Mientras los efectos de la desestabilización en el mundo árabe siguen repercutiendo con especial fuerza en Libia, Yemen y Bahréin; el panorama en Sudán -que hasta hace unas semanas atrás parecía muy tenso después de los llamados a través de las redes sociales para incitar un levantamiento popular por parte del "Grupo 30 de enero"- parece calmarse de a poco.
Ya habíamos comentado en una columna anterior algunas aristas del referendo de autodeterminación de Sudán del Sur y qué podría traer como beneficio en este castigado país africano. Lo cierto es que desde entonces a la fecha, el referendo ya fue realizado y dando como resultado lo que de alguna manera ya se sabía: Sudán del Sur ha optado por la secesión del Norte. Los resultados que fueron entregados por la Comisión Electoral de Sudán eran contundentes: un 98,83 por ciento de los votantes, optaron por la independencia de Sudán del Sur. A partir de ahora los sudaneses del Sur gozarán de autonomía política, ya que el gobierno de Omar Al Bashir -el Presidente de Sudán del Norte- aceptó los resultados, interpretándose como una buena señal para la continuidad de las relaciones inter-sudanesas.
Sin embargo, el referendo también ha despertado algunas dudas, que principalmente se manifestan en dos campos. Uno de ellos, es el futuro que tendrá la provincia petrolífera de Abyei. Especialmente durante el año en curso, esta provincia ha sido escenario de violencia por la disputa de sus reservas de petróleo y probablemente Abyei será el próximo gran desafío que tengan que enfrentar los gobiernos de Jartum y Juba. Hasta el momento, no se sabe si Abyei decidirá incorporarse a Sudán del Norte o del Sur y para solucionar esto, probablemente se tendrá que definir en un referendo a sus ciudadanos. El otro aspecto importante -tanto para Sudán del Norte como del Sur- es la eliminación de este país en la lista negra estadounidense de los países que apoyan el terrorismo. Recordemos que Sudán forma parte de esta lista luego de las sospechas que este país podría haber patrocinado al atentado contra el ex Presidente egipcio, Hosni Mubarak en 1995. También por las sospechas de que a inicios de los noventa, el gobierno sudanés supuestamente dio asilo a Osama Bin Laden. Al parecer, estas sospechas serían lo suficientemente meritorias como para aislar internacionalmente a Sudán. Por lo tanto, remover a este país de la lista le interesa principalmente a Jartum -que es de mayoría islámica- pero también a Juba, ya que como lo habrá dicho su Presidente, Salva Kiir "solicitaremos juntos que se quite a Sudán de la lista de países que apoyan el terrorismo". Estos dos puntos serán los que trataremos en esta columna.
Con la evolución de la situación en Sudán, el tema de la separación ya ha sido zanjada. Como mencionamos anteriormente, según los resultados entregados por la Comisión Electoral de Sudán, una aplastante mayoría de sudaneses del Sur ha decidido separarse del gobierno de Jartum, en donde este último es predominantemente de religión musulmana. Con lo acontecido, en las últimas semanas -y si todo sigue un curso normal- el próximo 9 de julio seremos testigos del nacimiento del primer Estado del siglo XXI, donde Sudán del Sur hará su independencia de forma efectiva. Esto también transformará a Sudán del Sur en el Estado número 193 de la Asamblea de Naciones Unidas y en el Estado número 54 del continente africano.
Sin embargo, el conflicto inter-sudanés aún no está del todo resuelto. La provincia petrolífera de Abyei será el próximo gran dilema para las relaciones entre los gobiernos de Jartum y Juba. Al igual que como lo fue Sudán -un país dividido religiosamente entre musulmanes y cristianos- también lo es el caso de la provincia de Abyei. En esta provincia habitan fundamentalmente dos tribus rivales: Los Misseriya, nómadas que se dedican a la ganadería, practican la religión musulmana y generalmente pasan a Abyei en busca de agua y pastos para sus ganados. A esta tribu se le asemeja también el apoyo tácito -no formal- del gobierno de Jartum y especialmente de Omar Al Bashir. Por el otro lado, están los Ngok Dinka, que son principalmente agricultores, ligados con el gobierno semiautónomo del Sur y que por lo tanto eran favorables a la secesión del Norte, pero también a la anexión de Abyei con el Sur de Sudán.
