domingo, 26 de junio de 2011

Las señales actuales de la diplomacia boliviana en su relación con Chile: ¿Un acercamiento a la real politik?

Cuando en enero del 2010 habíamos comentado en una columna anterior que nuestra Cancillería actual iba a tener que enfrentar un complejo escenario en sus relaciones bilaterales con Bolivia, era porque ya habíamos advertido que nuestras Cancillerías anteriores distaron mucho de trabajar una "diplomacia preventiva" con el gobierno de Evo Morales. La falta de realismo con que se manejó la aspiración marítima boliviana ha condensado durante la administración de Piñera. Tarde o temprano ocurriría esto último.

Hace ya unos días atrás, se ha configurado una áspera relación entre los gobiernos de Santiago y La Paz a propósito de la detención de catorce militares bolivianos en territorio fronterizo, los cuales fueron interceptados a bordo de dos vehículos con patente chilena y que transportaban armamento de guerra. Según las declaraciones del gobierno boliviano, los militares abordaban estos vehículos ya que "fueron confiscados a contrabandistas bolivianos". El gobierno chileno finalmente optó por devolver a estos efectivos a su país de origen. Luego, el gobierno de Morales -a través de su Ministra de Defensa, Cecilia Chacón- acusaba a las autoridades chilenas de que sus efectivos militares durante el proceso de detención "recibieron un trato inhumano". Chile desestimó estas acusaciones y Evo Morales hace unos días, condecoró y ascendió a los catorce militares detenidos en Chile, lo que fue interpretado por parlamentarios nacionales de diversas bancadas como una "provocación". Con este panorama, las relaciones chileno-bolivianas sufren un revés que probablemente repercutirá la agenda de trece puntos y por ende, en la precariedad con las que ya se abordaban las relaciones bilaterales con el país altiplánico.

Sin embargo, debemos hacer una lectura de este incidente que obedece al trasfondo del problema, al cual tampoco se le ha prestado atención, ya que las energías de las autoridades y de los parlamentarios chilenos que acusan esta "provocación", se están centrando más en el problema de forma que en el de fondo. Hace unos días atrás, cuando el Vicecanciller boliviano, Juan Carlos Alurralde manifestaba que "posiblemente los efectivos hayan traspasado la frontera donde no hay claridad en los límites fronterizos" se está dejando claro que el incidente tiene un trasfondo que tiene que ver con la posibilidad de instalar una demanda internacional contra Chile al no existir precisamente una "claridad" -bajo la lógica de Bolivia- en este aspecto; sumando por supuesto, la tradicional aspiración marítima. En todo caso, en una columna anterior escrita en enero de este año, también ya habíamos tratado esa posibilidad en vista de lo que propone la novena disposición transitoria de la Carta Magna boliviana.

Lo cierto es que desde La Paz se han enviado durante el año en curso una serie de señales que apuntan a endurecer o plantear una postura más confrontacional en la relación con Chile. Una de esas señales concretas fue la asignación como Cónsul boliviano al General (R) Ramiro de La Fuente, quien fue ex Comandante de las Fuerzas Armadas bolivianas. Otra señal interesante, fue nombrar a Rubén Defensa, quien ostentó el cargo de Ministro de Defensa y quien actualmente es el responsable de la "Dirección de Reivindicación Marítima", órgano de la Cancillería boliviana responsable de coordinar el trabajo jurídico en torno a esa aspiración. Por otro lado, llama la atención que en las últimas semanas, el discurso de Morales -cada vez que se trata la reivindicación marítima- sea dentro de un entorno castrense. Tampoco podemos olvidar que en abril de este año, Morales le hizo un llamado a sus Fuerzas Armadas a "profundizar estudios sobre los tratados, límites y paralelos con Chile para contribuir a la estrategia de la demanda marítima boliviana". En definitiva, Morales apunta a que los organismos castrenses de ese país asuman un papel que hasta hace poco no tenían: contar con presencia -en servicio activo o no- en importantes cargos diplomáticos en la relación con Chile por un lado, y por otro, que asuman una contribución institucional en lo que se refiere a gestar una eventual demanda ante tribunales internacionales. Esa es la señal de fondo que la clase política chilena debiera tomar en cuenta. Sería un error gastar esfuerzos en responder a la condecoración de los militares bolivianos, cuando hay señales mucho más serias que son el trasfondo de este problema.

Ante esto, ya difícilmente la Cancillería chilena pueda tomar un papel de diplomacia preventiva. Sin ninguna duda, la actual administración del Edificio Carrera tendrá que hacer frente a un complejo escenario que -para bien o para mal- heredó tras años de negociaciones infructuosas. El costo de asumir un discurso más realista por parte de la administración de Piñera, repercutió en lo que de alguna forma todos sabíamos, pero que nadie quería asumir: el endurecimiento no solo en el discurso de Morales, sino que en toda una transformación en la forma de enfrentar la aspiración marítima, donde se hace responsable al aparataje estatal, a instituciones universitarias, organizaciones sociales y al estamento militar. En suma, todo esto ha hecho que la diplomacia actual de Morales sea mucho más ligada a lo que durante el siglo XX conocimos como la real politik, la política en su dimensión más pura y dura basada en los intereses nacionales que en lugar de seguir principios éticos. De ahí que sea entendible el contínuo acercamiento de Morales a los estamentos castrenses.

Creemos que la inminencia de una segunda demanda ante tribunales internacionales es sólo cuestión de tiempo. Al menos desde La Paz se tiene toda la voluntad de esgrimir un caso judicial. Lo interesante de todo esto, es que quizás el tiempo que se demore en hacer pública la demanda en contra de Chile sea más corto del que se piensa, debido a que -a diferencia de la administración saliente de Alan García en Perú- Ollanta Humala ha reconocido "no ser un obstáculo" para la reivindicación marítima ya que "entiende" que la solución más probable, es dar una salida a Bolivia por el norte de Arica. Algo así no se manejó con tanto realismo durante la administración de García, lo que puede ser el resultado de que el anuncio de hacer pública la puesta en marcha de una nueva demanda ante tribunales internacionales por parte de Bolivia, no será necesariamente hasta que se dé solución al litigio marítimo entre Chile y Perú, puede ser perfectamente antes y de hecho, creemos que es el escenario más probable.

