su superficie por año. En las últimas mediciones, la pérdida alcanza a 60 metros anuales. En total, ello ha reducido su superficie en casi un cuarto.

Con ejemplos como éstos, no podemos desconocer la magnitud de un fenómeno que a todas luces nos está golpeando, por lo que buscar medidas que logren demorar -ya que digámoslo claramente, el efecto invernadero es irreversible- resulta ser fundamental en la comunidad internacional.

El año pasado y a inicios del actual se ha intentado generar una toma de conciencia global por este tema, aunque ésta dista bastante de los foros multilaterales organizados por Naciones Unidas. Especialmente durante el segundo semestre del año pasado, se desplegó una campaña mundial conocida como "La campaña de los 350" (en referencia al número de partes por millón, que es la unidad de medida para determinar el grado de presencia de dióxido de carbono en la atmósfera terrestre)

Con 350 ppm, se estima que se puede -al menos- detener el efecto del calentamiento global en términos de poder paliar los efectos de las sequías y las inundaciones que han sufrido una serie de países en Africa, América Central y algunos de América del Sur, como es el caso de Venezuela y Ecuador.

Hasta el año pasado, nos encontrábamos en una tasa de 385 ppm -que ya es considerado peligroso- y la urgencia por combatir esto, nace porque una serie de expertos en medioambiente encabezados por el científico de la NASA, James Hansen hicieron un estudio en el año 2003 donde determinaron que el incremento de partes por millón de CO2 en la atmósfera, está creciendo a una tasa cercana de 2 unidades por año.

Esto generaría que dentro de los próximos cien años la temperatura global aumente de 3,5 a 4 grados; haciendo que la presencia de hielos sea totalmente nula y en consecuencia traería efectos devastadores para la flora y fauna terrestre.

También en marzo de este año, se vio una campaña conocida como "La hora del planeta" que consistía en apagar las luces de todos los edificios emblemáticos desde las 20:30 a las 21:30 y que contó con una manifestación masiva en más de 1.600 ciudades alrededor del orbe participando más de un centenar de países en dicha campaña. Esa campaña se desarrolló apenas tres meses terminada la Cumbre de Copenhague, por lo que no nos debería extrañar si en los próximos meses se hace algo similar en respuesta a la resolución de la Cumbre de Cancún.

A pesar de todas las manifestaciones, se está intentando ganar tiempo en los Estados para fortalecer en lo que más se pueda la producción industrial antes de que se pueda llegar a un acuerdo vinculante que sustituya al Protocolo de Kioto. Pero como humanidad, estamos perdiendo tiempo valioso que nuestro planeta necesita. Pensar en un mundo con apenas 4 grados más de temperatura, puede significar la brecha entre la vida y la muerte para un sinfin de especies animales y vegetales; mientras que nuestros hábitos de vida, se verían dramáticamente modificados ante un escenario como el descrito.

Es imperioso que los Estados demuestren una toma de conciencia mayor. No basta con contar el apoyo de un gobierno para una campaña como la que se vio en "La hora del planeta". Si bien algunos de éstos apagaron sus edificios emblemáticos -como por ejemplo, Francia con la Torre Eiffel o el Coliseo de Roma con Italia- el esfuerzo donde debe verse con más notoriedad, es precisamente en estas cumbres multilaterales.

De todas formas, mencionemos los acuerdos alcanzados. Entre éstos se destaca la creación de un Fondo Verde Climático dentro de la Convención Marco, que contará con un consejo con 24 países miembros y un fideicomisario que en principio sería el Banco Mundial.

Asimismo, se incorpora el compromiso de proporcionar US$30.000 millones de financiación rápida para el período 2008-2012 y se reconoce la necesidad de movilizar US$100.000 millones por año a partir del 2020 para atender las prioridades de los países en desarrollo.

Igualmente, se acordó elevar el nivel de ambición en la reducción de emisiones de gases causantes del efecto invernadero y propusieron que las naciones con vínculo jurídico con ese protocolo deberían, en el 2020, reducir sus emisiones entre el 25 y el 40% en relación a los niveles de 1990.

Podemos ver que de aqui al 2020 se encuentra gran parte de sus objetivos; pero probablemente de aqui al 2020 ya varios montes -entre ellos el Kilimanjaro o el Quelccaya- ya no existan y quién sabe cuántos más.

En ese sentido, el balance general en esta versión de la cumbre -aunque predecible- fue bastante negativo. No queda más que esperar y resignarse hasta la cumbre del 2011 en Durban donde esperemos que no sean cifras y montos las que se den en los resultados, sino que compromisos vinculantes para realmente reducir las emisiones de CO2. No solo nosotros estamos ante una cuenta regresiva, sino que nuestro planeta -y su flora y fauna- también.





domingo, 28 de noviembre de 2010

Corea del Norte y la disuasión ineficaz

Conocido por todos es a estas alturas el escenario conflictivo que se vive en la península coreana. Según los medios de prensa, el día martes de esta semana Corea del Norte usó fuego de artillería para bombardear la isla surcoreana de Yeonpyeong, cerca de la frontera que separa a las dos Coreas. Su vecino del Sur, respondió el ataque de la misma forma, prolongándose un intercambio de disparos que habría durado casi dos horas. El saldo final de este hecho, fueron dos militares surcoreanos muertos, dos civiles de la misma nacionalidad y una veintena de heridos. Por su parte, el régimen de Pyongyang responde que el bombardeo fue iniciado por Corea del Sur y que ello fue el motivo por el que se inició el ataque. Más allá de las declaraciones cruzadas, podemos sacar varias lecturas de este incidente.

Primero, este tenso incidente, es el mayor ataque desde 1953, año en donde se firmó el armisticio que pondría el fin a la Guerra de Corea. Decimos que "pondría", porque en realidad la firma de este documento no es de un tratado de paz, por lo tanto, técnicamente las dos Coreas siguen en guerra.

Segundo, este ataque se da en un contexto donde se espera una sucesión de liderazgo político y militar de Norcorea. El líder de este país, Kim Jong-il transferiría el poder al menor de sus hijos, Kim Jong-un. Para mencionar esto, sería relevante tener claro que Corea del Norte, es el único país comunista donde el poder se establece como una dinastía hereditaria. Se supone que este incidente, generaría una señal de lealtad desde la cúpula militar norcoreana hacia Kim Jong-un que en septiembre de este año fue investido como General del Ejército de su país.

Tercero, se da a unos días que inicien los tradicionales ejercicios navales que realizan las marinas estadounidenses y surcoreanas y que tienen como principal función enviar una señal de disuasión a Corea del Norte. Estos ejercicios se iniciaron hoy domingo y terminarán el día miércoles de la próxima semana.

En términos generales, este hecho ha despertado una alarma internacional de proporciones. Casi al unísono, la comunidad internacional ha condenado este hecho mientras que en un comienzo, China -el principal aliado de Corea del Norte- se negó a catalogar el incidente como un "ataque norcoreano", sino que como "un intercambio de artillerías". Más allá de la nomenclatura, lo cierto es que es una señal preocupante que debería motivar la necesidad de retomar las conversaciones a seis bandas para la desnuclearización de la península coreana -que la componen las dos Coreas, Estados Unidos, China, Rusia y Japón- y que terminaron el año 2009 luego que Corea del Norte las abandonara producto de la sanción que realizó el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas.

En la actualidad, el conflicto en la península coreana ha tomado una dinámica diferente con este incidente. Es altamente improbable que -al menos por ahora- el Consejo de Seguridad de la ONU haga una condena con nuevas sanciones a Corea del Norte, porque el hacerlo sería apagar un incendio con bencina. Por otra parte, los ejercicios navales entre las marinas de Estados Unidos y Corea del Sur, no están enviando la señal de disuasión que esperan, ya que a Corea del Norte poco parece importarle la presencia de los casi 28.500 marines estadounidenses que se asientan en su vecino del sur desde que "terminó" el conflicto en 1953.

Sin embargo, este hecho sí ha tenido implicancias políticas importantes para Corea del Sur. El Ministro de Defensa surcoreano, Kim Tae-young ha renunciado a su cargo a dos días del bombardeo tras las fuertes críticas que ha recibido por parte de la oposición, ya que -bajo la lógica de ésta- la respuesta dada desde Seúl era demasiado tibia. Actualmente, el nuevo ministro de la cartera, Lee Hee-won, el ex asesor de seguridad nacional, será el encargado de llevar adelante los temas del ministerio. Otro efecto político importante es que Corea del Sur ha decidido suspender el envío de ayuda humanitaria que le estaba entregando a su vecino del Norte tras las inundaciones que azotaron al país durante el mes de agosto. Por último, no podemos dejar de lado las declaraciones de "venganza" que prometieron algunos líderes militares surcoreanos durante los funerales de sus marines abatidos durante el bombardeo del martes.

La tensión en la península es sumamente compleja, sin embargo, en el corto plazo es inviable una acción militar. Si bien Corea del Norte ha advertido con que los ejercicios militares que empezaron hoy las marinas de su vecino del Sur con Estados Unidos dejan a la región "al borde de la guerra", es altamente probable que los ejercicios no pasen de eso. Probablemente todo este incidente decante en un acuerdo económico que incluya ayuda en este campo para el régimen de Pyongyang. De todas formas, no olvidemos que nada es descartable. Como bien dijo Neville Chamberlain -un político conservador inglés- "Para hacer la paz se necesitan dos, pero para hacer la guerra, basta con uno solo".


domingo, 21 de noviembre de 2010

El repliegue de la OTAN en Afganistán ya tiene su fecha límite

Entre el viernes y el sábado de esta semana se realizó la Cumbre de la OTAN que tuvo lugar en Lisboa, Portugal. En la cita antes mencionada, el tema sobre una eventual retirada en Afganistán fue central, así como lo fue el debate sobre el nuevo "concepto estratégico" de la alianza transatlántica, reforzar las relaciones con Rusia y la redefinición de una estrategia para enfrentar nuevas amenazas como los ciberataques, el terrorismo o el crimen organizado internacional.

