sábado, 13 de noviembre de 2010

Yemen: ¿El próximo gran frente de batalla contra el terrorismo global?

Hasta diciembre del año 2009, Yemen probablemente era un país que pasaba totalmente desapercibido ante la comunidad internacional, pero especialmente para los servicios de inteligencia de gran parte de los países occidentales que recababan información de las actividades de Al Qaeda en la región de Medio Oriente y algunas de Africa. Luego de esta fecha, la situación cambió radicalmente, haciendo que Yemen sea actualmente uno de los países con mayor seguimiento en las actividades de inteligencia, incluyendo monitoreo de aeropuertos, chequeos de equipajes provenientes de ese país, revisiones especiales de pasaportes, entre una larga lista de actividades propias de la inteligencia. En esta columna, nos ocuparemos de revisar un poco la situación interna de Yemen, cómo ha llegado a ser un país acusado de albergar células de Al Qaeda y qué situación futura le espera al país en el corto y mediano plazo en virtud de algunos hechos importantes que se le vienen en el frente político interno.

Ubicada al suroeste de la península arábiga, la República del Yemen es uno de los lugares con los primeros asentamientos humanos y tiene una historia escrita de más de 3000 años. En la actualidad, posee aproximadamente 23 millones de habitantes, de los cuales más de la mitad vive bajo el umbral de la pobreza, casi el 40 por ciento no posee un trabajo remunerado y cerca del 54 por ciento son analfabetos. Es también el país más pobre de toda la península arábiga. Según información reciente, es uno de los países con mayor índice de mortalidad infantil. Su religión es la musulmana, aunque los yemeníes se dividen entre distintas orientaciones como es la chiíta, sunníta y zaidí. Para no explayarnos tanto en las orientaciones religiosas, recomendamos visitar una columna anterior donde hacíamos mención a algunas diferencias básicas entre los chiítas y sunnítas. En el caso de los zaidíes de Yemen -al igual que los chiítas y sunnítas- tienen una participación de siglos en el país. Se consideran los "creadores" de Yemen e incluso antes de entrar al primer milenio de la historia, los zaidíes ya controlaban parte importante de este país y algunas regiones del Sur de Irán. Los zaidíes se consideran como una de las corrientes al interior del chiísmo, ya que -al igual que los chiítas- creen en el carácter hereditario del califato. Sin embargo, loz zaidíes -a diferencia de los chiíes- creen en sólo cinco imanes, o en otras palabras, en cinco jueces que ejercen en cuestiones jurídicas y teológicas del Corán, mientras que los chiíes creen en doce, de los cuales uno aún se encuentra perdido y que mientras tanto, los ulemas -o estudiosos del Corán- que hayan alcanzado la sabiduría, deberán fijar las reglas jurídicas para los musulmanes.

Durante la Guerra Fría, Yemen estuvo separada en dos Estados: Yemen del Norte (tradicionalmente habitada por chiíes-zaidíes) y Yemen del Sur (habitada por sunníes). Al término de la era bipolar el país se unificó con el reconocimiento de los países occidentales. Esto se debía básicamente a dos motivos. En lo internacional, por el fin de la Guerra Fría y por la posterior caída de la URSS. En lo interno porque a consecuencia de la Guerra Fría, tanto los gobiernos del Norte como del Sur de Yemen, se vieron fuertemente debilitados -y en el caso de los líderes separatistas del Sur del país, que eran comunistas- fueron asesinados. Su actual Presidente, Ali Abdullah Saleh -de la corriente zaidí- gobierna el país desde 1978 -durante la Guerra Fría fue Presidente de Yemen del Norte para luego ser Presidente del Yemen unificado- el cual, enfrenta un duro reto en la actualidad. El régimen de Saleh, actualmente combate a las corrientes separatistas sunnítas del sur, mientras que en el Norte debe enfrentarse a los rebeldes houthis que son chiíes-zaidíes. Los houthis deben su nombre al fundador de su movimiento, Hussein Badraddin al-Houthi, hijo de un influyente clérigo zaidí, y ex miembro del parlamento yemení en 1993-1997, que se hizo conocido con el eslogan: “Dios es grande… Muerte a EEUU e Israel… Victoria para el Islam y los musulmanes”. Desde entonces, los zaidíes se movilizan en torno a ese llamado, aunque ahora bajo el liderazgo de su hermano, Abdel Malik al-Houthi, ya que su líder original murió en un enfrentamiento con el ejército y la policía yemení en 2004.

En lo interno, este conflicto difícilmente podríamos catalogarlo como un conflicto religioso, ya que los houthis comparten la misma corriente religiosa que el Presidente y su plana mayor. De la misma forma, se cree que el gobierno de Saleh utiliza tribus y clanes que también son chiíes-zaidíes para enfrentarse a los rebeldes houthis. La rebelión de éstos combina motivaciones locales con motivos antiimperialistas. Las primeras se deben a que han sido los más marginados económicamente, privados de servicios e infraestructuras por el gobierno central. Lo segundo, tiene que ver con que a nivel general los houthis rechazan radicalmente la alianza del gobierno de Yemen con Estados Unidos, postura que compartiría la población mayoritariamente musulmana y pobre de todo el país. Así podríamos definir un poco a Yemen en términos históricos, aunque en la actualidad, el "problema yemení" adquirió otra dinámica con el nexo que Al Qaeda presentaría en el país y del que trataremos a continuación.