Así las cosas, habrá que mirar con atención cómo siga evolucionando este impasse, que ya arrastra una seguidilla de declaraciones de autoridades chilenas y bolivianas. Al menos así se ha (mal) entendido este problema, pero no olvidemos qué señales hay detrás de esas declaraciones. Eso debe ser observado con atención en la Cancillería chilena, ya que en la política internacional no solo importan los hechos, también las señales y percepciones que hay detrás.


domingo, 8 de mayo de 2011

La muerte de Bin Laden y el futuro de Al Qaeda

Después de diez años de búsqueda, finalmente Estados Unidos logró abatir al terrorista más buscado de todos los tiempos y acusado de ser el responsable -al menos logísticamente hablando- de haber perpetrado el mayor ataque en suelo estadounidense. Evidentemente, esto trae consigo un enorme costo humano, económico y material para el gigante del norte, pero sin duda, la satisfacción política y militar después de un arduo trabajo de inteligencia -y que muchas veces también se vio opacado con numerosas bajas en sus agentes- parece justificar todos los medios empleados. Una visión bastante cercana a la real politik.

Se pueden sacar varias lecturas e interpretaciones de este hecho. Para algunos, el fin de Bin Laden puede ser el sinónimo del fin de Al Qaeda, en la medida que el movimiento terrorista perdería un importante soporte logístico que le permita emplear las operaciones de hostigamiento a las fuerzas occidentales asentadas en los principales frentes de batalla en Medio Oriente, donde Irak y Afganistán serían dos ejemplos claros. Pero para otros más escépticos, el fin del hasta hace poco, líder de Al Qaeda no representa en lo inmediato un fin de lo que conocemos como "la guerra contra el terrorismo". Esto es lógico si consideramos que la muerte de Osama Bin Laden, nuevamente viene a generar un efecto "martirizador" en la Jihad islámica, generando una legitimación de los aspectos motivacionales de lucha contra las ocupaciones occidentales. Decimos "nuevamente", porque un fenómeno similar se vio el 2006 con la captura y ejecución de Saddam Hussein. La muerte del ex Presidente de Irak también generó esa imagen de mártir, que en no pocas ocasiones alimentó las motivaciones de los movimientos ligados a Al Qaeda en el país que eran responsables de los ataques con coches bomba principalmente a los convoyes estadounidenses. Si bien la muerte de Bin Laden representa una victoria militar para Estados Unidos, no representa necesariamente una derrota para Al Qaeda, ya que como hemos mencionado, esto podría generar las bases para legitimar o más bien "re-legitimar" su convicción de lucha. En otras palabras, lo que Estados Unidos interpreta como una victoria militar, Al Qaeda y sus movimientos afines lo interpretarán como una victoria política.

La muerte de Bin Laden también va a evidenciar desde ahora cuáles son y serán las reales capacidades operativas de Al Qaeda. El nuevo líder de este movimiento será Aymán Al-Zawahiri, el médico egipcio que hasta hace poco era el segundo hombre más buscado de Al Qaeda, sólo siendo superado por el mismo Osama. Al-Zawahiri, de una postura tan radical como Bin Laden fue el que ordenó, organizó y planificó una serie de atentados, el primero de ellos siendo ejecutado con éxito en 1981 y que le dio muerte al Presidente egipcio de aquel entonces, Anwar El-Sadat.

La nueva figura del líder de Al Qaeda, será el responsable de reordenar y planificar los nuevos ataques del movimiento terrorista, algo que no debería costar mucho teniendo en cuenta la vasta experiencia de Al-Zawahiri en lo que a atentados se refiere. En otras palabras, lo que está sucediendo con Al Qaeda, podemos calificarlo como el cierre de un ciclo, pero en ningún caso, se refiere al fin del terrorismo. La eliminación de este fenómeno, no sólo requiere de una respuesta militar. Así como el mismo terrorismo es un fenómeno multidimensional, la campaña en su contra debe aplicarse con la misma lógica.

Para algunos, son varios los elementos del poder nacional los que deben utilizarse para hostigar y derrotar al terrorismo, como por ejemplo, la diplomacia, las sanciones económicas o la inteligencia. En palabras de Paul Pillar -un veterano con 28 años de servicio en la CIA y actual Profesor en la Universidad de Georgetown en estudios sobre temas de seguridad- diría que "cada herramienta que se usa en la lucha contra el terrorismo tiene algo que contribuir, pero también tiene límites importantes en lo que se puede lograr. Por lo tanto, el antiterrorismo, requiere usar todas las herramientas disponibles, porque ninguna de ellas sola puede realizar la tarea".

Nuevamente queremos reafirmar que la muerte de Bin Laden en ningún caso podría interpretarse como el fin de Al Qaeda, sólo podemos interpretarlo como el cierre de un ciclo, como la imagen de un líder que se mantuvo durante buen tiempo en la agenda de los servicios de inteligencia, pero que su importancia ya no es prioritaria ya que otros vendrán en el futuro cercano. No sólo podría ser Aymán Al Zawahiri -que ya ostenta la figura de líder de Al Qaeda- sino que eventualmente puede ser Anwar Al-Awlaki -el clérigo yemení que llamó a "matar estadounidenses" en Yemen y el resto de los países de la región- o bien, pueden ser muchos más que se reclutarán con el tiempo. Derrotar al terrorismo de Al Qaeda será un trabajo arduo -para algunos imposible en el futuro inmediato- ya que las fuentes de financiamiento que tienen estos grupos son casi imposibles de monitorear debido a su complejidad, diversidad y alcance.