Como mencionábamos, sin duda Afganistán fue un punto de inflexión en esta cumbre. Al término de la cita, la OTAN señalaba en un comunicado: "Reiteramos nuestro apoyo al objetivo del presidente Karzai para que las fuerzas afganas asuman y lleven a cabo las operaciones de seguridad en todas las provincias para finales de 2014". De alguna forma esto era previsible ya que hace algunos días, autoridades estadounidenses ya habían revelado que la concreción de una fecha de retirada para esta cumbre era algo inminente. También lo era, porque de forma creciente los países miembros de la OTAN estaban manifestando su intención de retirar a sus efectivos militares de las operaciones de combate y así, comenzar un repliegue gradual mientras se traspasan las tareas de seguridad a las autoridades afganas.

En suma, estamos siendo testigos de un fenómeno parecido al que se dio el año pasado en Irak. En julio del 2009, los británicos -que hasta esa fecha eran los únicos junto a los estadounidenses en permanecer en el país árabe- se retiraron de las tareas de patrullaje en el puerto de Basora, dejando a Estados Unidos con la difícil misión de controlar la seguridad en todo Irak. La voluntad política de Reino Unido parecía que -en ese momento- era más importante concentrarse en Afganistán. Cuando los Estados Unidos se vieron solos en la guerra, se vieron en la necesidad -y quizás la obligación- de anunciar la retirada en Irak. Es cierto que era una promesa de campaña de Obama, pero también es cierto que la situación de seguridad era insostenible en el país árabe. Lo fue mientras existió la alianza multinacional que conformaron hasta cuarenta países para transformar a Irak en un foco de democracia y lo es en la actualidad.

Afganistán obedeció una lógica similar. Si analizamos la evolución de la guerra, el año 2010 fue el más sangriento desde el derrocamiento del régimen talibán. Según datos que entrega el portal independiente "icasualties", la cifra de militares extranjeros de la ISAF fallecidos en 2010 se sitúa en 600, frente a las 516 bajas registradas el año pasado.

De acuerdo con el portal, desde la caída del régimen talibán más de 2.169 soldados de las fuerzas estadounidenses y de la misión ISAF de la OTAN desplegadas en Afganistán han perdido la vida en el país surasiático. Según ese recuento, se produjeron 1.348 bajas en las filas estadounidenses, 341 en las británicas, 152 en las canadienses, y 328 en las tropas de otros países.

Esto -en parte- ha motivado un desapego a la causa afgana. No pocos países están con la intención de retirar sus tropas. Holanda ya lo hizo en agosto de este año, lo seguirán los canadienses para el transcurso del 2011 y los alemanes -que son el tercer mayor contingente militar después de Estados Unidos y Reino Unido- lo hará en 2012. Por su parte, Reino Unido había señalado con comenzar un retiro gradual -supuestamente- a partir de julio de 2011, aunque no quedando claro cuánto demoraría ese retiro. De todas formas, uno a uno se irán retirando para repetir lo que pasó en Irak.

El gobierno de Obama tampoco tiene las cosas fáciles. En el frente interno, el apoyo de los estadounidenses a la guerra en Afganistán sigue descendiendo. Según una encuesta de CNN publicada a fines de septiembre registró que "casi 6 de cada 10 estadunidenses se oponen a la guerra (cerca de 90 por ciento la apoyaba en octubre de 2001). Peor aún, sólo 20 por ciento de demócratas –el partido de Obama– apoya la guerra. Sólo un 44 por ciento opina que las cosas proceden bien para Estados Unidos en Afganistán, de 55 por ciento que opinaba eso en marzo de este año".

En conclusión, la guerra en Afganistán durante este año ha sido particularmente compleja para Estados Unidos y la OTAN. Ya cuentan con una difícil misión que es empezar a replegar las tropas para el 2011, mientras que el gobierno afgano liderado por Hamid Karzai sigue siendo aún muy débil para asumir la seguridad interna, menos aún para asumir la responsabilidad de tomar los estribos del país.

La declaración de la Cumbre en Lisboa ha sido clara. Ya el próximo año deberían empezar a replegarse las tropas de la OTAN para así, dejar las tareas de seguridad en manos de la policía afgana.

Si la campaña militar de Estados Unidos y la ISAF fue exitosa o no, lo dirá el tiempo; pero lo cierto es que para los próximos años, se vendrán unos muy duros retos para este país surasiático.

sábado, 13 de noviembre de 2010

Yemen: ¿El próximo gran frente de batalla contra el terrorismo global?

Hasta diciembre del año 2009, Yemen probablemente era un país que pasaba totalmente desapercibido ante la comunidad internacional, pero especialmente para los servicios de inteligencia de gran parte de los países occidentales que recababan información de las actividades de Al Qaeda en la región de Medio Oriente y algunas de Africa. Luego de esta fecha, la situación cambió radicalmente, haciendo que Yemen sea actualmente uno de los países con mayor seguimiento en las actividades de inteligencia, incluyendo monitoreo de aeropuertos, chequeos de equipajes provenientes de ese país, revisiones especiales de pasaportes, entre una larga lista de actividades propias de la inteligencia. En esta columna, nos ocuparemos de revisar un poco la situación interna de Yemen, cómo ha llegado a ser un país acusado de albergar células de Al Qaeda y qué situación futura le espera al país en el corto y mediano plazo en virtud de algunos hechos importantes que se le vienen en el frente político interno.

Ubicada al suroeste de la península arábiga, la República del Yemen es uno de los lugares con los primeros asentamientos humanos y tiene una historia escrita de más de 3000 años. En la actualidad, posee aproximadamente 23 millones de habitantes, de los cuales más de la mitad vive bajo el umbral de la pobreza, casi el 40 por ciento no posee un trabajo remunerado y cerca del 54 por ciento son analfabetos. Es también el país más pobre de toda la península arábiga. Según información reciente, es uno de los países con mayor índice de mortalidad infantil. Su religión es la musulmana, aunque los yemeníes se dividen entre distintas orientaciones como es la chiíta, sunníta y zaidí. Para no explayarnos tanto en las orientaciones religiosas, recomendamos visitar una columna anterior donde hacíamos mención a algunas diferencias básicas entre los chiítas y sunnítas. En el caso de los zaidíes de Yemen -al igual que los chiítas y sunnítas- tienen una participación de siglos en el país. Se consideran los "creadores" de Yemen e incluso antes de entrar al primer milenio de la historia, los zaidíes ya controlaban parte importante de este país y algunas regiones del Sur de Irán. Los zaidíes se consideran como una de las corrientes al interior del chiísmo, ya que -al igual que los chiítas- creen en el carácter hereditario del califato. Sin embargo, loz zaidíes -a diferencia de los chiíes- creen en sólo cinco imanes, o en otras palabras, en cinco jueces que ejercen en cuestiones jurídicas y teológicas del Corán, mientras que los chiíes creen en doce, de los cuales uno aún se encuentra perdido y que mientras tanto, los ulemas -o estudiosos del Corán- que hayan alcanzado la sabiduría, deberán fijar las reglas jurídicas para los musulmanes.

Durante la Guerra Fría, Yemen estuvo separada en dos Estados: Yemen del Norte (tradicionalmente habitada por chiíes-zaidíes) y Yemen del Sur (habitada por sunníes). Al término de la era bipolar el país se unificó con el reconocimiento de los países occidentales. Esto se debía básicamente a dos motivos. En lo internacional, por el fin de la Guerra Fría y por la posterior caída de la URSS. En lo interno porque a consecuencia de la Guerra Fría, tanto los gobiernos del Norte como del Sur de Yemen, se vieron fuertemente debilitados -y en el caso de los líderes separatistas del Sur del país, que eran comunistas- fueron asesinados. Su actual Presidente, Ali Abdullah Saleh -de la corriente zaidí- gobierna el país desde 1978 -durante la Guerra Fría fue Presidente de Yemen del Norte para luego ser Presidente del Yemen unificado- el cual, enfrenta un duro reto en la actualidad. El régimen de Saleh, actualmente combate a las corrientes separatistas sunnítas del sur, mientras que en el Norte debe enfrentarse a los rebeldes houthis que son chiíes-zaidíes. Los houthis deben su nombre al fundador de su movimiento, Hussein Badraddin al-Houthi, hijo de un influyente clérigo zaidí, y ex miembro del parlamento yemení en 1993-1997, que se hizo conocido con el eslogan: “Dios es grande… Muerte a EEUU e Israel… Victoria para el Islam y los musulmanes”. Desde entonces, los zaidíes se movilizan en torno a ese llamado, aunque ahora bajo el liderazgo de su hermano, Abdel Malik al-Houthi, ya que su líder original murió en un enfrentamiento con el ejército y la policía yemení en 2004.

En lo interno, este conflicto difícilmente podríamos catalogarlo como un conflicto religioso, ya que los houthis comparten la misma corriente religiosa que el Presidente y su plana mayor. De la misma forma, se cree que el gobierno de Saleh utiliza tribus y clanes que también son chiíes-zaidíes para enfrentarse a los rebeldes houthis. La rebelión de éstos combina motivaciones locales con motivos antiimperialistas. Las primeras se deben a que han sido los más marginados económicamente, privados de servicios e infraestructuras por el gobierno central. Lo segundo, tiene que ver con que a nivel general los houthis rechazan radicalmente la alianza del gobierno de Yemen con Estados Unidos, postura que compartiría la población mayoritariamente musulmana y pobre de todo el país. Así podríamos definir un poco a Yemen en términos históricos, aunque en la actualidad, el "problema yemení" adquirió otra dinámica con el nexo que Al Qaeda presentaría en el país y del que trataremos a continuación.