Si nos remontamos a diciembre del año pasado, recordaremos un incidente que marcó el inicio de lo que sería la ubicación de Yemen como un país merecedor de estar en la mira de los servicios de inteligencia occidentales y -principalmente- estadounidenses. Esto, luego de un atentado fallido que se intentó perpetrar en el aeropuerto de Detroit donde un ciudadano nigeriano, llamado Umar Faruk Abdulmutallab ingresó a un avión con cerca de 50 gramos de explosivos para hacerlos detonar antes de que iniciara el vuelo. Luego de haber sido detenido e interrogado por las autoridades estadounidenses, Abdulmutallab reconoció al FBI haber estado en Yemen y que ahí recibió entrenamiento de Al Qaeda durante más de un mes. Desde entonces, Yemen pasa a ser parte de la "lista negra" que componen catorce Estados que apoyan directa o indirectamente al terrorismo internacional. Aparte de Yemen, los otros trece Estados de la lista serían Cuba, Irán, Sudán, Siria, Afganistán, Argelia, Irak, Líbano, Libia, Nigeria, Pakistán, Arabia Saudí y Somalia.

Yemen también ha sido acusado hace tan solo unas semanas de ser un país "escala" de los paquetes con explosivos que se dirigieron a las embajadas acreditadas en Grecia. Hace unos meses -cuando Osama Bin Laden aún no daba noticias o comunicados sobre atentados- no pocos expertos de inteligencia se atrevieron a apuntar al clérigo Anwar Al-Awlaki -líder de la rama de Al Qaeda en Yemen- como el más próximo sucesor de Bin Laden. Su "mérito" se atribuye a que ha llamado en numerosas ocasiones a la Yihad y "a matar estadounidenses". También es acusado de haber estado ligado a Abdulmutallab antes de perpetrar el atentado fallido en Detroit y también de haber estado en contacto con el Mayor Nidal Malik Hasan, el psiquiatra del ejército estadounidense acusado de matar a trece personas en noviembre de 2009 en la base militar de Fort Hood, Texas. En conclusión, los nexos de Al Qaeda que operarían en Yemen no son pocos y al parecer son suficientes para tener a este país bajo una constante observación internacional.

Por último, nos parece relevante mencionar un aspecto en el frente interno que no ha sido lo ciudadosamente analizado. El próximo 9 de enero, Yemen celebrará un referendo para determinar si el país volverá a separarse en dos repúblicas o si bien, permanecerá unificado. Esto -incluso a estas alturas- ya ha sido influenciado por los separatistas yemeníes del Sur que prefieren una división territorial con los chiíes y zaidíes del Norte, la cual, reclaman desde 1994. Esto convendría a los yemeníes del Sur porque aparte de la autonomía política de la que gozarían, las reservas de petróleo estarían principalmente en esa región del país. Mientras tanto, los chiíes y zaidíes -más que preferir una división territorial- prefieren sacar del poder a Saleh por ser pro-estadounidense. A ello, sumamos la presencia de Al Qaeda y nos dará como resultado un país absolutamente al borde del abismo.

Al menos por hoy, si bien Yemen ha mostrado numerosos elementos que lo distinguen como un potencial "Estado fallido", sería aún muy prematuro determinar si este país será un próximo frente de batalla contra el terrorismo global. Estados Unidos ya no está tan entusiasta para liderar campañas multinacionales, sus países aliados enfrentan una oposición creciente para retirar sus contingentes en las campañas que quedan en Medio Oriente, mientras que la retórica antiestadounidense sigue creciendo en el mundo musulmán.

De todas formas, ninguna opción es descartable porque -al menos en Estados Unidos- Obama en el discurso de Oslo cuando paradójicamente recibió el Nobel de la Paz, había defendido el principio de la "guerra justa". Cabe preguntarse si esta guerra justa recaerá en los más probables escenarios bélicos futuros, entendiéndose los casos de Irán, Corea del Norte o eventualmente Yemen.

Independiente de las percepciones, por ahora claramente tendríamos que esperar en Yemen los resultados del referéndum de enero para ver en definitiva qué pasará con este país y cómo el régimen de Saleh enfrentará estos resultados. Después del 9 de enero, cualquier cosa podría pasar en Yemen. Es claro entonces que este país es paradójicamente una bomba de tiempo cuya cuenta final llegará en casi dos meses más. Si Estados Unidos o la comunidad internacional instalan la necesidad de intervenir ahí ante un eventual fortalecimiento de la red Al Qaeda como producto de las "nuevas autonomías" de las que el país sería objeto, pronto se sabrá.



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