Estados Unidos tendrá que adoptar una posición defensiva desde ahora. Si por diez años se mantuvo en una constante ofensiva en Medio Oriente, no sabemos concretamente por cuánto tiempo ahora tendrá que replegarse para evitar ataques no sólo en su territorio, sino que contra cualquier objetivo estadounidense en los países árabes. Habría que preguntarse qué giro podría tomar ahora la lucha contra el terrorismo. Ahora que terminó un fin casi moral para dar con la muerte o captura de Bin Laden, ¿qué medidas tomará Estados Unidos para hostigar a Al Qaeda? ¿se le dará mayor énfasis a la inteligencia y menor énfasis al componente militar o quizás se mantendrá una política militar ofensiva contra el movimiento terrorista en los países del Medio Oriente?. Si ahora Aymán Al-Zawahiri pasó a ser el líder de Al Qaeda, ¿habrá que esperar hasta que se le dé la baja a él?.

Al parecer, la muerte de Bin Laden, nos deja más preguntas que respuestas, porque lo único que está claro, es que con lo acontecido podemos entender que Bin Laden sólo era una imagen, un vocero del terrorismo global. Si bien Bin Laden era una figura importante para Al Qaeda, no era el movimiento mismo, ya que la motivación de lucha está en cimientos políticos, sociales y religiosos, algo que sin duda, trasciende las fronteras, pero también las personas.




domingo, 24 de abril de 2011

Elecciones presidenciales en Perú y las tendencias de los balotajes

El próximo 5 junio se desarrollará en Perú el balotaje que determinará cuál de los dos candidatos presidenciales -Ollanta Humala representando al conglomerado Gana Perú o Keiko Fujimori, representando a Fuerza 2011- se quedará con la primera magistratura del país del Rímac.

Las elecciones en Perú al menos desde la década de los noventa ha presentado una tendencia muy interesante de revisar desde el punto de vista del comportamiento electoral. Anteriormente ya habíamos tratado este tema en otra columna, cuando mencionábamos algunos puntos interesantes respecto a los balotajes en algunos países de América Latina en el marco de la eventual elección de Dilma Rousseff en Brasil.

Sucede que en el caso peruano, en resumidas cuentas, la hipótesis que planteamos en aquella ocasión es que -basándonos en las últimas elecciones presidenciales peruanas- el candidato que pasa en la segunda preferencia al balotaje, termina siendo electo en este proceso. No son pocos los casos donde podemos afirmar esto último. En la elección del noventa entre Alberto Fujimori y Mario Vargas Llosa, el primero pasaba al balotaje con la segunda preferencia capitalizando un poco menos del 25% de las preferencias mientras que el escritor peruano se presentaba como el favorito con el 27,61% de los votos. Sin embargo, en la segunda vuelta fue Fujimori quien se impuso a pesar de presentarse en la segunda preferencia.

El mismo fenómeno se presentó para las elecciones del 2006, cuando pasaron a segunda vuelta el abanderado del APRA -y hasta el momento actual Presidente del Perú- Alan García y el candidato por el Partido Nacionalista Peruano, Ollanta Humala. Recordemos que en aquella ocasión, Humala se posicionaba en la primera preferencia concentrando el 30,6% de los votos, mientras que García estaba en la segunda preferencia con el 24,3% de las preferencias. Para la segunda vuelta, sucedió lo mismo: el candidato de la segunda preferencia se impuso en el proceso.

Actualmente, si hacemos una breve lectura del escenario electoral de la primera vuelta, -desarrollada el pasado 10 de abril- observaremos que Ollanta Humala nuevamente se presenta como el favorito con el 31,6% de los votos, mientras que Keiko Fujimori obtiene un 21,4% de las preferencias. Si se mantiene esta tendencia que casi uniformemente se ha presentado en las últimas elecciones presidenciales peruanas, es Keiko Fujimori quién debería salir electa el próximo 5 de junio.

Los motivos que pueden explicar este interesante fenómeno electoral son varios, algunos con un trasfondo estructural y otros con un trasfondo coyuntural. Dentro de los estructurales, podemos mencionar como el más importante la alta volatilidad electoral, la cual surge como consecuencia del "abanico" de candidatos que tienden a presentarse en la primera vuelta. Basta con recordar que en la primera vuelta se presentaron trece candidatos -según la información que estaba hasta enero de este año-.

Esto genera una confusión en el electorado en la medida que se le hace más difícil discernir la distancia ideológica que separa a los candidatos.

El motivo coyuntural, es que actualmente el discurso político de Humala -que ahora por segunda vez tiene la posibilidad de disputar un balotaje- debe "suavizarse" en materias como las relaciones exteriores y el manejo de la economía. En todo caso, hay una señal importante que se envió a nuestro país cuando Humala nuevamente instaló la idea de que "Chile le debe un perdón al Perú" por la venta de armas a Ecuador en la Guerra del Cóndor (1995) y por las acusaciones de espionaje que surgieron el 2009. Para no pocos analistas, las relaciones chileno-peruanas en una eventual administración humalista, se volverían tormentosas. Esto, no sólo por este tipo de señales, sino que también por las inversiones de capitales chilenos en Perú. También está presente la idea que Humala presentó hace meses para "peruanizar" económicamente Arica. Este tipo de declaraciones capitaliza un apoyo electoral, especialmente en las regiones fronterizas con nuestro país.

En todo caso, consideramos improbable una investidura de Humala en Palacio Pizarro. Nuevamente queremos reafirmar lo mismo que planteamos en octubre del 2010. El reacomodo electoral y la débil capacidad de generar acuerdos por parte del candidato de Gana Perú, sentará las bases para que Keiko Fujimori pase a ser la primera mandataria del Perú. Esto también se verá reforzado en base a las observaciones que hemos hecho en las últimas elecciones presidenciales peruanas, donde podemos constatar casi como una tendencia, la hipótesis que señalábamos al inicio de la columna.

Evidentemente, habrá que mirar con atención la capacidad de generar acuerdos que presenten ambos candidatos. Aún queda poco más de un mes para ver cómo se configurará el ambiente previo al balotaje, de manera que los "reacomodos" electorales y los nuevos pactos políticos que surjan serán cruciales para determinar al próximo o próxima representante del Estado peruano.