Si nos remontamos a diciembre del año pasado, recordaremos un incidente que marcó el inicio de lo que sería la ubicación de Yemen como un país merecedor de estar en la mira de los servicios de inteligencia occidentales y -principalmente- estadounidenses. Esto, luego de un atentado fallido que se intentó perpetrar en el aeropuerto de Detroit donde un ciudadano nigeriano, llamado Umar Faruk Abdulmutallab ingresó a un avión con cerca de 50 gramos de explosivos para hacerlos detonar antes de que iniciara el vuelo. Luego de haber sido detenido e interrogado por las autoridades estadounidenses, Abdulmutallab reconoció al FBI haber estado en Yemen y que ahí recibió entrenamiento de Al Qaeda durante más de un mes. Desde entonces, Yemen pasa a ser parte de la "lista negra" que componen catorce Estados que apoyan directa o indirectamente al terrorismo internacional. Aparte de Yemen, los otros trece Estados de la lista serían Cuba, Irán, Sudán, Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí y Somalia.

Yemen también ha sido acusado hace tan solo unas semanas de ser un país "escala" de los paquetes con explosivos que se dirigieron a las embajadas acreditadas en Grecia. Hace unos meses -cuando Osama Bin Laden aún no daba noticias o comunicados sobre atentados- no pocos expertos de inteligencia se atrevieron a apuntar al clérigo Anwar Al-Awlaki -líder de la rama de Al Qaeda en Yemen- como el más próximo sucesor de Bin Laden. Su "mérito" se atribuye a que ha llamado en numerosas ocasiones a la Yihad y "a matar estadounidenses". También es acusado de haber estado ligado a Abdulmutallab antes de perpetrar el atentado fallido en Detroit y también de haber estado en contacto con el Mayor Nidal Malik Hasan, el psiquiatra del ejército estadounidense acusado de matar a trece personas en noviembre de 2009 en la base militar de Fort Hood, Texas. En conclusión, los nexos de Al Qaeda que operarían en Yemen no son pocos y al parecer son suficientes para tener a este país bajo una constante observación internacional.

Por último, nos parece relevante mencionar un aspecto en el frente interno que no ha sido lo ciudadosamente analizado. El próximo 9 de enero, Yemen celebrará un referendo para determinar si el país volverá a separarse en dos repúblicas o si bien, permanecerá unificado. Esto -incluso a estas alturas- ya ha sido influenciado por los separatistas yemeníes del Sur que prefieren una división territorial con los chiíes y zaidíes del Norte, la cual, reclaman desde 1994. Esto convendría a los yemeníes del Sur porque aparte de la autonomía política de la que gozarían, las reservas de petróleo estarían principalmente en esa región del país. Mientras tanto, los chiíes y zaidíes -más que preferir una división territorial- prefieren sacar del poder a Saleh por ser pro-estadounidense. A ello, sumamos la presencia de Al Qaeda y nos dará como resultado un país absolutamente al borde del abismo.

Al menos por hoy, si bien Yemen ha mostrado numerosos elementos que lo distinguen como un potencial "Estado fallido", sería aún muy prematuro determinar si este país será un próximo frente de batalla contra el terrorismo global. Estados Unidos ya no está tan entusiasta para liderar campañas multinacionales, sus países aliados enfrentan una oposición creciente para retirar sus contingentes en las campañas que quedan en Medio Oriente, mientras que la retórica antiestadounidense sigue creciendo en el mundo musulmán.

De todas formas, ninguna opción es descartable porque -al menos en Estados Unidos- Obama en el discurso de Oslo cuando paradójicamente recibió el Nobel de la Paz, había defendido el principio de la "guerra justa". Cabe preguntarse si esta guerra justa recaerá en los más probables escenarios bélicos futuros, entendiéndose los casos de Irán, Corea del Norte o eventualmente Yemen.

Independiente de las percepciones, por ahora claramente tendríamos que esperar en Yemen los resultados del referéndum de enero para ver en definitiva qué pasará con este país y cómo el régimen de Saleh enfrentará estos resultados. Después del 9 de enero, cualquier cosa podría pasar en Yemen. Es claro entonces que este país es paradójicamente una bomba de tiempo cuya cuenta final llegará en casi dos meses más. Si Estados Unidos o la comunidad internacional instalan la necesidad de intervenir ahí ante un eventual fortalecimiento de la red Al Qaeda como producto de las "nuevas autonomías" de las que el país sería objeto, pronto se sabrá.



domingo, 7 de noviembre de 2010

Grecia como fuente de inestabilidad en Europa: ¿Cómo interpretar los atentados a las embajadas?

Esta semana, Grecia -un país del que históricamente se sabe mucho y del que coyunturalmente se sabe poco- pasó a ser motivo de atención para la comunidad internacional luego de la oleada de atentados que se intentaron realizar con paquetes bomba y que cuyos objetivos, eran las embajadas de una serie de países, entre ellas, la nuestra. Hasta el momento, los dardos de los servicios de inteligencia tanto locales como extranjeros, apuntan a la participación de un grupo anarquista local conocido la "Conspiración de las células de fuego". Pese a que la mayor parte de los atentados que eran dirigidos a las embajadas han sido desactivados, la alerta es máxima en las tierras atenienses.

Interpretar la magnitud de estos hechos resulta complejo para un país como Grecia, que en el último tiempo se ha caracterizado por tener serios problemas económicos, políticos y sociales. Recordemos que hasta hace no mucho tiempo, Grecia fue motivo de preocupación para el bloque de la Unión Europea -luego del déficit fiscal al que Atenas estuvo fuertemente sometida durante los primeros meses de este año- y que en definitiva, generó serias preocupaciones de una nueva crisis económica mundial. En consecuencia, esta crisis económica en Grecia trajo durante este año efectos principalmente para otros países europeos tales como España, Portugal, Italia o Irlanda y que en todos estos casos, sus niveles de deuda superan el 60 por ciento del PIB.

Los efectos que trajo la intervención de la Unión Europea, pero también del FMI trajo y traerá serias consecuencias para la vida de los griegos. Los periódicos de la época eran enfáticos al sostener que "La Unión Europea y el FMI salieron al rescate del default griego colocando la friolera de 110.000 millones de euros, pero solicitando un ajuste que contendrá condiciones brutales que serán descargadas en las espaldas de las y los trabajadores y trabajadoras, 30% de reducción de los salarios de los trabajadores públicos y de las jubilaciones".

En julio de este año, algunos recordarán los serios incidentes que se produjeron en Grecia tras el llamado a huelga de los controladores aéreos. Esta huelga -que ya para el mes de julio era la séptima huelga general en lo que iba del año- se realizó luego de que se conocieran los resultados preeliminares de una polémica ley que fijaba la edad media de jubilación en 65 años y que fue respaldada en el Parlamento por 159 votos, 157 de ellos de los diputados del partido gubernamental socialista PASOK y dos de los independientes y que fue rechazada por 137 legisladores y dos abstenciones de la oposición. Dentro del plan de reformas, también se incluía un aumento de 35 a 40 los años de cotización para obtener la pensión máxima, equiparar la edad de jubilación femenina a la masculina y rebajar la cuantía de las pagas en una media del 7 por ciento. Todo esto, fue suficiente para generar una oleada de protestas con un alto grado de exacerbación social. Así las cosas, el gobierno del Primer Ministro griego, Giorgos Papandreu tendrá que asumir el costo político de lo sucedido.

La complejidad del problema griego también es un problema de seguridad ciudadana. Esto se explica por el frente que combate la policía griega con el grupo "Conspiración de las células de fuego". Este grupo, que inició acciones violentas en 2007, ha perpetrado numerosos ataques con explosivos contra instalaciones políticas, judiciales, policiales y también diplomáticas en el país.

Según la policía, que no hace público ningún perfil concreto, este grupo de talla intermedia jamás firmó acciones mortíferas. Está formado por jóvenes sin relaciones conocidas con las otras principales organizaciones extremistas locales y sin un núcleo dirigente identificado.

Las informaciones sobre el grupo las revelan pocos expertos griegos que apuntan a su arraigo en una juventud en crisis y falta de empleo.

Si estas descripciones de los especialistas fueran ciertas, entonces sería difícil pensar en un debilitamiento o derrota del grupo. El problema que atraviesa el país helénico es bastante más de fondo aunque reconozcamos que la prioridad -al parecer- comienza por la seguridad interna, ya que atentar contra personal diplomático en estos momentos podría alterar aún más la situación de este castigado país europeo.

Si la falta del empleo y la difícil situación económica por la que Grecia está pasando es la causa motivacional de estos grupos, entonces la solución es bastante más complicada. El tema está en quién asumirá por el levantamiento gradual de la economía griega que finalmente será una de las soluciones que requiere el país. ¿La solución la tendrá el gobierno ateniense que seguirá levantando reformas polémicas con las consiguientes faltas de apoyo social o bien, será la Unión Europea que si bien mostró voluntad de ayudar, le pide a Grecia difíciles retribuciones como reformar la jubilación o el sistema de pensiones?

Para muchos, la Unión Europea que ha sido el ejemplo del multilateralismo, el consenso y la cooperación regional está atravesando un difícil momento. Seguramente no pocos se atreverán a demandar una mayor voluntad de la Unión porque finalmente todos sabemos que el problema es más complejo que los atentados a las embajadas. La interpretación del atentado es multidimensional y no deberíamos entenderlo como un mero problema de seguridad interna aunque bien es la prioridad en el corto plazo.