Desde el año pasado, Abyei ha sido escenario de violentos enfrentamientos entre estas tribus rivales. A inicios de enero de este año, la cifra de víctimas fatales ya sobrepasaba las treinta. Evidentemente, esto ha generado algunas trabas para la solución de este problema, ya que el caso de Abyei debía solucionarse en un referendo simultáneo a la realización de la consulta de independencia de Sudán del Sur. Con esto, la situación de Abyei ha pasado a manos de negociaciones locales que han resultado ser infructuosas. No sería ilógico pensar que Sudán del Sur -aún haciendo efectiva su independencia en julio próximo- aún no tenga un control efectivo sobre los recursos en Abyei. Esto es importante, porque debemos mencionar que casi el ochenta por ciento de las reservas de petróleo se concentran en el Sur de Sudán, gran parte de este porcentaje en Abyei. En buenas cuentas, Sudán del Sur por ahora sería un Estado relativamente autónomo, pero aún no soberano en su totalidad. Para que Sudán del Sur obtenga esta condición, deberá solucionar el dilema de Abyei junto al gobierno de Jartum.
En esa materia, deberíamos recordar que el Acuerdo Integral de Paz que en 2005 puso fin a las hostilidades entre el Norte y el Sur del país, mencionaba que antes de la realización del referendo, las ganancias del petróleo debían ser repartidas en partes iguales para el Norte y el Sur. Con la aprobación de la independencia de Sudán del Sur, este punto en rigor, ya no tendría que ser cumplido. Sin embargo, por ahora el tema no es tan sencillo como para afirmar que Sudán del Sur ostentará todos los recursos petrolíferos bajo su jurisdicción, ya que los oleoductos que pasan por Sudán, desembocan en el Mar Rojo, al Norte del país, por lo tanto, el caso de Abyei tendrá que imperiosamente ser solucionado a través de negociaciones entre los gobiernos de Sudán y con un constante monitoreo internacional. Nuevamente, la voluntad política será clave para solucionar ese tema.
El otro aspecto con el que tendrá que enfrentar este nuevo Estado africano, es apoyar la causa para eliminar a Sudán como un país patrocinador del terrorismo. Para entender esto, podríamos hacernos una pregunta ligada a lo que veníamos tratando anteriormente: ¿Cómo Al Bashir decidió aceptar la separación de Sudán del Sur sabiendo que este país concentra casi la totalidad de las reservas de petróleo? La respuesta queda en evidencia: El compromiso de eliminar a Sudán -o Sudán del Norte en este caso- en la mencionada lista.
Antes de la realización del referendo, Sudán tuvo que sopesar las sanciones económicas y el aislamiento internacional, sumado a la orden que en 2009 emitió el Tribunal de la Haya para la captura internacional contra Omar Al Bashir -por las acusaciones de crímenes de lesa humanidad y genocidio por el conflicto en Darfur-. Con todo, probablemente estas acusaciones podrían suavisarse un poco en el corto y mediano plazo. Entender ahora la aprobación de Al Bashir, no resultaría tan compleja. El Presidente de Sudán del Norte pierde, pero gana al mismo tiempo.
Mientras Sudán del Norte queda con las reservas de petróleo en jaque, Sudán del Sur las ostenta, pero al costo de poseer una altísima tasa de analfabetismo, pobreza y con la tarea de empezar a organizarse como un Estado autónomo. Es probable que de aquí a julio próximo, efectivamente Sudán del Sur sea un Estado efectivo, pero aún con la duda de tener la autonomía económica y sobre todo territorial en el caso de Abyei. Por su parte, ¿Jartum cómo responderá a largo plazo una vez que los embates de la escasez por los ingresos del petróleo empiecen a hacer efecto? Para entonces, ¿En qué estado se encontrará Sudán del Sur? ¿Dejará de ser autónomo para pasar a ser soberano?