El futuro Jefe o Jefa del Estado peruano, tendrá una labor no menor en el manejo de la política bilateral con Chile, ya que tendrá que manejar el escenario político una vez que la Haya emita su sentencia por el diferendo marítimo que actualmente se mantiene en la Corte. De ahí que sea comprensible entender el motivo del por qué políticos y analistas chilenos sigan con atención el proceso electoral de Perú.

sábado, 12 de marzo de 2011

Terremoto en Japón y el debate sobre la energía nuclear

A estas alturas, ya es conocido por todos el devastador terremoto de 8.9 grados en la escala de Richter que afectó a Japón durante la jornada del 11 de marzo. Al parecer, esta fecha ya no sólo será recordada por los atentados en el Metro de Madrid.

Al ver los principales medios de comunicación -incluyendo también los videos y las secuencias adjuntas que mostraban cómo el tsunami generado tras el terremoto arrasaba con vehículos, casas y edificios en Onahama, en la nortina provincia de Fukushima- nos muestra cuán devastador fue este terremoto y posterior tsunami que según los estudios preeliminares del Instituto Nacional de Geofísica y Vulcanología de Italia (INGV), habría desplazado casi diez centímetros el eje de rotación de la Tierra.

Los efectos también se hicieron sentir en el área industrial del país nipón. Algunas plantas nucleares y refinerías de petróleo habían cerrado tras el sismo, mientras que una importante industria siderúrgica ardía en llamas y era mostrada en la prensa local. También cerraron algunos aeropuertos y los servicios de trenes suspendieron sus viajes. Algunas importantes empresas de electrodomésticos como Sony, cerraron seis de sus fábricas tras el terremoto según los reportes de la agencia de noticias, Kyodo. Las alarmas de un riesgo de emisiones de radioactividad nuclear fueron probablemente las que más procupación trajo no sólo para Japón, sino que para la comunidad internacional. La misma agencia Kyodo informaba que el nivel de radioactividad en la planta nuclear de Fukushima 1 aumentó mil veces por encima de sus niveles normales. Esto, tras presentarse una falla en el sistema de refrigeración de la planta.

La empresa que opera la planta admitió que es posible que ya se hayan registrado pérdidas radioactivas a raíz de los daños causados por el terremoto.

El primer ministro japonés, Kan Naoto, amplió a diez kilómetros a la redonda la zona de evacuación en torno a la planta. Se calculaba que tres mil personas han salido de la zona. La falta de electricidad prolongada también retrasó la liberación de vapor dentro del reactor que se tenía planeada para aliviar la presión, la cual se elevó, dentro de uno de los reactores a 1,5 veces el nivel considerado normal. Todos los efectos que especialmente han originado en materia nuclear este lamentable terremoto -incluyendo la posibilidad de que nuestro país albergue este tipo de energía en el futuro- será el tema del que nos ocuparemos en esta columna.

Los japoneses bien conocen de plantas nucleares y terremotos. Le informamos al lector, que precisamente Japón es el país que posee la planta nuclear más grande del mundo, pero no es la de Fukushima, descuide. Se trata de la planta nuclear de Kashiwazaki que -de todas formas- es operada por la misma empresa de generación eléctrica y nos referimos a la compañía Tokio Electric Power Company (TEPCO).

Quisiera que retrocedamos un par de años, específicamente al 2007, donde en julio de ese año, hubo un terremoto de 6.8 grados Richter que paralizó por completo las actividades del complejo nuclear de Kashiwazaki. Se suponía que las estimaciones técnicas post-terremoto hablaban de que éste complejo nuclear retomaría sus funciones al año de ocurrido el sismo, una vez que los trabajos de reparación hayan concluido. Equivocados se encontraban los técnicos, ya que a los dos años siguientes, se pudo reparar apenas uno de los siete reactores nucleares que operan en esa planta. Las pérdidas de aquel entonces se estimaban aproximadamente en 5,6 mil millones de dólares sólo para el año 2007.

Aunque parezca increíble, la planta nuclear de Kashiwazaki está construida a sólo 15 kilómetros de una falla tectónica. En esos años ello ha causado una seria pérdida de confianza de los nipones en sus autoridades. La Corte Suprema en Tokio -basándose en estudios del Instituto Nacional Avanzado de Ciencia Industrial y Tecnología- rechazó las denuncias de organizaciones ciudadanas que reclamaban que el terreno era inadecuado para instalar reactores. “No hay falla y no hay nada que pueda causar un terremoto”, fueron las resoluciones de la Corte.

En algunos casos es más económico cerrar una planta nuclear antes que repararla. Las centrales nucleares de Hamaoka -próximas a Tokai- son un ejemplo de esto, ya que en principio debían estar preparadas para soportar terremotos de hasta 8,5 grados. Esto obligó a cerrar un par de reactores en 2001 y 2004 asumiendo una pérdida de casi dos mil millones de dólares antes que asumir una inversión sobre los 3 mil millones para repararla. Cuando se trata de estas magnitudes de dinero las tentaciones empresariales para falsear los datos, y presentar por seguro lo que no lo es, es manifiesta. En 2003, 17 plantas de la TEPCO debieron cerrar cuando se descubrió que los informes de seguridad fueron falsificados. Así las cosas, no debería extrañarnos que actualmente la planta de Fukushima y que -como hemos señalado- es operada por la misma compañía de generación eléctrica, siga la misma lógica de operación.

Los ejemplos históricos que ha tenido Japón en materia sísmica y nuclear, debiese hacernos repensar seriamente si estamos preparados como país para asumir en nuestra matriz energética una energía -valga la redundancia- como la nuclear. Concordamos en que la matriz energética no puede sustentarse únicamente en las termoeléctricas a carbón que operan actualmente en nuestro país; pero barajar la opción nuclear -basándonos en casos como los de Japón- realmente nos debiesen hacer un llamado al alto y evaluar todos los costos y beneficios que nos traería este tipo de energía. En septiembre del 2010, el Senador de la UDI, Hernán Larraín manifestaba lo siguiente: “siendo detractor de la energía nuclear hoy soy un convencido que todos los resguardos tomados y el avance en esta materia son varios los países que han experimentado la instalación de centrales atómicas en sus respectivos países, como Argentina, Brasil, Estados Unidos, Francia, China, entre otros, y por lo tanto nosotros debemos tomar la decisión”.