Por su parte, la Unión Europea ya desembolsó de sus fondos una cantidad importante de dinero para aminorar los efectos de la crisis económica griega, aunque con un costo político muy grande para el gobierno y el bloque político de Papandreu. En este sentido, socialmente pueden asomarse más huelgas y violencia interna como las que vimos hace apenas unos meses. El equilibrio entre el prestigio de la Unión Europea y la efectividad política del oficialismo ateniense está en juego.

sábado, 30 de octubre de 2010

Balotajes en América Latina y los efectos internacionales de la segunda vuelta presidencial en Brasil

La segunda vuelta electoral por los comicios presidenciales que se celebrará mañana en Brasil deberá seguirse con suma atención dentro de la región latinoamericana. En esta elección, absolutamente clave para el futuro político de los brasileños -y por qué no decirlo, también para nuestra región- cerca de 135 millones de electores manifestarán sus preferencias en las urnas para el día de mañana. Pese a que las primeras estimaciones dan como vencedora a Dilma Rouseff -la candidata oficialista- frente al opositor José Serra; aún se prefiere la cautela y el resultado oficial que se entregará para los próximos días. Evidentemente las elecciones presidenciales brasileñas son importantes en un contexto internacional donde Luiz Inácio "Lula" Da Silva trabajó arduamente en sus dos gestiones para posicionar a Brasil en el concierto mundial, con resultados positivos por cierto. Nos interesará revisar dos elementos en esta columna. Primero, ver la evolución de los balotajes en América Latina y segundo, los efectos regionales de una eventual investidura de Rouseff en el Palácio do Planalto, la sede presidencial brasileña.

Desde la década de los setenta hasta antes que se realizaran las elecciones presidenciales en Honduras -como producto del Golpe de Estado que azotó a este último país- en América Latina se habían realizado 27 balotajes o segundas vueltas presidenciales. De éstas, en sólo un tercio ha resultado ser electo el candidato de la segunda preferencia.

Es una conclusión fuerte que nos evidencia que en nuestra región, gran parte de los candidatos presidenciales favoritos sean los que probablemente se impongan para la segunda vuelta de sus países. Así las cosas, el caso brasileño probablemente no será la excepción para el día de mañana y será Rouseff la que se imponga en la primera magistratura del país, marcando un hito importante para la historia brasileña al ser la primera mujer en la presidencia luego de que hayan pasado 35 hombres frente a la jefatura del Estado. A ello, hay una señal política importante que debemos sumar y que tiene que ver con la señal de la ciudadanía brasileña al oficialismo actual. Pese a las deudas estructurales pendientes de Brasil en materia de combate a la pobreza, reducción de la delincuencia y el narcotráfico en las favelas, lo cierto es que hay una aprobación a cómo el sector político de "Lula" ha trabajado estos últimos ocho años la agenda en el frente interno e internacional. Ejemplos nos sobrarían para manifestar esto último, pero dentro de lo más relevante, podemos mencionar el rol que Brasil ha desempeñado en términos regionales para idear y configurar el proyecto político de UNASUR, el lugar que se ha ganado en el frente internacional con la participación creciente en temas como el conflicto árabe-israelí o el dilema nuclear de Irán y finalmente en el frente interno, la buena recepción local que trajo para la población brasileña el saber que Brasil será una futura sede para la realización de las Olimpiadas o el próximo Mundial de Fútbol, que ciertamente despierta interesantes oportunidades para el crecimiento del comercio y turismo locales. Estos son sólo algunos elementos que han hecho de Brasil, un país con un prestigio bien ganado regional e internacionalmente.

Volviendo a los balotajes, mencionábamos que en sólo un tercio de éstos resultaba ser electo el candidato de la segunda preferencia. Un ejemplo claro en esta materia ha resultado ser Perú, ya que en elecciones anteriores ha resultado ser el país que en el corto plazo más se ha repetido este fenómeno. Tenemos el caso de Alberto Fujimori que en 1990 al momento de llegar a la segunda vuelta se presentaba con un poco menos del 25% de las preferencias mientras que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, se presentaba como el favorito con el 27,61% de los votos. Sin embargo, fue Fujimori el que en segunda vuelta se "reacomodó" con los partidos del APRA, haciendo que finalmente se impusiera en la segunda vuelta pese a haber salido en la segunda preferencia.

Este mismo fenómeno político se repitió sólo a dos elecciones presidenciales de aquella ocasión, donde en la segunda vuelta, el actual mandatario peruano Alan García -que también había salido en la segunda preferencia con el 24,3% de los votos- se impuso frente al abanderado del partido político Unión por el Perú, Ollanta Humala -y que capitalizaba la primera preferencia con el 30,6% de los votos-

En definitiva, el balotaje en América Latina es un fenómeno político relevante que debieramos considerar en las elecciones presidenciales regionales. Si esta misma tendencia se repitiera en Perú para los comicios presidenciales del 2011, entonces el país del Rímac también dentro de su historia republicana rompería un hito al traer a la primera mujer para liderar la presidencia, resultando electa Keiko Fujimori, quien -como sabemos- es hija del ex Presidente Fujimori.

Ahora bien, para el caso brasileño sería difícil pensar que el abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña, José Serra -quien viene precedido con un 32,6% de las preferencias- tenga chances para derrotar a Dilma Rouseff, candidata oficialista del Partido de los Trabajadores y que se mantiene como la favorita, habiendo ganado la primera vuelta con un 46,9% de los votos. Es difícil por los mismos motivos que hemos esbozado al comienzo de la columna. En rigor, porque los brasileños están percibiendo que -al menos en la actualidad- el oficialismo ha trabajado de buena manera para un posicionamiento global de Brasil como potencia emergente.

No obstante lo anterior, aunque Rouseff resultara electa como la sucesora de Lula Da Silva, la actual candidata no tendrá una agenda fácil durante su eventual gobierno aún en momentos donde el oficialismo también tiene la mayoría parlamentaria en ambas cámaras, dándole una importante base legislativa.

Esto, porque en primera instancia Rouseff tendrá que mostrar un fuerte liderazgo en lo interno para controlar al narcotráfico y a las oleadas de violencia que azotan en las favelas del país. También, por combatir de forma eficiente a estos flagelos locales en momentos donde se vendrán importantes eventos deportivos a nivel mundial -y que Brasil albergará por cierto- Por lo tanto, será clave contar con un estándar de seguridad que permita un desarrollo ameno de estos magnoeventos. Quizás así se puedan desmentir las primeras acusaciones y escepticismos que se generaron como consecuencia de la elección de este país.

En lo económico y regional, Rouseff tendrá un período de prueba para contrarrestar la imagen de lider casi innata que poseía Lula. En rigor, esto tendrá que apreciarse en las próximas cumbres regionales de la OEA, pero especialmente de la UNASUR donde la actual candidata oficialista deberá mostrar seguridad y el liderazgo que siempre ha mostrado Brasil en materia regional. Avanzar en tecnología también deberá ser una prioridad para su eventual gobierno, ya que Lula se enfocó para competir de igual a igual contra las principales empresas aeronáuticas del mundo. Sólo a modo de ejemplo, Brasil estuvo postulando para ser el tercer principal proveedor aeronáutico detrás de las gigantes empresas como Boeing o Airbus.

Sin duda, en lo internacional será su más grande desafío. Cabría preguntarse cómo se abordarán bajo la administración Rouseff algunos temas latentas de la agenda internacional como Irán -que Lula ya había defendido el derecho de la república islámica a enriquecer uranio y que incluso, se reunió con el Presidente Ahmadineyad en Brasil- en el conflicto árabe-israelí -y que de forma creciente, Brasil ha manifestado su intención de presentarse como un negociador al conflicto-

También en temas como el calentamiento global -y que por cierto, dentro de poco se realizará la próxima cumbre en México- Recordemos que en diciembre de 2009 se avanzó muy poco en la Cumbre de Copenhague, logrando un acuerdo no vinculante entre cuatro potencias y potencias emergentes, donde Brasil era una de ellas. Es claro entonces que durante la administración de Rouseff avanzar en estas materias marcará uno de sus principales ejes en política exterior.

Habrá que ver cómo evoluciona un escenario como el descrito. Por ahora, los brasileños manifestarán sus preferencias mañana mientras los candidatos aún luchan por captar los votos de los indecisos.




sábado, 2 de octubre de 2010

¿Cómo definir lo de Ecuador?

Difícilmente era imaginable que a poco más de un año trascurrido de la violencia política y social vivida en Honduras, pensáramos que el pasado 30 de septiembre, Ecuador viviría en carne propia un fenómeno de insospechadas conscuencias políticas, sociales, regionales e internacionales.

En la ocasión, Ecuador experimentó la sublevación de parte de la Polícia Nacional y de parte de efectivos de sus FFAA en contra de una medida tomada por el Presidente ecuatoriano Rafael Correa, donde anunciaba un recorte salarial para estos departamentos y así, "homologar los salarios de los servidores públicos". Claramente esta medida fue rechazada por un sector de las fuerzas de orden, desatando un verdadero caos en aquél día. Según los últimos reportes, el saldo total de victimas fatales queda en ocho personas mientras que la cifra de heridos se sitúa en 278.

Lo primero que deberíamos tener en cuenta, es definir este complejo fenómeno en Ecuador. Debido a la exaltación política y a la violencia que generó este hecho, en los principales medios de comunicación no pocos se aventuraron en definirlo como un "Golpe de Estado". Pues bien, lo que plantearemos aquí es definir básicamente lo sucedido en Ecuador y para ello realizaremos una comparación con el Golpe de Estado sufrido en Honduras para sostener que lo vivido en Quito -si bien fue lamentable- en rigor, no obedece a las características formales de un Golpe de Estado. Posteriormente, haremos una breve revisión de las consecuencias políticas e internacionales de este hecho en particular. Finalmente, se plantearán algunas apreciaciones sobre las dudas que en términos regionales han despertado este fenómeno y si estamos actuando bien tanto institucional como conjuntamente para revertir estos lamentables fenómenos políticos.