El referendo realizado en febrero ha solucionado un gran dilema, pero ha instalado muchos otros más y que dicho sea de paso, tendremos que ir mirando con atención en los próximos meses.
Ya habíamos comentado en una columna anterior algunas aristas del referendo de autodeterminación de Sudán del Sur y qué podría traer como beneficio en este castigado país africano. Lo cierto es que desde entonces a la fecha, el referendo ya fue realizado y dando como resultado lo que de alguna manera ya se sabía: Sudán del Sur ha optado por la secesión del Norte. Los resultados que fueron entregados por la Comisión Electoral de Sudán eran contundentes: un 98,83 por ciento de los votantes, optaron por la independencia de Sudán del Sur. A partir de ahora los sudaneses del Sur gozarán de autonomía política, ya que el gobierno de Omar Al Bashir -el Presidente de Sudán del Norte- aceptó los resultados, interpretándose como una buena señal para la continuidad de las relaciones inter-sudanesas.
Sin embargo, el referendo también ha despertado algunas dudas, que principalmente se manifestan en dos campos. Uno de ellos, es el futuro que tendrá la provincia petrolífera de Abyei. Especialmente durante el año en curso, esta provincia ha sido escenario de violencia por la disputa de sus reservas de petróleo y probablemente Abyei será el próximo gran desafío que tengan que enfrentar los gobiernos de Jartum y Juba. Hasta el momento, no se sabe si Abyei decidirá incorporarse a Sudán del Norte o del Sur y para solucionar esto, probablemente se tendrá que definir en un referendo a sus ciudadanos. El otro aspecto importante -tanto para Sudán del Norte como del Sur- es la eliminación de este país en la lista negra estadounidense de los países que apoyan el terrorismo. Recordemos que Sudán forma parte de esta lista luego de las sospechas que este país podría haber patrocinado al atentado contra el ex Presidente egipcio, Hosni Mubarak en 1995. También por las sospechas de que a inicios de los noventa, el gobierno sudanés supuestamente dio asilo a Osama Bin Laden. Al parecer, estas sospechas serían lo suficientemente meritorias como para aislar internacionalmente a Sudán. Por lo tanto, remover a este país de la lista le interesa principalmente a Jartum -que es de mayoría islámica- pero también a Juba, ya que como lo habrá dicho su Presidente, Salva Kiir "solicitaremos juntos que se quite a Sudán de la lista de países que apoyan el terrorismo". Estos dos puntos serán los que trataremos en esta columna.
Con la evolución de la situación en Sudán, el tema de la separación ya ha sido zanjada. Como mencionamos anteriormente, según los resultados entregados por la Comisión Electoral de Sudán, una aplastante mayoría de sudaneses del Sur ha decidido separarse del gobierno de Jartum, en donde este último es predominantemente de religión musulmana. Con lo acontecido, en las últimas semanas -y si todo sigue un curso normal- el próximo 9 de julio seremos testigos del nacimiento del primer Estado del siglo XXI, donde Sudán del Sur hará su independencia de forma efectiva. Esto también transformará a Sudán del Sur en el Estado número 193 de la Asamblea de Naciones Unidas y en el Estado número 54 del continente africano.
Sin embargo, el conflicto inter-sudanés aún no está del todo resuelto. La provincia petrolífera de Abyei será el próximo gran dilema para las relaciones entre los gobiernos de Jartum y Juba. Al igual que como lo fue Sudán -un país dividido religiosamente entre musulmanes y cristianos- también lo es el caso de la provincia de Abyei. En esta provincia habitan fundamentalmente dos tribus rivales: Los Misseriya, nómadas que se dedican a la ganadería, practican la religión musulmana y generalmente pasan a Abyei en busca de agua y pastos para sus ganados. A esta tribu se le asemeja también el apoyo tácito -no formal- del gobierno de Jartum y especialmente de Omar Al Bashir. Por el otro lado, están los Ngok Dinka, que son principalmente agricultores, ligados con el gobierno semiautónomo del Sur y que por lo tanto eran favorables a la secesión del Norte, pero también a la anexión de Abyei con el Sur de Sudán.