Salvo Estados Unidos, ninguno de los países que cita el Senador, son Estados que en el mediano plazo hayan sido afectados por grandes terremotos como los de Chile o Japón. Especialmente los estadounidenses conocen bien el manejo de material nuclear y que ni aún así, los haría inmune a los efectos de un terremoto o un eventual tsunami para sus plantas nucleares. Es respetable si estamos a favor o no de la energía nuclear. Naturalmente todos tendremos nuestros argumentos, pero lo cierto es que debemos basarnos en los hechos concretos y en este sentido, las lecciones nucleares de Japón -país que al igual que el nuestro es propenso a caer en sismos- debiese replantearnos que no sólo en nuestro país no contamos con la preparación técnica, el marco institucional adecuado, ni la cultura social que necesitamos para enfrentarnos con madurez a los embates de la escasez energética. Las autoridades chilenas en el futuro o alguna empresa responsable de las plantas -como el caso de TEPCO en Japón- ¿estarían dispuestas a asumir las millonarias pérdidas como las que citábamos al inicio de la columna? ¿Quiénes se responsabilizarían por las fugas de material radioactivo? ¿El culpable sería finalmente la empresa responsable de la planta nuclear por no responder con los estándares de seguridad o las autoridades responsables de instalar el debate y preparar el marco institucional para asumir una energía de este tipo en el futuro? Evidentemente el tema es de largo debate, pero creemos que la matriz energética nacional no debiese contar con energía nuclear, al menos hasta que no exista en el futuro alguna medida eficaz de enfretar los embates sísmicos, aunque claro, también por nuestra especial geografía, el tema es más delicado aún. Creemos que la salida va por la energía eólica, que según estudios internacionales, Chile sería uno de los pocos países que pueden explotar este tipo de energía en su máxima capacidad. También podría ser la energía mareomotriz, ya que Chile posee una de las costas más extensas del mundo.

Alternativas existen, hay que evaluarlas seriamente, en el mismo nivel en que debemos analizar si la energía nuclear es nuestra solución.

lunes, 28 de febrero de 2011

Libia en la encrucijada

Después de las manifestaciones en Túnez y Egipto, el tercer país del mundo árabe que ha seguido con el tan llamado "efecto dominó", es Libia. Esto último, ocurre a pesar de que las manifestaciones en países como Bahréin, Yemen y Omán no han sido menores, mientras que otros manifestantes han lanzado en las redes sociales algunas tentativas para continuar con el proceso en Arabia Saudí, Argelia y Marruecos. Lo cierto, es que por ahora la situación en Libia es seguida con especial atención por parte de la comunidad internacional. Por más que en los círculos académicos se intente hablar de un "efecto dominó"; la gestación, desarrollo y término de las manifestaciones del mundo árabe varían de un país a otro. El caso de Libia no es la excepción.

A diferencia de lo ocurrido en Túnez, pero sobre todo con Egipto, el mandatario libio, Muammar Gaddafi no ha vacilado en utilizar la fuerza para dispersar a los manifestantes. Una vez iniciadas las manifestaciones, al paso de una semana algunas ONG y otras cadenas informativas como Al Jazeera ya hablaban que la cantidad de víctimas fatales superaba las doscientas personas. La verdad de las cosas, es que la situación en Libia no parecía ser un frente tan llamativo en las manifestaciones del mundo árabe.

Especialmente después de que en Egipto empezaran a fraguarse los incidentes, el régimen de Gaddafi había anunciado como una forma de anticiparse, algunas medidas paliativas. Sin embargo, éstas no fueron suficientes para lo que se vendría las semanas después.

Actualmente, Gaddafi se encuentra en una posición muy compleja. Internamente, las manifestaciones aumentan. Pasaron desde Bengasi, hacia Al Kufrah y luego se expandieron hacia el Oeste, pasando por Musratha, Zauiya y Zuara, ésta última, cercana a la frontera con Túnez.

Mientras tanto, internacionalmente Gaddafi está sintiendo un aislamiento en la comunidad de Estados. Ya son varios los países que le han recomendado al mandatario libio, permitir la libertad de opinión en los manifestantes, pero sobre todo, no reprimirlas con violencia. A esto, debemos sumar algunas pérdidas importantes de apoyo que si bien no son a nivel institucional, sí pueden ser importantes a la hora de definir el conflicto en Libia. Estas pérdidas -a nuestro juicio- son principalmente tres: La primera, es la negativa de los pilotos libios del Ejército del Aire para disparar en contra de los manifestantes -y que terminaron aterrizando sus aviones en Malta- La segunda, es la oleada de renuncias de embajadores libios en distintas sedes diplomáticas alrededor del mundo. Los diplomáticos tomaron esta decisión como una forma de mostrar su disconformidad ante la represión de las autoridades libias hacia los civiles. Finalmente, la tercera es la sublevación de algunas unidades de las FFAA libias en la parte oriental del país. Más específicamente, podemos mencionar el caso del General de Brigada, Abdul Nafa Musa, que había hecho un llamado al resto de los oficiales en la parte oriental de Libia para "marchar hacia Trípoli", la capital de ese país. Por lo tanto, Gaddafi se encuentra entre la espada y la pared.

Es cuestión de semanas para que la suma de todos estos elementos cuajen y se transformen en el colapso de la era Gaddafi. En Libia -al igual que en Egipto- el Presidente en ejercicio pretendía delegar el poder en forma hereditaria a su hijo. Si en Egipto no se quería a Hosni Mubarak ni a su hijo, Gamal es probable que en Libia tampoco quieran a Muammar Gaddafi ni a su hijo, Saif.

La diferencia entre Egipto y Libia es que las decisiones emprendidas por la comunidad de Estados -principalmente occidentales- serán más decisivas que las adoptadas en Egipto. Con "decisivas" nos referimos especificamente a posibles acciones militares. No olvidemos que el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas adoptó por unanimidad en sus quince miembros, sanciones contra el régimen de Gaddafi, pero también por la invocación del Capítulo siete de la Carta de Naciones Unidas que contempla el uso de la fuerza para implementar las medidas. Al parecer, esto último justificaría el motivo que representa la incapacidad de las fuerzas libias para mantener el orden. Con el paso de los días ya se ha demostrado que no existe orden dentro de las propias unidades militares libias, por lo que su confiabilidad para mantener el orden interno ha retrocedido a fojas cero.