Si bien el término de Golpe de Estado o "Coup d'etat", se derivó durante el siglo XVIII en Francia para hacer referencia a las medidas violentas y repentinas de la era monárquica, la definición de este concepto para los siglos venideros ha resultado bastante más complejo para las variadas corrientes de pensamiento al interior de la Ciencia Política. Gracias a la contínua difusión de textos e información aún más amplia que se ha profundizado en los últimos años gracias a medios como internet, podríamos pensar que la adaptación de estos conceptos han sido mejor recibidos por la opinión pública, facilitando así la identificación de estos hechos. Esto no necesariamente ha sido así. Debido a que en el caso del internet, prácticamente no hay barreras que limiten la expresión, hay una enorme terminología de lo que es o podría ser un Golpe de Estado. Es evidente entonces que esto ha generado una confusión bastante amplia dentro de la opinión pública y especialmente en disciplinas como la Ciencia Política, definir este complejo concepto resulta fundamental. Dado que el cientista político debe identificar, discriminar y analizar los fenómenos políticos, nos centraremos en determinar que a nuestro juicio la definición más ad hoc para el Golpe de Estado, es la esbozada por Julio Casares para el Diccionario Ideológico de la lengua española, quien dio una definición muy sencilla y acotada de lo que en rigor debería ser un Golpe de Estado. Pues bien, al respecto el autor define al Golpe de Estado básicamente como "una medida grave y violenta que toma uno de los poderes del Estado, usurpando las atribuciones de otro". En otras palabras, el Golpe de Estado apunta a la destitución violenta de uno de los poderes del Estado, cuando es ejecutado o planificado por otro, con la finalidad de tomarse atribuciones que anteriormente no le eran propias.

Lo ocurrido en Ecuador difícilmente encaje en una definición como la anterior. La violencia vivida en ese país -si bien a todas luces fue preocupante- obedecía a una sublevación interna como producto del malestar generado en los sectores más radicalizados de las fuerzas de la policía y/o militares más que a la voluntad explícita de ostentar el poder político. La violencia tampoco nació desde otros poderes del Estado, ya que ni el Congreso ni el Poder Judicial avaló esta medida de los rebeldes. Lo cierto es que por ahora, el conflicto por muy difuso que se vea -y se siga viendo en los próximas días- no podemos tildarlo como Golpe de Estado.

Siguiendo la misma definición que esbozamos anteriormente, podemos ver que en el caso hondureño sí ocurrió un Golpe de Estado, ya que como podemos recordar, el ex Presidente Manuel Zelaya fue destituido manu militari de sus atribuciones constitucionales luego de que éste anunciara su intención de instalar la "cuarta urna" para optar a un referéndun revocatorio donde se optara por la reelección presidencial. En ese entonces, el Congreso y el Poder Judicial -al manifestar su negativa ante esa iniciativa- dedicieron activar a las Fuerzas Armadas para que hicieran respetar la Constitución. En conclusión, lo sucedido en Honduras sí fue un Golpe de Estado, ya que efectivamente los poderes del Estado entraron en una disputa que terminó por sacar a Zelaya del poder, haciendo que Roberto Micheletti -hasta entonces, el Presidente del Congreso- asumiera la presidencia interina hasta que Porfirio Lobo fuese electo en los comicios del pasado mes de enero.

Ahora bien, en cuanto a las consecuencias políticas, regionales e internacionales que ha desatado este fenómeno, podemos mencionar lo siguiente. En las reuniones de emergencia convocadas por la Organización de Estados Americanos, se apreció el sentir general de nuestra región en términos de respetar la institucionalidad y rechazar estas prácticas contra el orden interno. Sin embargo, tenemos deudas pendientes y que no han sido parte real del debate regional. La calidad de la democracia dentro de nuestros países se ve afectada frente a la dicotomía con la soberanía del Estado. Al parecer, en las últimas reuniones que fueron objeto de la UNASUR y la OEA, pareció ser más importante abordar otros temas, como el armamentismo regional y la cooperación energética, dejando absolutamente de lado conflictos aún más latentes como velar por la defensa de la institucionalidad y la calidad de la democracia en nuestros países. Resulta llamativo especialmente después de haber vivido fenómenos como la violencia política en Bolivia o el Golpe de Estado en Honduras. Con todo, esto no fue suficiente para ser prioridad en materia regional. Con lo vivido ahora en Ecuador, sería interesante preguntarnos si estamos haciendo bien las cosas dentro de nuestra región. ¿Cuáles son nuestras reales prioridades? ¿Qué estamos haciendo mal como región? ¿Los tópicos en las reuniones de la OEA y la UNASUR realmente satisfacen nuestras prioridades regionales?

"El jueves negro" -como quedará recordado desde ahora aquella fatídica jornada del 30 de septiembre en Ecuador- nos debiera hacer un llamado a repensar nuestras prioridades regionales. No tendrá el mismo efecto político hacer una reunión de emergencia en la OEA para rechazar prácticas como las que se vivieron ese día a una reunión para velar por las calidades de nuestras democracias y a fomentar una verdadera defensa de los principios que amparamos como región. Cuando en foros internacionales se hablaba de que los mecanismos de alerta temprana para prevenir hechos de violencia política son absolutamente inoperantes, precisamente se apuntaba a estos factores; de modo que no estamos haciendo caso de hechos que lastimosamente parecen ser cada vez más "normales" en Latinoamérica. Esperemos que en las próximas semanas -pese a la violencia vivida en Ecuador- pueda persistir en nuestra región un debate real sobre los aciertos y errores que estamos cometiendo.


sábado, 11 de septiembre de 2010

La influencia de Al Shabaab y el jihadismo en Somalía

El atentado suicida por un coche bomba que fue perpetrado hace dos días en el aeropuerto de Mogadiscio -la capital somalí- fue suficiente para volver a poner en evidencia la pobre preparación y la casi nula capacidad de las fuerzas somalíes para restaurar el orden interno del país. No puede ser de otra forma, ya que para todos los efectos prácticos, Somalía es un estado fallido. Según datos entregados por el conocido informe "The Failed State Index" que elabora anualmente la revista Foreign Policy, Somalía es el Estado más ingobernable del mundo, incluso más que otros de sus vecinos de la región de Africa como es el caso de Sudán, en donde este último -aún siendo conocido por tener dentro de sus fronteras la peor crisis humanitaria del mundo debido a la guerra en Darfur- en la mencionada lista, es el tercer país más ingobernable del mundo. Otros casos conocidos, como los de República Democrática del Congo que se dieron a conocer por las atrocidades cometidas a su población por la "Fiebre del Coltán" -el coltán es un mineral altamente apetecido para la elaboración de equipos electrónicos, especialmente en la telefonía celular, computación y por supuesto en la industria militar- hicieron que en definitiva se diera una guerra interna donde se cometieron violaciones y asesinatos de escalas difíciles de imaginar y que aún así; con todo este país se sitúa en el lugar cinco de la lista.

Por lo tanto ¿qué habría en Somalía para hacerlo merecedor de este triste primer lugar? La respuesta es bastante simple, ya que gran parte de ésta se explica por el terrorismo jihadista que se ha instalado con especial fuerza después de los atentados del 11-S. En menor grado, hay otros factores, como por ejemplo mencionar que para la comunidad internacional, Somalía es el principal país causante de la piratería en el Golfo de Adén donde se realizan secuestros a buques internacionales que transitan estas aguas de la región costera de Somalía. También se explica, porque Somalía -al igual que muchos otros países africanos- es objeto de un conflicto étnico al interior de sus fronteras que se produjo tras el derrocamiento en 1991 del régimen de Siad Barre. Desde entonces, el país se ha divido en "clanes" o subgrupos nacionales que luchan por áreas de influencia. Por supuesto, no podemos olvidar el factor económico, ya que Somalía posee una de las peores tasas a nivel mundial, con una economía que ni siquiera podría considerarse como de subsistencia. En suma, ha dejado una hambruna de escalas bíblicas, con tasas impensables de mortalidad infantil, entre otras cosas. Como podemos ver, el conflicto dentro de Somalía es increíblemente complejo, con muchas aristas cada vez más interconectadas.

Ahora bien, como se mencionó anteriormente; el principal causante de la actual inseguridad en Somalía ha sido el terrorismo. El grupo terrorista más temido e influyente que opera dentro de Somalía es Al Shabaab, que ha reconocido en ocasiones ser un nexo directo del grupo terrorista Al Qaeda para la región de Africa del Este. Los fines de Al Shabaab se pueden reducir en principalmente dos. Primero, derrocar al Gobierno Federal de Transición (GFT) liderado por el régimen islamista moderado de Sharif Sheikh Ahmed, quien es reconocido por la comunidad internacional y la Misión de la Unión Africana para Somalía (AMISOM) que fue desplegada por el bloque africano en marzo del 2007 para intentar controlar las oleadas de violencia en el país. El segundo objetivo de Al Shabaab es que una vez derrocado el GFT, se pueda instalar un Estado integrista donde impere la ley islámica, ley que -para sus intereses- debe ser regada en toda Africa del Este.

En el marco de esos objetivos, las fuerzas de la AMISOM son victimas de constantes asediadas y ataques con coches bomba, lo que se ha traducido en que buena parte de los países de la Unión Africana cuenten con una menor voluntad política para seguir enviando efectivos a la zona. Actualmente, básicamente Uganda y Burundi son los dos países que han demostrado tener la "mayor" voluntad para tratar de controlar esta situación, pero otros como Nigeria, Ghana o Sierra Leona han tratado de frenar una ayuda tan entusiasta, porque están absolutamente conscientes de que controlar a Al Shabaab y al conjunto de problemas que azotan Somalía, no es una tarea fácil. Por otro lado, tenemos a la comunidad internacional que ha decidido estar al margen -o al menos a no tener un protagonismo mayor para controlar esta situación- basándose en el "respeto" a una misión de paz desplegada bajo el Capítulo VII de la Carta de Naciones Unidas.