Desde el año pasado, Abyei ha sido escenario de violentos enfrentamientos entre estas tribus rivales. A inicios de enero de este año, la cifra de víctimas fatales ya sobrepasaba las treinta. Evidentemente, esto ha generado algunas trabas para la solución de este problema, ya que el caso de Abyei debía solucionarse en un referendo simultáneo a la realización de la consulta de independencia de Sudán del Sur. Con esto, la situación de Abyei ha pasado a manos de negociaciones locales que han resultado ser infructuosas. No sería ilógico pensar que Sudán del Sur -aún haciendo efectiva su independencia en julio próximo- aún no tenga un control efectivo sobre los recursos en Abyei. Esto es importante, porque debemos mencionar que casi el ochenta por ciento de las reservas de petróleo se concentran en el Sur de Sudán, gran parte de este porcentaje en Abyei. En buenas cuentas, Sudán del Sur por ahora sería un Estado relativamente autónomo, pero aún no soberano en su totalidad. Para que Sudán del Sur obtenga esta condición, deberá solucionar el dilema de Abyei junto al gobierno de Jartum.
En esa materia, deberíamos recordar que el Acuerdo Integral de Paz que en 2005 puso fin a las hostilidades entre el Norte y el Sur del país, mencionaba que antes de la realización del referendo, las ganancias del petróleo debían ser repartidas en partes iguales para el Norte y el Sur. Con la aprobación de la independencia de Sudán del Sur, este punto en rigor, ya no tendría que ser cumplido. Sin embargo, por ahora el tema no es tan sencillo como para afirmar que Sudán del Sur ostentará todos los recursos petrolíferos bajo su jurisdicción, ya que los oleoductos que pasan por Sudán, desembocan en el Mar Rojo, al Norte del país, por lo tanto, el caso de Abyei tendrá que imperiosamente ser solucionado a través de negociaciones entre los gobiernos de Sudán y con un constante monitoreo internacional. Nuevamente, la voluntad política será clave para solucionar ese tema.
El otro aspecto con el que tendrá que enfrentar este nuevo Estado africano, es apoyar la causa para eliminar a Sudán como un país patrocinador del terrorismo. Para entender esto, podríamos hacernos una pregunta ligada a lo que veníamos tratando anteriormente: ¿Cómo Al Bashir decidió aceptar la separación de Sudán del Sur sabiendo que este país concentra casi la totalidad de las reservas de petróleo? La respuesta queda en evidencia: El compromiso de eliminar a Sudán -o Sudán del Norte en este caso- en la mencionada lista.
Antes de la realización del referendo, Sudán tuvo que sopesar las sanciones económicas y el aislamiento internacional, sumado a la orden que en 2009 emitió el Tribunal de la Haya para la captura internacional contra Omar Al Bashir -por las acusaciones de crímenes de lesa humanidad y genocidio por el conflicto en Darfur-. Con todo, probablemente estas acusaciones podrían suavisarse un poco en el corto y mediano plazo. Entender ahora la aprobación de Al Bashir, no resultaría tan compleja. El Presidente de Sudán del Norte pierde, pero gana al mismo tiempo.
Mientras Sudán del Norte queda con las reservas de petróleo en jaque, Sudán del Sur las ostenta, pero al costo de poseer una altísima tasa de analfabetismo, pobreza y con la tarea de empezar a organizarse como un Estado autónomo. Es probable que de aquí a julio próximo, efectivamente Sudán del Sur sea un Estado efectivo, pero aún con la duda de tener la autonomía económica y sobre todo territorial en el caso de Abyei. Por su parte, ¿Jartum cómo responderá a largo plazo una vez que los embates de la escasez por los ingresos del petróleo empiecen a hacer efecto? Para entonces, ¿En qué estado se encontrará Sudán del Sur? ¿Dejará de ser autónomo para pasar a ser soberano?
El referendo realizado en febrero ha solucionado un gran dilema, pero ha instalado muchos otros más y que dicho sea de paso, tendremos que ir mirando con atención en los próximos meses.
No hay comentarios:
Publicar un comentario