Esta semana, Grecia -un país del que históricamente se sabe mucho y del que coyunturalmente se sabe poco- pasó a ser motivo de atención para la comunidad internacional luego de la oleada de atentados que se intentaron realizar con paquetes bomba y que cuyos objetivos, eran las embajadas de una serie de países, entre ellas, la nuestra. Hasta el momento, los dardos de los servicios de inteligencia tanto locales como extranjeros, apuntan a la participación de un grupo anarquista local conocido la "Conspiración de las células de fuego". Pese a que la mayor parte de los atentados que eran dirigidos a las embajadas han sido desactivados, la alerta es máxima en las tierras atenienses.
Interpretar la magnitud de estos hechos resulta complejo para un país como Grecia, que en el último tiempo se ha caracterizado por tener serios problemas económicos, políticos y sociales. Recordemos que hasta hace no mucho tiempo, Grecia fue motivo de preocupación para el bloque de la Unión Europea -luego del déficit fiscal al que Atenas estuvo fuertemente sometida durante los primeros meses de este año- y que en definitiva, generó serias preocupaciones de una nueva crisis económica mundial. En consecuencia, esta crisis económica en Grecia trajo durante este año efectos principalmente para otros países europeos tales como España, Portugal, Italia o Irlanda y que en todos estos casos, sus niveles de deuda superan el 60 por ciento del PIB.
Los efectos que trajo la intervención de la Unión Europea, pero también del FMI trajo y traerá serias consecuencias para la vida de los griegos. Los periódicos de la época eran enfáticos al sostener que "La Unión Europea y el FMI salieron al rescate del default griego colocando la friolera de 110.000 millones de euros, pero solicitando un ajuste que contendrá condiciones brutales que serán descargadas en las espaldas de las y los trabajadores y trabajadoras, 30% de reducción de los salarios de los trabajadores públicos y de las jubilaciones".
En julio de este año, algunos recordarán los serios incidentes que se produjeron en Grecia tras el llamado a huelga de los controladores aéreos. Esta huelga -que ya para el mes de julio era la séptima huelga general en lo que iba del año- se realizó luego de que se conocieran los resultados preeliminares de una polémica ley que fijaba la edad media de jubilación en 65 años y que fue respaldada en el Parlamento por 159 votos, 157 de ellos de los diputados del partido gubernamental socialista PASOK y dos de los independientes y que fue rechazada por 137 legisladores y dos abstenciones de la oposición. Dentro del plan de reformas, también se incluía un aumento de 35 a 40 los años de cotización para obtener la pensión máxima, equiparar la edad de jubilación femenina a la masculina y rebajar la cuantía de las pagas en una media del 7 por ciento. Todo esto, fue suficiente para generar una oleada de protestas con un alto grado de exacerbación social. Así las cosas, el gobierno del Primer Ministro griego, Giorgos Papandreu tendrá que asumir el costo político de lo sucedido.
La complejidad del problema griego también es un problema de seguridad ciudadana. Esto se explica por el frente que combate la policía griega con el grupo "Conspiración de las células de fuego". Este grupo, que inició acciones violentas en 2007, ha perpetrado numerosos ataques con explosivos contra instalaciones políticas, judiciales, policiales y también diplomáticas en el país.
Si la falta del empleo y la difícil situación económica por la que Grecia está pasando es la causa motivacional de estos grupos, entonces la solución es bastante más complicada. El tema está en quién asumirá por el levantamiento gradual de la economía griega que finalmente será una de las soluciones que requiere el país. ¿La solución la tendrá el gobierno ateniense que seguirá levantando reformas polémicas con las consiguientes faltas de apoyo social o bien, será la Unión Europea que si bien mostró voluntad de ayudar, le pide a Grecia difíciles retribuciones como reformar la jubilación o el sistema de pensiones?
Para muchos, la Unión Europea que ha sido el ejemplo del multilateralismo, el consenso y la cooperación regional está atravesando un difícil momento. Seguramente no pocos se atreverán a demandar una mayor voluntad de la Unión porque finalmente todos sabemos que el problema es más complejo que los atentados a las embajadas. La interpretación del atentado es multidimensional y no deberíamos entenderlo como un mero problema de seguridad interna aunque bien es la prioridad en el corto plazo.
Por su parte, la Unión Europea ya desembolsó de sus fondos una cantidad importante de dinero para aminorar los efectos de la crisis económica griega, aunque con un costo político muy grande para el gobierno y el bloque político de Papandreu. En este sentido, socialmente pueden asomarse más huelgas y violencia interna como las que vimos hace apenas unos meses. El equilibrio entre el prestigio de la Unión Europea y la efectividad política del oficialismo ateniense está en juego.