Lo cierto es que para ningún efecto práctico resultaría imaginable que un conjunto de países -que dentro de su continente aún no han podido erradicar la pobreza extrema- serían capaces de controlar una oleada de ataques terroristas. Para ello resulta fundamental que países con un mayor presupuesto, con un mayor apoyo logístico, pero por sobre todo con una mayor voluntad política apoyen a Somalía para combatir a Al Shabaab que cada día tiene mayor influencia en Somalía. Mal pueden llegar a pensar los países occidentales que dejar que "Africa resuelva los problemas de los africanos" es la solución. Muy por el contrario, en días donde cada vez nos queda más claro que el terrorismo es un fenómeno multidimensional de alcances globales, de igual forma su combate debe ser multidimensional. Para el particular caso de Somalía el tema es más complejo de lo que parece y con justa razón, ya que hemos esbozado que en este país africano, su ingobernabilidad pasa por muchas aristas. Aún derrotando militarmente a Al Shabaab, no se podrían contener otros conflictos al interior del país, como los de carácter étnico o la seguridad en el cuerno de Africa donde está ubicado el Golfo de Adén. Por tanto, es importante dejar claro que la respuesta a este problema no es sólo militar; debe ser también económica, política, social y cultural.

Para ello, es importante que la comunidad internacional, así como los organismos de seguridad regionales, estén plenamente conscientes de que si no se contiene esta amenaza multidimensional a tiempo, se expandirá un conflicto de consecuencias absolutamente insospechadas.

jueves, 5 de agosto de 2010

La retirada militar estadounidense en Irak ¿El inicio del fin?

Ya es oficial. La retirada de las tropas estadounidenses en Irak tiene su fecha límite. A partir del 31 de agosto finalizan las operaciones de combate, donde se pretenden dejar a cerca de 50.000 soldados para iniciar las labores de entrenamiento e instrucción del ejército iraquí. Ese proceso debe completarse, para que así a finales del 2011, pueda retirarse la totalidad de las tropas estadounidenses del país árabe. Con esto, Obama cumple una de sus principales promesas de campaña, pero al mismo tiempo, la retirada de las tropas estadounidenses despierta algunas interrogantes que repercutirán en el proceso de pacificación del país, ya que el dilema de la seguridad en Irak no es un tema solamente militar, también lo es social, religioso, étnico y político. Acá abordaremos algunas implicancias que podría traer un eventual retiro de las tropas estadounidenses sin velar compromisos en conjunto con la comunidad internacional y las provisorias autoridades iraquíes.

Como mencionamos anteriormente, a fines de este mes se deberían finalizar las operaciones de combate por parte del personal militar estadounidense. Sin embargo, los patrullajes y las operaciones de combate en Bagdad, se habían disminuído gradualmente -casi hasta un punto "cero"- ya para agosto del 2009. En esa fecha, Irak vivió uno de los atentados más terribles desde la guerra, donde murieron más de 95 personas y fueron heridas más de quinientas. Por lo tanto, las labores de patrullaje y las operaciones de combate, ya habían sido atenuadas bastante antes desde la fecha anunciada por el mandatario estadounidense. El año pasado, el repliegue y posterior abandono de las operaciones de combate, se explicaban básicamente porque Estados Unidos no podía seguir enfrentando por sí solo una guerra donde incluso los británicos -sus aliados más cercanos- se habían retirado en el mes de junio desde el puerto de Basora. Pese a estos elementos, actualmente el anuncio del retiro no deja de ser importante, porque Obama y su círculo más cercano bien sabía que en el frente interno la opinión pública comenzaba a repudiar de forma creciente la guerra en Irak.

Ahora bien, como ya lo habíamos explicado en una columna anterior, Irak es un país fuertemente dividido en aspectos étnicos, políticos y religiosos. Sólo para recordar brevemente, Irak -desde Norte a Sur- se encuentra habitado por las etnias kurdas, sunnitas y chiitas, donde esta última constituye la mayoría del país. Sin embargo, el poder político durante siglos ha sido históricamente ejercido por los sunnitas -que pese a ser la minoría étnica de Irak- constituye la gran mayoría en el mundo árabe. Dejemos claro que el último gobierno sunnita fue precisamente el de Saddam Hussein, que según varios medios de prensa se caracterizó por ser fuertemente represivo con las etnias chiitas y kurdas.

Después de la invasión estadounidense en marzo del 2003 -lo que conllevó a que Hussein fuera derrocado y ejecutado- fue investido en Irak un gobierno chiita con Nuri Al-Maliki ocupando el cargo de Primer Ministro. Esto despierta una oportunidad histórica para la etnia chiita de ocupar el poder en Irak, ya que como explicábamos los sunnitas han sido los ejecutores del poder político.

En base a esto último, si revisamos las declaraciones vertidas recientemente por el Consejo de Seguridad de la ONU, el día de ayer (04 de agosto) se hacía un llamado a una pronta formación de un nuevo gobierno iraquí que respondiera a las necesidades actuales del país. Ante esto, el Primer Ministro Nuri Al-Maliki así como el ex Primer Ministro, Ayad Allawi -este último, líder del partido Al Araqiya- reclaman el derecho a formar un gobierno conforme a los resultados de las últimas elecciones, donde los partidos con una fuerte presencia chiita son el componente principal. Evidentemente la propuesta es legítima, sin embargo, se descuida el hecho que en un país que aún atraviesa un proceso de pacificación, sería un error cabal mantener un gobierno en base al aspecto étnico predominante. Como nos muestran las experiencias históricas, para el puntual caso de Irak -debido a sus múltiples aristas- la solución debería apuntar a la formación de un gobierno de reconciliación nacional donde por el momento, se encuentren representadas las tres etnias del país; algo similar a la Presidencia tripartita que se vio en su momento para solucionar el conflicto en Bosnia.

Al-Maliki, así como el ex Primer Ministro, mal podrían llegar a pensar que representar al gobierno en base a las últimas elecciones será la solución más sostenible en el tiempo. Tomar esa decisión sólo exacerbará los conflictos étnicos en el país que podrían incluso, desencadenar en una desintegración territorial.

Como podemos ver, el conflicto en Irak está lejos de terminar con la mera retirada de las tropas estadounidenses. Si bien marcará un precedente en el proceso de pacificación del país, Irak no podrá encontrar una solución sostenible si es que no encuentra coordinación con organismos internacionales que velen por una adecuada representación política y multiétnica del país. En ese sentido, propuestas como la del actual Primer Ministro iraquí, apuntan a una mala salida, que de concretarse, encontrarán un negativo proceso de insospechadas consecuencias étnicas, políticas y sociales en el país árabe.

La clave está en que por ahora -independiente de la retirada de las tropas estadounidenses- exista un proceso de diálogo que abogue por una solución pacífica y sostenible en el tiempo que apunte -en primera instancia- por una representación tripartita mientras se sigue avanzando en negociaciones que conduzcan a Irak en un proceso de paz. Tomar una decisión apresurada -ignorando las bases de la naturaleza del conflicto- sólo llevarán a Irak al camino de la desintegración étnica, política y territorial.

miércoles, 28 de julio de 2010

La tensión colombo-venezolana y sus implicancias regionales

A estas alturas, ya es conocido el nuevo período de tensiones entre Colombia y Venezuela. Ello, a raíz de que Bogotá ha decidido acusar formalmente ante la OEA al régimen de Hugo Chávez por albergar y darle protección a la cúpula de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC) y del Ejército de Liberación Nacional (ELN). Según los datos entregados por las autoridades colombianas, se trataría de Iván Márquez; Rodrigo Granda, alias 'Ricardo'; Timoleón Jiménez, alias 'Timochenko', y Germán Briceño, alias 'Grannobles' (todos ellos miembros de las FARC); así como a Carlos Marín Guarín, alias 'Pablito', perteneciente al ELN.

En respuesta a estas acusaciones, Caracas ha decidido romper las relaciones diplomáticas con Colombia. Un hecho que en el corto plazo, no tendrá mayores efectos prácticos, debido a que en julio del año pasado, las relaciones bilaterales ya se encontraban congeladas después de la tensión originada a raíz de que Colombia firmara un acuerdo de cooperación militar con Estados Unidos para combatir el narcotráfico y la guerrilla que azota al país cafetero. En la ocasión, Hugo Chávez sostenía que ese acuerdo podría desencadenar en una guerra, porque a todas luces representaba una amenaza a su proceso revolucionario al instalarse una serie de bases militares cerca de su país.

En base a estas turbulencias diplomáticas, el conflicto en el área de Norte de Sudamérica se ha gestado y desarrollado con una muy pobre capacidad de diálogo y con una leve voluntad política. En todo caso, esto ocurre a pocos días de que el régimen del aún mandatario colombiano, Álvaro Uribe esté por dejar el poder y entregárselo al que ha sido definido como el "continuador de su obra"; su ex Ministro de Defensa, Juan Manuel Santos que resultó vencedor en las pasadas elecciones del 21 de julio con un 69% de los votos. Sin duda, el nuevo jefe de Palacio Nariño tendrá un duro reto desde el primer día de su investidura. No puede ser de otra forma, porque para Santos la relación entre Colombia y Venezuela dará probablemente la primera pauta de lo que se verá en los próximos años de este verdadero ajedrez político regional. Si bien hasta la fecha, ya se ha mostrado un recambio importante en las fuerzas políticas de América Latina, el caso colombiano resulta crucial debido a que es el principal aliado estadounidense en la región.

