En una columna anterior, ya había comentado que en la praxis de las relaciones interestatales, el manejo de la política exterior tiende a sufrir cambios sustantivos. Esta afirmación es mucho más evidente cuando se presenta un cambio importante en la administración del poder político, especialmente cuando hay un recambio en los roles de oficialismo-oposición. Lo que estamos viviendo en Chile, es un claro ejemplo de ello. La Concertación después de haber ejercido el poder durante 20 años, pasará a un rol de oposición en momentos donde la región latinoamericana atraviesa por un complejo momento en sus relaciones intervecinales como producto de la creciente polarización ideológica que se ha manifestado desde hace bastante tiempo, pero que con especial fuerza, se ha presentado en los últimos cinco años.
Como sabemos, el año 2009 no fue un año precisamente pasivo en el ámbito regional. La crisis en Honduras, la instalación de bases estadounidenses en territorio colombiano, la presentación de la demanda marítima por Perú ante la Corte Internacional de Justicia y las aspiraciones bolivianas por acceder de forma soberana al Océano Pacífico -bajo la "Agenda de trece puntos"- son temas que repercutieron fuertemente en el debate político interno.
Ahora con una Concertación saliente del poder, cabe preguntarse si la postura oficial del gobierno entrante seguirá siendo la misma en algunos tópicos de importancia a nivel regional. Es una pregunta no menor, ya que la postura chilena en algunos de estos temas, serán claves para ver cómo se configurará el equilibrio de fuerzas políticas en Sudamérica.
Para nadie es sorpresa que las relaciones entre el gobierno entrante y países como México, Colombia o Perú se vean fortalecidas gracias a sus coincidencias con la administración de la economía y su adversión a las prácticas que impulsan algunos de los países que siguen "El socialismo del siglo XXI". Esto le significará irremediablemente a Chile una apatía por parte del eje bolivariano, pero la pregunta es cómo se va a manifestar dicha apatía en los próximos meses. Con la primera advertencia de "no meterse en los asuntos venezolanos" que Chávez le hizo saber a Piñera, ya podemos saber que al menos, las relaciones entre Caracas y Santiago quedarán en "Stand-by".
La tajante negativa que durante su campaña presidencial mostró Sebastían Piñera ante una eventual negociación de una salida soberana al mar con el gobierno de Evo Morales, también mostró un cambio importante en el manejo de la política vecinal. Pese a toda crítica, lo cierto es que el futuro mandatario chileno, está viendo las cosas "lo más realista posible". Algo de lo que -estrictamente en esta materia- distó mucho la anterior administración, porque si bien la "Agenda de trece puntos" incluía la reivindicación marítima boliviana, le faltó mucho más realismo a nuestra cancillería, el dejar en claro que la soberanía no era un aspecto negociable. Esta falta de realismo, se traducirá en una relación áspera entre La Paz y Santiago y que dicho sea de paso, con ello tendrá que lidiar nuestra futura Cancillería.
El recambio del equilibrio de fuerzas en la región, es un hecho inminente y que por cierto, no estará exento de polémicas. El "factor Chávez" será el que pauteará la nueva cosmovisión chilena a nivel regional.
Apartando el hecho de que el futuro gobierno será recordado como el primer gobierno de derecha en ser electo democráticamente desde el retorno a la democracia, también será recordado como el gobierno con los desafíos más complejos en política regional y no es para menos. Desde el primer día en que asuma Piñera, su Cancillería será un punto clave a seguir, de manera que esperemos que en pos de los intereses nacionales y su convivencia sana con la región, el futuro mandatario sepa tomar una decisión cauta y prudente.
Como sabemos, el año 2009 no fue un año precisamente pasivo en el ámbito regional. La crisis en Honduras, la instalación de bases estadounidenses en territorio colombiano, la presentación de la demanda marítima por Perú ante la Corte Internacional de Justicia y las aspiraciones bolivianas por acceder de forma soberana al Océano Pacífico -bajo la "Agenda de trece puntos"- son temas que repercutieron fuertemente en el debate político interno.
Ahora con una Concertación saliente del poder, cabe preguntarse si la postura oficial del gobierno entrante seguirá siendo la misma en algunos tópicos de importancia a nivel regional. Es una pregunta no menor, ya que la postura chilena en algunos de estos temas, serán claves para ver cómo se configurará el equilibrio de fuerzas políticas en Sudamérica.
Para nadie es sorpresa que las relaciones entre el gobierno entrante y países como México, Colombia o Perú se vean fortalecidas gracias a sus coincidencias con la administración de la economía y su adversión a las prácticas que impulsan algunos de los países que siguen "El socialismo del siglo XXI". Esto le significará irremediablemente a Chile una apatía por parte del eje bolivariano, pero la pregunta es cómo se va a manifestar dicha apatía en los próximos meses. Con la primera advertencia de "no meterse en los asuntos venezolanos" que Chávez le hizo saber a Piñera, ya podemos saber que al menos, las relaciones entre Caracas y Santiago quedarán en "Stand-by".
La tajante negativa que durante su campaña presidencial mostró Sebastían Piñera ante una eventual negociación de una salida soberana al mar con el gobierno de Evo Morales, también mostró un cambio importante en el manejo de la política vecinal. Pese a toda crítica, lo cierto es que el futuro mandatario chileno, está viendo las cosas "lo más realista posible". Algo de lo que -estrictamente en esta materia- distó mucho la anterior administración, porque si bien la "Agenda de trece puntos" incluía la reivindicación marítima boliviana, le faltó mucho más realismo a nuestra cancillería, el dejar en claro que la soberanía no era un aspecto negociable. Esta falta de realismo, se traducirá en una relación áspera entre La Paz y Santiago y que dicho sea de paso, con ello tendrá que lidiar nuestra futura Cancillería.
El recambio del equilibrio de fuerzas en la región, es un hecho inminente y que por cierto, no estará exento de polémicas. El "factor Chávez" será el que pauteará la nueva cosmovisión chilena a nivel regional.
Apartando el hecho de que el futuro gobierno será recordado como el primer gobierno de derecha en ser electo democráticamente desde el retorno a la democracia, también será recordado como el gobierno con los desafíos más complejos en política regional y no es para menos. Desde el primer día en que asuma Piñera, su Cancillería será un punto clave a seguir, de manera que esperemos que en pos de los intereses nacionales y su convivencia sana con la región, el futuro mandatario sepa tomar una decisión cauta y prudente.
Chile yo cacho que tiene que ser sólido en política exterior, no "ahí como que si pero no" jugando a la respuesta inteligente. ¿Ahora con Piñera en política exterior?, yo cacho que va a defender el proyecto neoliberal jaja y se va a ir a la chucha por 4 años de nuevo la integración de los países latinoamericanos.
ResponderEliminarMíguel! jajaja sigue así loco escribís la raja, se entiende todo, no como otros blogs que te hacen dormir con palabras sacadas de libros culiaos de wnes raros
ResponderEliminarHAHAHA gracias por tus palabras Pablo.
ResponderEliminarAl igual que tú, pienso que Chile cometió un grave error en la administración Bachelet al no haber sido más claro en ciertos tópicos -como el caso de Bolivia que comentaba- y que ésto será lo que acarreará un problema de aislamiento con algunos vecinos que tenían una relación semi-fluida con el gobierno saliente.
En fin, se vendrá una piedra en el zapato a partir de la investidura de Piñera en la presidencia. En política exterior, el futuro mandatario no tendrá las cosas nada de fácil.