En vista de los acontecimientos, la encrucijada en Libia parece dirigirse a uno de los siguientes dos escenarios. Un escenario, es el colapso del régimen de la era Gaddafi y sus colaboradores más cercanos, generando una salida política "a la tunecina" -ya que no seguirá el mismo fin que el caso egipcio por el sencillo hecho que una junta militar no podrá contener los estribos del país-

El segundo escenario, es que al no tener un futuro líder claro, se optará por la secesión territorial del país en áreas de influencia que manejarán algunos clanes con la ayuda de los militares rebeldes. En tal caso, el proceso debería continuar siendo monitoreado por la ONU hasta el establecimiento de elecciones que debería llegar al paso de los meses siguientes.

Creemos que en Libia, el descenlace al conflicto -y a pesar de haberse inspirado por las manifestaciones en la Plaza Tahrir- podría no seguir la misma lógica egipcia. Evidentemente cada país del mundo árabe a pesar de compartir una serie de valores, costumbres y culturas, determinan sus acciones en función de intereses que muchas veces son distintos. Con mayor razón sucede esto cuando actualmente estamos en presencia de una verdadera revolución árabe, que ya sabemos cómo empezó, pero no sabemos cómo terminará.

sábado, 19 de febrero de 2011

Sudán del Sur : Un Estado, muchos dilemas

Mientras los efectos de la desestabilización en el mundo árabe siguen repercutiendo con especial fuerza en Libia, Yemen y Bahréin; el panorama en Sudán -que hasta hace unas semanas atrás parecía muy tenso después de los llamados a través de las redes sociales para incitar un levantamiento popular por parte del "Grupo 30 de enero"- parece calmarse de a poco.

Ya habíamos comentado en una columna anterior algunas aristas del referendo de autodeterminación de Sudán del Sur y qué podría traer como beneficio en este castigado país africano. Lo cierto es que desde entonces a la fecha, el referendo ya fue realizado y dando como resultado lo que de alguna manera ya se sabía: Sudán del Sur ha optado por la secesión del Norte. Los resultados que fueron entregados por la Comisión Electoral de Sudán eran contundentes: un 98,83 por ciento de los votantes, optaron por la independencia de Sudán del Sur. A partir de ahora los sudaneses del Sur gozarán de autonomía política, ya que el gobierno de Omar Al Bashir -el Presidente de Sudán del Norte- aceptó los resultados, interpretándose como una buena señal para la continuidad de las relaciones inter-sudanesas.

Sin embargo, el referendo también ha despertado algunas dudas, que principalmente se manifestan en dos campos. Uno de ellos, es el futuro que tendrá la provincia petrolífera de Abyei. Especialmente durante el año en curso, esta provincia ha sido escenario de violencia por la disputa de sus reservas de petróleo y probablemente Abyei será el próximo gran desafío que tengan que enfrentar los gobiernos de Jartum y Juba. Hasta el momento, no se sabe si Abyei decidirá incorporarse a Sudán del Norte o del Sur y para solucionar esto, probablemente se tendrá que definir en un referendo a sus ciudadanos. El otro aspecto importante -tanto para Sudán del Norte como del Sur- es la eliminación de este país en la lista negra estadounidense de los países que apoyan el terrorismo. Recordemos que Sudán forma parte de esta lista luego de las sospechas que este país podría haber patrocinado al atentado contra el ex Presidente egipcio, Hosni Mubarak en 1995. También por las sospechas de que a inicios de los noventa, el gobierno sudanés supuestamente dio asilo a Osama Bin Laden. Al parecer, estas sospechas serían lo suficientemente meritorias como para aislar internacionalmente a Sudán. Por lo tanto, remover a este país de la lista le interesa principalmente a Jartum -que es de mayoría islámica- pero también a Juba, ya que como lo habrá dicho su Presidente, Salva Kiir "solicitaremos juntos que se quite a Sudán de la lista de países que apoyan el terrorismo". Estos dos puntos serán los que trataremos en esta columna.

Con la evolución de la situación en Sudán, el tema de la separación ya ha sido zanjada. Como mencionamos anteriormente, según los resultados entregados por la Comisión Electoral de Sudán, una aplastante mayoría de sudaneses del Sur ha decidido separarse del gobierno de Jartum, en donde este último es predominantemente de religión musulmana. Con lo acontecido, en las últimas semanas -y si todo sigue un curso normal- el próximo 9 de julio seremos testigos del nacimiento del primer Estado del siglo XXI, donde Sudán del Sur hará su independencia de forma efectiva. Esto también transformará a Sudán del Sur en el Estado número 193 de la Asamblea de Naciones Unidas y en el Estado número 54 del continente africano.

Sin embargo, el conflicto inter-sudanés aún no está del todo resuelto. La provincia petrolífera de Abyei será el próximo gran dilema para las relaciones entre los gobiernos de Jartum y Juba. Al igual que como lo fue Sudán -un país dividido religiosamente entre musulmanes y cristianos- también lo es el caso de la provincia de Abyei. En esta provincia habitan fundamentalmente dos tribus rivales: Los Misseriya, nómadas que se dedican a la ganadería, practican la religión musulmana y generalmente pasan a Abyei en busca de agua y pastos para sus ganados. A esta tribu se le asemeja también el apoyo tácito -no formal- del gobierno de Jartum y especialmente de Omar Al Bashir. Por el otro lado, están los Ngok Dinka, que son principalmente agricultores, ligados con el gobierno semiautónomo del Sur y que por lo tanto eran favorables a la secesión del Norte, pero también a la anexión de Abyei con el Sur de Sudán.