Lo que sí es rescatable, son algunos hechos que -por experiencia histórica- Bogotá no se puede dar el lujo de repetir. Primero, durante la gestión de Uribe, la tensión se elevó a niveles completamente innecesarios después de que en marzo del 2008, el país cafetero realizara un "ataque preventivo" en territorio ecuatoriano una vez confirmada la presencia de "Raúl Reyes" uno de los principales líderes de las FARC que resultó abatido luego del bombardeo. Más allá de toda crítica respecto a las FARC, lo cierto es que Bogotá violó abiertamente un principio inmanente en la política internacional: la soberanía del Estado. Así como Colombia defendió su soberanía para realizar alianzas militares con Estados Unidos, debe ahora velar para que esa misma soberanía de sus países vecinos, no se vea vulnerada con una eventual escaramuza. Sólo así, el régimen de Santos podrá marcar un antes y un después en el "uribismo" colombiano. Si por el contrario -y como se vio durante su campaña presidencial- Santos no tuvo tapujos en alabar las políticas de Uribe orientadas a debilitar logística y militarmente a las FARC -de hecho el fue un artífice no menor, debido a que fue el Ministro de Defensa de Uribe- entonces, no es alentador el panorama que se podría avecinar en las relaciones colombo-venezolanas. Para muchos analistas la pregunta es ¿cómo se configurarán las relaciones entre Bogotá y Caracas con la llegada de Santos?. A nuestro juicio es ¿cuánto durará la luna de miel entre Bogotá y Caracas una vez investido Santos? Lo anterior, a nuestro juicio se plantea de esta forma, porque el acuerdo que facilita las siete bases militares para realizar acciones de inteligencia por parte de personal norteamericano, fue un acuerdo firmado entre el Estado colombiano y su par estadounidense, no fue un acuerdo intergubernamental entre Uribe y Obama. Teniendo en cuenta lo anterior, sería difícil imaginar que las relaciones entre Santos y Chávez mejoren en el mediano y largo plazo. De existir una felicitación en términos protocolares desde el mandatario venezolano a su nuevo par colombiano, la puede haber; sin embargo, por sí solo el aspecto protocolar está lejos de ser el determinante para mejorar las relaciones entre esos dos países, que sin dudas y con muy buenas razones, ha despertado el interés y la preocupación regional.

Al menos por ahora, el período de tensión actual entre Bogotá y Caracas se tratará en la cumbre de UNASUR que dentro de pocas horas se celebrará en Quito. Bolivia y Ecuador ya han manifestado que las acusaciones de Colombia en el marco de la reunión de la OEA eran para "ventilar" sus problemas internos.

El país cafetero -que en todo caso participará de la cumbre de UNASUR- afirma que "espera pasar de las discusiones a las soluciones". Una declaración que ya marca un aspecto importante porque el año pasado, Gabriel Silva -que aún es el Ministro de Defensa colombiano- afirmó al ser consultado por las contínuas reuniones del bloque para tratar la presencia de las bases estadounidenses en Colombia que "eventualmente si este impasse se perpetúa y no vemos una preocupación por el armamentismo, el tráfico de armas, el narcotráfico, el crimen organizado, si no hay sensibilidad por esos temas que son los de los colombianos, pues seríamos invitados de piedra y tocaría evaluar esa posibilidad (de retirarse)"

La cumbre de hoy en Quito será fundamental para ver cómo evoluciona esa postura colombiana para las próximas reuniones. De no llegar a alguna declaración concreta, Colombia ya tendría una señal importante para evaluar aún más su permanencia en el bloque regional. Por más que la decisión termine siendo de Santos y no de Uribe, el mandatario entrante puede verse fuertemente influenciado por las implicancias regionales que esto representa. Si finalmente Colombia decidiera salir de la UNASUR estaríamos en presencia de una "integración desintegrada". Veamos si esto se concreta en los próximos meses, pero lo que sí es seguro, es que para Santos ya es un tema de preocupación velar por la reconstrucción de la agenda con Venezuela o mejor dicho, algo que se aproxime a eso.

martes, 20 de julio de 2010

Bolivia y Chile en medio de la agenda de trece puntos

Hasta hace poco, se suscitaron dos buenos motivos para preguntarnos hacia dónde se dirigen -o se podrían dirigir- las relaciones chileno-bolivianas en el gobierno de Sebastián Piñera. Recordemos que a inicios de este mes, Marcelo Antezana Ex Comandante del Ejército de Bolivia y actual Senador por el partido opositor Convergencia Nacional, había declarado a medios de prensa locales que "la vía armada es la única forma de recuperar el mar". Dejemos claro que independientemente el senador boliviano sea opositor, su declaración no debería sernos indiferente, puesto que nos tocó vivir un proceso similar con las declaraciones del también Ex Comandante -pero de las fuerzas militares peruanas- General Edwin Donayre.

El otro hecho que afortunadamente llamó más la atención, es la reunión efectuada a nivel de vicecancilleres entre el 12 y 13 de julio para retomar las conversaciones bilaterales en el marco de la agenda de trece puntos. En la ocasión, Mónica Soriano y Fernando Schmidt -vicecancilleres de Bolivia y Chile, respectivamente- se reunieron en La Paz para discutir el trasfondo de básicamente tres temas incorporados en la agenda. Uno de ellos, fue la habilitación del puerto de Iquique para actividades comerciales, otro fue el avance en materia de renovación para la línea ferroviaria Arica-La Paz y por último, temas de seguridad fronteriza. Podemos ver que la demanda marítima boliviana no estuvo en esta ocasión y ello se debe a que probablemente el Palacio Quemado comprende que por ahora no es el momento oportuno para tocar el tema a nivel de vicecancilleres, lo que no quiere decir que el tema está ausente y no sea un tópico para futuras reuniones.

Se puede apreciar que el gobierno de Piñera -por el hecho de estar inserto en un bloque político mucho más renuente a tratar la demanda boliviana con soberanía- ha tenido desde la campaña presidencial un aspecto pragmático mucho más marcado que pauteará las diferencias con la administración Bachelet. La ex Presidenta si bien también dejó claro en su momento que la soberanía no era un aspecto negociable y que por el contrario, "se debían dar las facilidades necesarias para conferirle la cualidad marítima a Bolivia", lo cierto es que el círculo más cercano al actual Presidente, tendrá un componente de más realismo que podría agitar las relaciones bilaterales en el futuro. Lo clave de ello, es que la Cancillería chilena siga manteniendo la política de Estado en esta materia, sólo que en este caso, el Edificio Carrera ha optado llevarla adelante con un pragmatismo más fuerte que en casos anteriores. En cualquier caso, parece que sigue habiendo un piso político en términos de cómo se lleva a cabo la política vecinal. Por otro lado, no es menos llamativo mencionar que por lo visto, se han cumplido una serie de situaciones que habíamos tratado anteriormente en otra columna, respecto no sólo al tema de cómo Chile marcará sus relaciones con Bolivia, sino que con otros países de la región latinoamericana.

Para el caso del dilema boliviano, no debemos olvidar que hay un tope en las negociaciones y es la demanda peruana. Ello ha facilitado que los bloques opositores de nuestros vecinos del norte, siguen viendo cómo este cambio político en la forma pueda perturbar sus aspiraciones marítimas. De ahí resulta explicable la aparición de personajes como Donayre y Antezana, pero en cualquier caso, no serán los últimos y eso es un hecho.

El aspecto rescatable por ahora, es que ya pudimos ver que hay buena voluntad de ambos Estados y esto fue lo que pudo materializar una reunión que a todas luces, era necesaria. El cómo avance la relación bilateral entre La Paz y Santiago es la pregunta que nos queda, pero con toda seguridad ya podremos responderla conocido el fallo del Tribunal de la Haya. Lamentablemente para nuestros intereses marítimo-territoriales, no puede ser de otra forma.

jueves, 8 de julio de 2010

Rusia, Estados Unidos y la diplomacia espiada

Hace algunas semanas, se desató una tenue controversia entre Estados Unidos y Rusia generada a partir de la captura en territorio estadounidense de una presunta red conformada por unos diez espías que estaban recabando información favorable a Rusia. Lo anterior, evidentemente trajo el efecto mediático que se esperaba: se estaba volviendo a la era de la Guerra Fría, donde las acciones de espionaje e inteligencia eran una constante entre las superpotencias.

En todo caso, hay que mencionar que en la actualidad -donde el dominio de los medios de comunicación, las redes sociales y el manejo de las grandes cadenas de información- han dominado en forma mucho más eficaz el manejo comunicacional que se lleva a cabo en los círculos diplomáticos. Por lo tanto, las señales enviadas a la prensa y a la comunidad internacional, deben y tienen que basarse en principios más conciliadores, diplomáticos y cautos.

Lo anterior no puede ser de otra forma, porque entre las relaciones ruso-estadounidenses, debemos considerar además otro factor importantísimo: la investidura de Obama en la Casa Blanca tiene que seguir marcando un antes y un después desde la discutible administración de George W. Bush, donde en materia internacional, las relaciones diplomáticas con Rusia se vieron seriamente afectadas. Recordemos que durante la administración Bush, se aprobaron una serie de medidas que iban en detrimiento de los intereses estratégicos de Moscú. En aquél entonces, Washington pretendía instalar en República Checa y Polonia una serie de baterías y radares antimisiles para proteger a sus aliados en Europa de la existencia de los llamados "Estados paria", vale decir, Estados con poder nuclear que mantendrían una política fuertemente hostil hacia Occidente. Para la lógica de la Casa Blanca, casos como los de Irán y Corea del Norte serían claros ejemplos de ello. Por su parte, Moscú no veía con buenos ojos la instalación de baterías antimisiles a escasos kilómetros de sus fronteras, ya que los asesores del Kremlin sospechaban que ese plan estaría dirigido para contrarrestar cualquier avance en materia nuclear por su país.

Ante esa situación, Vladimir Putin -que en ese tiempo era el Presidente de la Federación Rusa- manifiestó en junio de 2007, "no queremos ninguna confrontación, pero en caso de despliegue de un escudo antimisiles en Europa, y hoy lo advertimos, habrá respuesta. Necesitamos garantizar nuestra seguridad". Declaraciones similares fueron emuladas por las más altas autoridades militares rusas, como fue el caso del General Nikolai Solovcov, quien manifestó que "en caso de que la República Checa y Polonia decidan crear en su territorio las bases del escudo anti-misil estadounidense, nuestro Ejército incluirá esos emplazamientos en sus potenciales blancos". Bajo la administración Bush nunca se concretaron dichos proyectos, pero desde que Obama ocupó la primera magistratura, quedaron las dudas respecto a si el nuevo mandatario seguiría con esa línea. Debido a la importancia que tiene para Obama el enviar señales diplomáticas, decidió abortar todos los planes y si bien, actualmente Estados Unidos ha seguido estudiando la instalación de un escudo antimisiles -aunque ahora en Rumania- lo cierto es que no podrá concretarse antes del 2015, puesto que los asesores de Obama, entienden que en base a las asperezas de antaño, la opinión de Rusia es más importante de lo que se cree.

