El año que recién comienza, probablemente será recordado como un año con un fuerte vuelco en el manejo de las políticas antiterroristas globales. Y no es para menos; la lucha contra la actividad subversiva deberá sufrir importantes cambios, porque la lucha contra Al Qaeda y sus simpatizantes, imperiosamente no puede ser la misma que planteó la administración Bush tras el atentado del World Trade Center. Despúes de nueve años de lucha sin descanso, Estados Unidos parece comprender finalmente, que los medios militares no le aseguran una victoria ni en Medio Oriente, ni en su lucha contra el terrorismo global.
Recordemos que durante la campaña presidencial estadounidense, Barack Obama había prometido retirar el contingente militar asentado en Irak en un plazo de 16 meses, es decir, para finales del 2010 ya debería estar retirado el grueso de las tropas, dejando un pequeño núcleo para apoyar las labores logísticas y de entrenamiento del ejército iraquí. Sin embargo, no ocurre lo mismo en Afganistán. Barack Obama ha decidido reforzar la presencia militar en el país sur-asiático, en momentos donde se impone una nueva victoria electoral de Hamid Karzai -el presidente interino de la nación- que se ha visto acosado con nuevos atentados suicidas de los remanentes de El Talibán, la agrupación de fundamentalistas islámicos responsables de gran parte de los atentados con coches-bomba en distintas partes del país.
La preocupación de Washington por reforzar sus medidas en la lucha antiterrorista se han hecho evidentes, ya que los atentados de los talibanes, se han vuelto cada vez más eficaces y mortíferos. A modo de ejemplo, se han hecho atentados contra importantes figuras nacionales, como es el caso de Abdullah Laghmani -el segundo al mando de los servicios de inteligencia afganos-, se han hecho atentados con coches-bomba a escasos metros de bases militares internacionales y hace sólo una semana, se perpetró un atentado en una base militar estadounidense en Jost, una región al este de Afganistán, donde resultaron muertos siete agentes de la CIA. En resumen, Estados Unidos está plenamente consciente que las cosas se le van cuesta arriba y que debe hacer algo rápido para contrarrestar estos efectos.
El atentado perpetrado contra agentes de la CIA en Jost, fue el que más llamó la atención de la opinión pública, ya que éste fue realizado por Humam Jalil Abu Mulal Al Balawi, un doble agente que parecía trabajar para la agencia norteamericana, pero que finalmente era un ciudadano jordano afín a Al Qaeda que se terminó inmolando en la base militar antes mencionada. Esto, puso de manifiesto la enorme incompetencia de los servicios de inteligencia estadounidenses, ya que éstos necesitaron los servicios de Al Balawi, porque ninguno de sus agentes sabía hablar la lengua local afgana, el pashtún. Afganistán, así como cualquiera de los países que lo rodean, están caracterizados por una diversidad linguística enorme y una clave para poder realizar las labores de inteligencia de una manera más eficiente, era infiltrar agentes que dominaran estas lenguas locales. El error grave de la CIA, fue no haber capacitado a sus propios agentes en el manejo del pashtún para infiltrarse en esas regiones. Si Estados Unidos tiene claro que en Afganistán, el componente militar deberá ser menor, tiene que compensar la balanza con eficientes labores de inteligencia; algo en lo que ha estado cayendo desde hace bastante años.
Dicen que "el mejor ataque, es una sólida defensa" y si Estados Unidos desea neutralizar la gran parte de las actividades subversivas de El Talibán, deberá enfocarse en recomponer el adoctrinamiento y capacitación de sus agentes de inteligencia, pero lo más importante, es tener una plena independencia de los servicios que pudiese prestarle la población local, ya que podría repetirse la historia en Jost.
Por ahora, sólo queda una enorme sensación de culpa en el gobierno estadounidense y no es para menos, porque varios creemos que las políticas preventivas son más eficaces que las guerras preventivas.
Recordemos que durante la campaña presidencial estadounidense, Barack Obama había prometido retirar el contingente militar asentado en Irak en un plazo de 16 meses, es decir, para finales del 2010 ya debería estar retirado el grueso de las tropas, dejando un pequeño núcleo para apoyar las labores logísticas y de entrenamiento del ejército iraquí. Sin embargo, no ocurre lo mismo en Afganistán. Barack Obama ha decidido reforzar la presencia militar en el país sur-asiático, en momentos donde se impone una nueva victoria electoral de Hamid Karzai -el presidente interino de la nación- que se ha visto acosado con nuevos atentados suicidas de los remanentes de El Talibán, la agrupación de fundamentalistas islámicos responsables de gran parte de los atentados con coches-bomba en distintas partes del país.
La preocupación de Washington por reforzar sus medidas en la lucha antiterrorista se han hecho evidentes, ya que los atentados de los talibanes, se han vuelto cada vez más eficaces y mortíferos. A modo de ejemplo, se han hecho atentados contra importantes figuras nacionales, como es el caso de Abdullah Laghmani -el segundo al mando de los servicios de inteligencia afganos-, se han hecho atentados con coches-bomba a escasos metros de bases militares internacionales y hace sólo una semana, se perpetró un atentado en una base militar estadounidense en Jost, una región al este de Afganistán, donde resultaron muertos siete agentes de la CIA. En resumen, Estados Unidos está plenamente consciente que las cosas se le van cuesta arriba y que debe hacer algo rápido para contrarrestar estos efectos.
El atentado perpetrado contra agentes de la CIA en Jost, fue el que más llamó la atención de la opinión pública, ya que éste fue realizado por Humam Jalil Abu Mulal Al Balawi, un doble agente que parecía trabajar para la agencia norteamericana, pero que finalmente era un ciudadano jordano afín a Al Qaeda que se terminó inmolando en la base militar antes mencionada. Esto, puso de manifiesto la enorme incompetencia de los servicios de inteligencia estadounidenses, ya que éstos necesitaron los servicios de Al Balawi, porque ninguno de sus agentes sabía hablar la lengua local afgana, el pashtún. Afganistán, así como cualquiera de los países que lo rodean, están caracterizados por una diversidad linguística enorme y una clave para poder realizar las labores de inteligencia de una manera más eficiente, era infiltrar agentes que dominaran estas lenguas locales. El error grave de la CIA, fue no haber capacitado a sus propios agentes en el manejo del pashtún para infiltrarse en esas regiones. Si Estados Unidos tiene claro que en Afganistán, el componente militar deberá ser menor, tiene que compensar la balanza con eficientes labores de inteligencia; algo en lo que ha estado cayendo desde hace bastante años.
Dicen que "el mejor ataque, es una sólida defensa" y si Estados Unidos desea neutralizar la gran parte de las actividades subversivas de El Talibán, deberá enfocarse en recomponer el adoctrinamiento y capacitación de sus agentes de inteligencia, pero lo más importante, es tener una plena independencia de los servicios que pudiese prestarle la población local, ya que podría repetirse la historia en Jost.
Por ahora, sólo queda una enorme sensación de culpa en el gobierno estadounidense y no es para menos, porque varios creemos que las políticas preventivas son más eficaces que las guerras preventivas.
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