domingo, 21 de noviembre de 2010

El repliegue de la OTAN en Afganistán ya tiene su fecha límite

Entre el viernes y el sábado de esta semana se realizó la Cumbre de la OTAN que tuvo lugar en Lisboa, Portugal. En la cita antes mencionada, el tema sobre una eventual retirada en Afganistán fue central, así como lo fue el debate sobre el nuevo "concepto estratégico" de la alianza transatlántica, reforzar las relaciones con Rusia y la redefinición de una estrategia para enfrentar nuevas amenazas como los ciberataques, el terrorismo o el crimen organizado internacional.

Como mencionábamos, sin duda Afganistán fue un punto de inflexión en esta cumbre. Al término de la cita, la OTAN señalaba en un comunicado: "Reiteramos nuestro apoyo al objetivo del presidente Karzai para que las fuerzas afganas asuman y lleven a cabo las operaciones de seguridad en todas las provincias para finales de 2014". De alguna forma esto era previsible ya que hace algunos días, autoridades estadounidenses ya habían revelado que la concreción de una fecha de retirada para esta cumbre era algo inminente. También lo era, porque de forma creciente los países miembros de la OTAN estaban manifestando su intención de retirar a sus efectivos militares de las operaciones de combate y así, comenzar un repliegue gradual mientras se traspasan las tareas de seguridad a las autoridades afganas.

En suma, estamos siendo testigos de un fenómeno parecido al que se dio el año pasado en Irak. En julio del 2009, los británicos -que hasta esa fecha eran los únicos junto a los estadounidenses en permanecer en el país árabe- se retiraron de las tareas de patrullaje en el puerto de Basora, dejando a Estados Unidos con la difícil misión de controlar la seguridad en todo Irak. La voluntad política de Reino Unido parecía que -en ese momento- era más importante concentrarse en Afganistán. Cuando los Estados Unidos se vieron solos en la guerra, se vieron en la necesidad -y quizás la obligación- de anunciar la retirada en Irak. Es cierto que era una promesa de campaña de Obama, pero también es cierto que la situación de seguridad era insostenible en el país árabe. Lo fue mientras existió la alianza multinacional que conformaron hasta cuarenta países para transformar a Irak en un foco de democracia y lo es en la actualidad.

Afganistán obedeció una lógica similar. Si analizamos la evolución de la guerra, el año 2010 fue el más sangriento desde el derrocamiento del régimen talibán. Según datos que entrega el portal independiente "icasualties", la cifra de militares extranjeros de la ISAF fallecidos en 2010 se sitúa en 600, frente a las 516 bajas registradas el año pasado.

De acuerdo con el portal, desde la caída del régimen talibán más de 2.169 soldados de las fuerzas estadounidenses y de la misión ISAF de la OTAN desplegadas en Afganistán han perdido la vida en el país surasiático. Según ese recuento, se produjeron 1.348 bajas en las filas estadounidenses, 341 en las británicas, 152 en las canadienses, y 328 en las tropas de otros países.

Esto -en parte- ha motivado un desapego a la causa afgana. No pocos países están con la intención de retirar sus tropas. Holanda ya lo hizo en agosto de este año, lo seguirán los canadienses para el transcurso del 2011 y los alemanes -que son el tercer mayor contingente militar después de Estados Unidos y Reino Unido- lo hará en 2012. Por su parte, Reino Unido había señalado con comenzar un retiro gradual -supuestamente- a partir de julio de 2011, aunque no quedando claro cuánto demoraría ese retiro. De todas formas, uno a uno se irán retirando para repetir lo que pasó en Irak.

El gobierno de Obama tampoco tiene las cosas fáciles. En el frente interno, el apoyo de los estadounidenses a la guerra en Afganistán sigue descendiendo. Según una encuesta de CNN publicada a fines de septiembre registró que "casi 6 de cada 10 estadunidenses se oponen a la guerra (cerca de 90 por ciento la apoyaba en octubre de 2001). Peor aún, sólo 20 por ciento de demócratas –el partido de Obama– apoya la guerra. Sólo un 44 por ciento opina que las cosas proceden bien para Estados Unidos en Afganistán, de 55 por ciento que opinaba eso en marzo de este año".

En conclusión, la guerra en Afganistán durante este año ha sido particularmente compleja para Estados Unidos y la OTAN. Ya cuentan con una difícil misión que es empezar a replegar las tropas para el 2011, mientras que el gobierno afgano liderado por Hamid Karzai sigue siendo aún muy débil para asumir la seguridad interna, menos aún para asumir la responsabilidad de tomar los estribos del país.

La declaración de la Cumbre en Lisboa ha sido clara. Ya el próximo año deberían empezar a replegarse las tropas de la OTAN para así, dejar las tareas de seguridad en manos de la policía afgana.

Si la campaña militar de Estados Unidos y la ISAF fue exitosa o no, lo dirá el tiempo; pero lo cierto es que para los próximos años, se vendrán unos muy duros retos para este país surasiático.

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