Señales igual de conciliadoras se han tratado de enviar desde que el nuevo mandatario estadounidense llegó al poder. En marzo del 2009, la Secretaria de Estado estadounidense, Hillary Clinton, visitó en Ginebra a su homólogo ruso Serguei Lavrov, con la finalidad de "resetear" las relaciones diplomáticas entre sus países. El simbólico "botón rojo" para resetear las relaciones bilaterales, marcó una agenda que para varios iba a marcar una diferencia entre la salida de Bush y la entrada de Obama.

Entre otros aspectos, el anterior ha sido el componente que visiblemente se ha marcado como el más relevante en los aspectos bilaterales al interior de las nuevas relaciones ruso-estadounidenses. Si bajo las acusaciones de espionaje ruso, Obama hubiera mostrado una evidente molestia, los esfuerzos por mejorar la diplomacia entre los dos gigantes hubiesen escalado innecesariamente hasta quedar como infructuosas. De todas formas, pese a no mostrar esa molestia abiertamente, los círculos cercanos a Obama saben que esta situación incomoda más de lo que se muestra hacia la prensa. Teniendo claro que las acciones de inteligencia -pese a toda crítica y juicio- son necesarias para la supervivencia del Estado, al parecer esta situación sólo será recordada como un leve impasse tratado bajo un marco protocolar y que no debería impedir la promesa de cambio que Obama plasmó respecto a la relación con Moscú.

Estados Unidos y Rusia tienen muchos más asuntos que los convoca a cooperar más que otros que los lleva a discernir, pero tengámoslo claro, no se debe ser incauto. Mientras los gigantes se siguen mirando de cerca, la diplomacia espiada continúa.

sábado, 26 de junio de 2010

Kirguistán: Algunas claves para entender el conflicto

A mediados de mes, Kirguistán volvió a ser motivo de preocupación luego de que los enfrentamientos étnicos entre kirguises y uzbecos se llevaran a cabo en las provincias de Osh y Jalalabad -dos importantes urbes en el Sur del país- que en su conjunto dejaron como saldo una cifra que ampliamente supera el centenar de víctimas fatales y con aproximadamente unos 80.000 desplazados que han buscado refugio en la vecina Uzbekistán. Con un conflicto que ya ha sido catalogado como "el peor de los últimos veinte años" sería difícil imaginar que esta cifra de víctimas quede estancada.

Los conflictos étnicos en Asia Central nunca han tenido el peso que merecen y esa es la razón por la cual la comunidad internacional no tiende a enterarse de ellos -o más bien a "re-enterarse" hasta que las crisis humanitarias resaltan su lado más oscuro.

Es por ello que en esta columna se revisarán básicamente dos aspectos. En primer término, dar a conocer algunas claves históricas para entender la lógica de un conflicto agudizado desde la caída de la Unión Soviética y en segundo término, dar algunas apreciaciones respecto a cuáles podrían ser los escenarios futuros que le esperan a ese castigado país en vista de que una eventual presencia militar rusa no pareciera tener la misma voluntad que se vio durante los primeros años de la década de los noventa. Ello, porque sencillamente no es compatible con los intereses estratégicos de Moscú, al menos en el corto plazo. Todo lo anterior, será esbozado en las próximas lineas.

Tanto Kirguistán, así como Uzbekistán y Takiyistán, eran antiguas repúblicas de la Unión Soviética, las cuales nacieron como consecuencia de la rupura o división del Valle de Ferganá. Kirguises y uzbecos -que son las dos etnias predominantes en esa región- han convivido armónica e históricamente durante siglos, llegando incluso a compartir sus familias. Ambas etnias hablan turco y comparten la religión musulmana. Los analistas actuales dirían sin embargo que dicha coexistencia estuvo motivada por aspectos económicos, ya que mientras los kirguises eran criadores de ganado, los uzbecos cultivaban la tierra.

La creación de la Unión Soviética y su posterior eje geopolítico de influencia, fue suficiente para dividir el valle de Ferganá y dar origen a esas tres repúblicas bajo la órbita soviética. Esto conllevó a que las organizaciones de vida entre uzbecos y kirguises se modificaran y a que estas etnias tuvieran que emigrar del valle de Ferganá y a repartirse en estas tres nuevas repúblicas. En el caso de Kirguistán, diversos estudios recientes sostienen que la etnia kirguís se impone ampliamente con una representación del 70% de la población, mientras que la uzbeca representa a cerca del 15%. En el aspecto político, cabe destacar que el Presidente de Kirguistán recién fue reconocido como la máxima autoridad política desde 1990, ya que anteriormente a esa fecha, la figura política más relevante de la nación estaba encarnada por el Gobernador del Consejo Supremo, cargo que desde 1936 fue el más importante cuando la actual Kirguistán era conocida como la Republica Socialista Soviética de Kirguistán.

Cuando la desaparición de la Unión Soviética era inminente, trajo consigo que el estallamiento de los conflictos étnicos entre kirguises y uzbecos, volvieran a aparecer. Como consecuencia, el líder ruso, Mijail Gorbachov entendió que para un area de su influencia, era impensable que señales como esas se constataran, especialmente porque ello implicaría que la Unión Soviética -que hasta entonces, aún existía- ya había perdido todo peso político y estratégico en la región de Asia Central. Por ello, se decide enviar una intervención militar para tratar de contener la violencia étnica entre kirguises y uzbecos. En el contexto de aquel entonces, aparece el primer Presidente de Kirguistán, Askar Akáyev quien -después de tres reelecciones y de haber ostentado el poder durante quince años- fue derrocado mediante una revolución, conocida como La Revolución de los Tulipanes. El 2005 luego de la dimisión y posterior huída de Akáyev y sus principales colaboradores a Rusia, se celebran elecciones; resultando ganador Kurmanbek Bakiyev, un destacado opositor kirguís a las políticas de Akáyev.

Sin embargo, el gobierno de Bakiyev estuvo lejos de mejorar en el frente interno. Mostrándose con una política altamente represiva, el estado de violencia siguió presente. Durante su administración, también comienza a crecer la importación y consumo de drogas, principalmente de la amapola que llegaba en forma abundante desde Afganistán.

Fue así hasta que las tensiones internas lograron que dimitiera de su cargo en abril de este año. Lo anterior, trajo la sensación de que los conflictos étnicos volvieran a aparecer debido a que durante su mandato los enfrentamientos entre kirguises y uzbecos -si bien seguían presentes- pasaron a segundo plano.

Desde ahí, el Parlamento designa como Presidente interino a Rosa Otunbayeva, una figura política importante en el país. Fue Ministra de Asuntos Exteriores en el gobierno de Akáyev y tuvo una participación importante durante el proceso que consiguió que Bakiyev renunciara a su cargo.

El gobierno de Otunbayeva tiene un serio desafío: promover y consolidar el diálogo entre kirguises y uzbecos, mejorar la institucionalidad interna y disminuir las altas tasas de pobreza que azotan al país.

Prácticamente desde que se inició el conflicto étnico entre kirguises y uzbecos durante este mes, Otunbayeva y una serie de movimientos y políticos kirguises han demandado más presencia rusa en el país. Lo anterior es entendible si consideramos que Kirguistán ha sido un aliado clave para Moscú en el contexto de la década de los noventa. Sin embargo, Rusia actualmente ha manifestado que lo ocurrido en Kirguistán "es un conflicto interno y por ahora Rusia no ve las condiciones para formar parte en su resolución". En otras palabras, el régimen de Otunbayeva tendría por ahora más posibilidades de tener apoyo en organizaciones regionales o internacionales, más que desde la propia Rusia. En el Kremlin se entiende que actualmente no están las condiciones para mantener un eje de influencia en Asia Central en momentos donde hay prioridades mucho más preocupantes cerca de sus propias fronteras, específicamente con la lucha que Rusia sigue manteniendo con los separatistas chechenos, ingushes y daguestanes que han sido mencionados en una columna anterior.

Si bien a Moscú le preocupa que el conflicto étnico se extienda en la región, no velará por un papel protagónico más allá de las ayudas simbólicas que pueda prestarle al país. En rigor, con los envíos de ayuda humanitaria o bien, con la participación de efectivos militares para proteger sus bases aéreas.

China también ha manifestado su preocupación y es lógico al saber que el gigante asiático también tiene sus propios conflictos étnicos entre los han y uigures en la provincia de Xinjuang. Lo que pase en Kirguistán para los intereses chinos es clave, ya que las emigraciones masivas de kirguises y uzbecos -al propagarse por Uzbekistán y el resto de los países de la región- es un claro motivo de preocupación para Pekín, ya que su combate con la etnia uigur es un conflicto básicamente étnico-religioso. Los uigures al ser de religión musulmana, verían concentrado su apoyo al recibir más etnias que fortalezcan y legitimen su posición religiosa. Por lo tanto, es natural que China también se vea preocupado por ello.

En resumen, dos importantes paises del Este -como en estos dos casos- ya han manifestado su preocupación, pero no han dado directrices de intervención, por lo que no debería extrañar que se logre una tenue intervención conjunta con Naciones Unidas o bien, reforzar los apoyos ya existentes con el organismo multilateral.

Rusia ha comprendido que la geopolítica global para los países de Asia Central no está en condiciones de operar mientras que en el Cáucaso la situación se encuentre tensa. Sería irrisorio pensar en un desvío de bienes económicos, materiales y humanos para países como Kirguistán, porque ello no haría más que bajar la guardia rusa en el frente checheno, un importante enclave que controla los principales oleoductos entre el Mar Caspio y el Cáucaso.

Por lo tanto, Rusia -y también China- tendrán que esperar con atención qué medidas conjuntas tomará el Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas. Mientras en Asia Central está por destaparse una verdadera olla a presión, kirguises y uzbecos siguen siendo los grandes perdedores del conflicto.