Desde el año pasado, Abyei ha sido escenario de violentos enfrentamientos entre estas tribus rivales. A inicios de enero de este año, la cifra de víctimas fatales ya sobrepasaba las treinta. Evidentemente, esto ha generado algunas trabas para la solución de este problema, ya que el caso de Abyei debía solucionarse en un referendo simultáneo a la realización de la consulta de independencia de Sudán del Sur. Con esto, la situación de Abyei ha pasado a manos de negociaciones locales que han resultado ser infructuosas. No sería ilógico pensar que Sudán del Sur -aún haciendo efectiva su independencia en julio próximo- aún no tenga un control efectivo sobre los recursos en Abyei. Esto es importante, porque debemos mencionar que casi el ochenta por ciento de las reservas de petróleo se concentran en el Sur de Sudán, gran parte de este porcentaje en Abyei. En buenas cuentas, Sudán del Sur por ahora sería un Estado relativamente autónomo, pero aún no soberano en su totalidad. Para que Sudán del Sur obtenga esta condición, deberá solucionar el dilema de Abyei junto al gobierno de Jartum.

En esa materia, deberíamos recordar que el Acuerdo Integral de Paz que en 2005 puso fin a las hostilidades entre el Norte y el Sur del país, mencionaba que antes de la realización del referendo, las ganancias del petróleo debían ser repartidas en partes iguales para el Norte y el Sur. Con la aprobación de la independencia de Sudán del Sur, este punto en rigor, ya no tendría que ser cumplido. Sin embargo, por ahora el tema no es tan sencillo como para afirmar que Sudán del Sur ostentará todos los recursos petrolíferos bajo su jurisdicción, ya que los oleoductos que pasan por Sudán, desembocan en el Mar Rojo, al Norte del país, por lo tanto, el caso de Abyei tendrá que imperiosamente ser solucionado a través de negociaciones entre los gobiernos de Sudán y con un constante monitoreo internacional. Nuevamente, la voluntad política será clave para solucionar ese tema.

El otro aspecto con el que tendrá que enfrentar este nuevo Estado africano, es apoyar la causa para eliminar a Sudán como un país patrocinador del terrorismo. Para entender esto, podríamos hacernos una pregunta ligada a lo que veníamos tratando anteriormente: ¿Cómo Al Bashir decidió aceptar la separación de Sudán del Sur sabiendo que este país concentra casi la totalidad de las reservas de petróleo? La respuesta queda en evidencia: El compromiso de eliminar a Sudán -o Sudán del Norte en este caso- en la mencionada lista.

Antes de la realización del referendo, Sudán tuvo que sopesar las sanciones económicas y el aislamiento internacional, sumado a la orden que en 2009 emitió el Tribunal de la Haya para la captura internacional contra Omar Al Bashir -por las acusaciones de crímenes de lesa humanidad y genocidio por el conflicto en Darfur-. Con todo, probablemente estas acusaciones podrían suavisarse un poco en el corto y mediano plazo. Entender ahora la aprobación de Al Bashir, no resultaría tan compleja. El Presidente de Sudán del Norte pierde, pero gana al mismo tiempo.

Mientras Sudán del Norte queda con las reservas de petróleo en jaque, Sudán del Sur las ostenta, pero al costo de poseer una altísima tasa de analfabetismo, pobreza y con la tarea de empezar a organizarse como un Estado autónomo. Es probable que de aquí a julio próximo, efectivamente Sudán del Sur sea un Estado efectivo, pero aún con la duda de tener la autonomía económica y sobre todo territorial en el caso de Abyei. Por su parte, ¿Jartum cómo responderá a largo plazo una vez que los embates de la escasez por los ingresos del petróleo empiecen a hacer efecto? Para entonces, ¿En qué estado se encontrará Sudán del Sur? ¿Dejará de ser autónomo para pasar a ser soberano?

El referendo realizado en febrero ha solucionado un gran dilema, pero ha instalado muchos otros más y que dicho sea de paso, tendremos que ir mirando con atención en los próximos meses.


domingo, 6 de febrero de 2011

Los efectos de las crisis en Túnez y Egipto para el mundo árabe

Mientras que en Egipto la evolución a la crisis política empieza a dar tenues señales de "mejora" -tras la reunión entre el Vicepresidente egipcio, Omar Suleiman con autoridades de los partidos de oposición- en el mundo árabe, el resto de los países entendieron que los efectos de las crisis en Túnez y Egipto tenían que ser contenidas antes de que se traspasaran al resto de la región. En esta columna, nos enfocaremos en revisar en primer lugar, los efectos de las crisis egipcio-tunecinas para una serie de países en el mundo árabe y luego, analizar cómo ha evolucionado el conflicto o crisis política en Egipto junto con su escenario más probable en vista de los últimos acontecimientos.

En la misma región del Magreb -que Túnez comparte con otros países como Marruecos, Libia y Argelia- en todos esos casos, a grosso modo han decidido inyectar fondos para asegurar proyectos de vivienda y programas de empleo. Recordemos que tanto en las crisis de Túnez como de Egipto, uno de los factores se dio con la situación de una juventud sumida en la pobreza y con nulas posibilidades de empleo. De ahí que sean entendibles estas medidas paliativas de los países magrebíes. Pero otros países fuera del Magreb, como por ejemplo, el caso de Jordania, el monarca Abdullah ha acelerado el proceso de reforma que conduzca a una mejoría del país. Como lo diría en sus propias palabras, "queremos reformas que allanen el camino para que nuestro pueblo tenga grandes oportunidades y una vida digna". A pesar de esto, la situación dentro de Jordania no es vista con buenos ojos por los islamistas -o al menos, los islamistas más radicales- que denuncian una serie de escándalos de corrupción y una reforma a la ley electoral. Por lo pronto, la situación en Jordania no ha pasado a mayores, ya que el principal referente de oposición, el Frente de Acción Islámica ha señalado que a diferencia de Egipto no desean un cambio de régimen, sino que sólo reformas políticas.