Interpretar la magnitud de estos hechos resulta complejo para un país como Grecia, que en el último tiempo se ha caracterizado por tener serios problemas económicos, políticos y sociales. Recordemos que hasta hace no mucho tiempo, Grecia fue motivo de preocupación para el bloque de la Unión Europea -luego del déficit fiscal al que Atenas estuvo fuertemente sometida durante los primeros meses de este año- y que en definitiva, generó serias preocupaciones de una nueva crisis económica mundial. En consecuencia, esta crisis económica en Grecia trajo durante este año efectos principalmente para otros países europeos tales como España, Portugal, Italia o Irlanda y que en todos estos casos, sus niveles de deuda superan el 60 por ciento del PIB.
Los efectos que trajo la intervención de la Unión Europea, pero también del FMI trajo y traerá serias consecuencias para la vida de los griegos. Los periódicos de la época eran enfáticos al sostener que "La Unión Europea y el FMI salieron al rescate del default griego colocando la friolera de 110.000 millones de euros, pero solicitando un ajuste que contendrá condiciones brutales que serán descargadas en las espaldas de las y los trabajadores y trabajadoras, 30% de reducción de los salarios de los trabajadores públicos y de las jubilaciones".
En julio de este año, algunos recordarán los serios incidentes que se produjeron en Grecia tras el llamado a huelga de los controladores aéreos. Esta huelga -que ya para el mes de julio era la séptima huelga general en lo que iba del año- se realizó luego de que se conocieran los resultados preeliminares de una polémica ley que fijaba la edad media de jubilación en 65 años y que fue respaldada en el Parlamento por 159 votos, 157 de ellos de los diputados del partido gubernamental socialista PASOK y dos de los independientes y que fue rechazada por 137 legisladores y dos abstenciones de la oposición. Dentro del plan de reformas, también se incluía un aumento de 35 a 40 los años de cotización para obtener la pensión máxima, equiparar la edad de jubilación femenina a la masculina y rebajar la cuantía de las pagas en una media del 7 por ciento. Todo esto, fue suficiente para generar una oleada de protestas con un alto grado de exacerbación social. Así las cosas, el gobierno del Primer Ministro griego, Giorgos Papandreu tendrá que asumir el costo político de lo sucedido.
La complejidad del problema griego también es un problema de seguridad ciudadana. Esto se explica por el frente que combate la policía griega con el grupo "Conspiración de las células de fuego". Este grupo, que inició acciones violentas en 2007, ha perpetrado numerosos ataques con explosivos contra instalaciones políticas, judiciales, policiales y también diplomáticas en el país.
Según la policía, que no hace público ningún perfil concreto, este grupo de talla intermedia jamás firmó acciones mortíferas. Está formado por jóvenes sin relaciones conocidas con las otras principales organizaciones extremistas locales y sin un núcleo dirigente identificado.
Las informaciones sobre el grupo las revelan pocos expertos griegos que apuntan a su arraigo en una juventud en crisis y falta de empleo.
Si estas descripciones de los especialistas fueran ciertas, entonces sería difícil pensar en un debilitamiento o derrota del grupo. El problema que atraviesa el país helénico es bastante más de fondo aunque reconozcamos que la prioridad -al parecer- comienza por la seguridad interna, ya que atentar contra personal diplomático en estos momentos podría alterar aún más la situación de este castigado país europeo.Si la falta del empleo y la difícil situación económica por la que Grecia está pasando es la causa motivacional de estos grupos, entonces la solución es bastante más complicada. El tema está en quién asumirá por el levantamiento gradual de la economía griega que finalmente será una de las soluciones que requiere el país. ¿La solución la tendrá el gobierno ateniense que seguirá levantando reformas polémicas con las consiguientes faltas de apoyo social o bien, será la Unión Europea que si bien mostró voluntad de ayudar, le pide a Grecia difíciles retribuciones como reformar la jubilación o el sistema de pensiones?
Para muchos, la Unión Europea que ha sido el ejemplo del multilateralismo, el consenso y la cooperación regional está atravesando un difícil momento. Seguramente no pocos se atreverán a demandar una mayor voluntad de la Unión porque finalmente todos sabemos que el problema es más complejo que los atentados a las embajadas. La interpretación del atentado es multidimensional y no deberíamos entenderlo como un mero problema de seguridad interna aunque bien es la prioridad en el corto plazo.
Por su parte, la Unión Europea ya desembolsó de sus fondos una cantidad importante de dinero para aminorar los efectos de la crisis económica griega, aunque con un costo político muy grande para el gobierno y el bloque político de Papandreu. En este sentido, socialmente pueden asomarse más huelgas y violencia interna como las que vimos hace apenas unos meses. El equilibrio entre el prestigio de la Unión Europea y la efectividad política del oficialismo ateniense está en juego.
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