Resulta curioso revisar cómo ha evolucionado desde la última revisión de la crisis en Egipto, los acontecimientos actuales. Si hacemos una pincelada, recordaremos fácilmente que señalábamos en la columna anterior, que en Egipto se dio un proceso de "agotamiento político" con el régimen de Hosni Mubarak. No podía ser de otra forma, porque las iniciativas de las manifestaciones se deben a la pérdida de apoyo que ha constatado el Presidente egipcio ante la incapacidad de generar eficazmente reformas políticas que conduzcan a una mayor libertad para su población -quien desde 1981 ha tenido que acostumbrarse a vivir bajo "estado de excepción"- y también, ante la creación de empleos, que ha sido un fuerte golpe con el que ha tenido que lidiar especialmente la población más joven.

Sumémosle además, la postura de los Hermanos Musulmanes y las denuncias sobre "fraude electoral" en los comicios legislativos de noviembre -que ya habíamos comentado anteriormente- y que entender este aspecto, resultaría fundamental para una comprensión integral del panorama en Egipto. Resulta que tal como lo habíamos advertido, esta acusación ha ayudado a generar un "programa común" de los partidos de oposición para denunciar las malas prácticas del gobierno egipcio.

Ahora bien, desde aquél entonces, se han dado interesantes pasos -y curiosos al mismo tiempo- que puedan sentar un precedente para el proceso de transición. El primero de ellos, es la reunión de los partidos de oposición -incluyendo a los Hermanos Musulmanes- con el Vicepresidente, Omar Suleiman para pedir una serie de reformas constitucionales, orientadas básicamente a los requisitos para ser candidato presidencial, el número de mandatos que puede tener el Jefe de Estado y el fin de la Ley de Emergencia, vigente desde 1981.

También hay una señal que no podemos pasar por alto y es la renuncia de parte de la cúpula del Partido Nacional Democrático (PND), el partido oficialista en el que militan tanto Mubarak como su entorno más cercano. Su hijo, Gamal Mubarak contaba con el puesto de Presidente del comité político del partido, al que también se desligó.

En la política internacional son importantes los hechos, pero también las señales, y en este sentido, podemos apreciar que la renuncia -especialmente la de Gamal a su puesto que lo ligaba al PND- es una de ellas. ¿Podría interpretarse como un intento de "despolitizar" la imagen de Gamal, para legimitar una continuidad de la era Mubarak en Egipto?

Esto es relevante si recordamos la crisis tunecina, donde al primer intento de formar un gabinete por parte del Primer Ministro, Mohamed Ghanuchi se le criticó el hecho de que permanecieran miembros del régimen de Ben Alí -que militaban a su vez en el RCD-. Como una forma de calmar los ánimos, Ghanuchi intentó "despolitizar" el gabinete haciendo que sus ministros renunciaran a su militancia en el RCD, intento que a la larga no prosperó. En base a esto, bien podríamos imaginar que ese intento de despolitizar a Gamal intente allanarle el camino que los ministros en Túnez no pudieron encontrar.

Lo cierto, es que por ahora todo parece indicar una cierta calma. Dado el complejo momento que atraviesa la crisis en Egipto, hay un hermetismo para las conversaciones sobre una eventual dimisión de Mubarak, pero -según las estimaciones- quedaría como posible sustituto en el proceso de transición, su Vicepresidente Omar Suleiman.

Independiente de todo esto, está claro que Mubarak no podrá quedarse hasta septiembre como él lo manifestó en la prensa, pero esa no debería ser nuestra inquietud. Lo que realmente preocupará no sólo a Egipto, sino que también a Occidente, serán las elecciones presidenciales que durante este año -según la agenda- deberían realizarse en el país.

Sería bueno preguntarse si las manifestaciones en Egipto, ¿desean la renuncia sólo de Hosni Mubarak o bien, a la renuncia de cualquier vínculo del PND con el poder en Egipto? Si fuera así, ¿entonces la figura de Gamal Mubarak sería legítima al desligarse del partido oficialista?

Hasta ahora, el proceso de "transición" en Egipto ha sido increíblemente más complejo que el tunecino, lo que es comprensible dado a que como ya lo habíamos sostenido, este país representa una importancia estratégica para Occidente e Israel. Para Occidente, porque básicamente desde el régimen de Mubarak, se ha asegurado el libre tránsito petrolífero por el Canal de Suez -una importante ruta por la que atraviesan los buques petroleros pesados-. Se cree que aproximadamente unas 35.000 embarcaciones pasan al año por este canal, transformándolo en una de las principales rutas de carga pesada en todo el mundo. Por más que a priori se consideraría como algo marginal su equivalencia de transportar aproximadamente el 1% de la producción mundial, no deja de ser cierto que un eventual cierre del canal, dispararía el precio del crudo al tener que buscar rutas alternativas para el comercio de éste hidrocarburo.

Por otro lado, para Israel la situación en Egipto también es clave para sus intereses estratégicos. En el peor de los escenarios, Israel vería como los Hermanos Musulmanes -ante una posibilidad de llegar al poder- puede ver afectada su seguridad dado a que los Hermanos Musulmanes tradicionalmente no reconocen los Acuerdos de Camp David -que pusieron fin a las hostilidades entre Israel y Egipto por la situación de la Península del Sinaí-. Aunque en la actualidad, esta colectividad, ha manifestado su voluntad de someterlo a un referendo, de todas formas, esto sería observado con escepticismo especialmente por Israel. Desde Tel Aviv, no se ve con buenos ojos una llegada de la oposición islamista al poder en Egipto, ya que consideran que la situación con los palestinos -que ya es frágil- puede verse agudizada ante una situación como esa. También, porque ésta ya sería la segunda "pérdida" de un aliado para Israel, ya que durante el año pasado, las relaciones entre Tel Aviv y el régimen de Ankara ya se vieron fuertemente tocadas después del asalto a la "Flotilla de la Libertad".

En conclusión, estamos ante un panorama sumamente complejo, con una enorme cantidad de aristas y que alguna modificación sustantiva en alguna de ellas, traerá consecuencias absolutamente directas en las demás. Lo que sí podemos afirmar respecto a la situación en Egipto, es que de ninguna manera, el actual Presidente tendrá una base de legitimidad para permanecer en el poder hasta septiembre como el mismo lo había estimado. Esperamos que a la brevedad, las preguntas que lanzamos en los párrafos anteriores puedan responderse con el pasar de las próximas semanas.