El viernes 7 de diciembre -con la presentación chilena de su postura en torno a la delimitación marítima- se dio término a la primera ronda de alegatos que se ventila en la Corte Internacional de Justicia de la Haya, la cual, busca solucionar la controversia por la delimitación marítima que a juicio de Perú no está zanjada, mientras que Santiago afirma lo contrario, amparándose en la validez de la Declaración de Santiago de 1952 y el Convenio sobre la Zona Especial Fronteriza Marítima de 1954. Además, la delegación chilena sostiene que los más de sesenta años de práctica ininterrumpida, afirman la validez de los argumentos esgrimidos por Santiago.
Esta primera ronda de alegatos dio inicio con la presentación de la parte peruana los días lunes 3 y martes 4 del presente mes, para que luego, fuese el turno de la delegación chilena el jueves 6 y viernes 7. Por ahora se ha levantado la sesión y se continuará el martes 11 con la presentación de la réplica peruana -donde se buscará contraargumentar lo que Chile ha sostenido durante la presentación de sus alegatos- para que posteriormente, el viernes 14 sea el turno de la parte chilena. Culminada esta segunda y última fase de alegatos, se da por concluido el proceso jurídico, quedando a la espera del dictamen del fallo que debería salir para el primer semestre del próximo año.
La verdad, es que durante la presentación de los alegatos, ninguna de las partes ha presentado argumentos nuevos, lo único "novedoso" es que los documentos utilizados durante la fase escrita, se hicieron públicos. Ya se conocía que Perú afirmaría la inexistencia de tratados e invocaría que la práctica ininterrumpida de la soberanía que Chile ha ejercido, sigue sin ser un argumento para invocar la existencia de un acuerdo explícito que delimitara la frontera marítima. También se sabía que Chile -fuera de buscar incluir a Ecuador como parte signataria de la Declaración de Santiago y del Convenio de 1954- reafirmaría la existencia de prácticas soberanas que robustecerían los argumentos que esgrime y que serían la razón para que la Corte mantenga el status quo, y que además podría basarse en la publicación de textos escolares peruanos que afirman la existencia del paralelo como frontera marítima.
De hecho, tampoco fue novedad el tono utilizado por los abogados durante sus presentaciones, sobre todo por Alain Pellet en la parte peruana, que fiel a su estilo irónico señaló que "con un simple croquis, se puede demostrar que el límite que sostiene Chile no es válido". El mismo tono irónico fue usado por los abogados que representan a Chile, específicamente por Jan Paulsson, quien sostuvo que "Perú ha recurrido a Google para presentar este mapa. Esto no es serio". De igual forma, podrían encontrarse más ironías que condimentaron la presentación de los alegatos de ambas partes. No podía ser de otra forma, porque como ya se sabía de antemano, en la fase oral del proceso en la Haya, generalmente se deja de utilizar un lenguaje estrictamente jurídico para pasar a uno de tinte político.
Cada una de las delegaciones, a través de sus Cancilleres, han afirmado a los medios de comunicación de sus países que los asiste el derecho y de que confían en un fallo favorable a sus intereses. Es lógico, en esta parte del proceso no pueden mostrarse señales con olor a derrota. Sin embargo, el aire triunfalista y optimista -aunque moderado- que se respira en Perú, contrastado con el silencio y la preocupación de Chile por el fallo reciente que la Corte ha determinado en el caso Nicaragua-Colombia, sienta un halo de que Perú tiene buenas posibilidades de obtener algo a su favor. Ante este escenario, algunos analistas chilenos sostienen que aunque el fallo fuese favorable a Chile, fuera de que marítima ni territorialmente "se gane algo", no se gana más que un elemento simbólico relacionado con el orgullo y el honor nacional. De igual forma, si Chile perdiera, se abriría un frente de recomposición para el manejo de las relaciones vecinales y generar algunos cambios estructurales de la forma en que deben y tienen que conducirse las relaciones con vecinos como Perú o Bolivia, lo que supondría un beneficio para Chile. Ciertamente, tales afirmaciones están en lo correcto, ya que también advertimos que la Cancillería chilena fue altamente reactiva en el manejo de las relaciones internacionales con nuestros vecinos del norte, donde eslóganes como "las relaciones inteligentes" o "las cuerdas separadas", distaron mucho de ser 'inteligentes' o 'separadas'.
Sin embargo, discrepamos con estas opiniones en el sentido de que un fallo favorable -aunque improbable- para Chile, no signifiquen una victoria más allá de lo meramente subjetivo en términos de acrecentar el orgullo y el honor patrio. Efectivamente un eventual fallo favorable a Chile sería una victoria, porque fuera de cerrar toda posibilidad de revisionismo fronterizo con Perú, el hecho de que la Corte se declare inadmisible para zanjar una disputa territorial -en el caso de que los acuerdos de la década del cincuenta sean considerados como 'válidos'- cerraría toda posibilidad de recurrir a la Corte por parte de Bolivia, precisamente porque si en el caso Chile-Perú se avalaría la existencia de tratados previamente firmados y ratificados, se desmoronaría la pretensión boliviana de renegociar el Tratado de Paz y Amistad de 1904.
Por lo tanto, no todo tiene que observarse como "ganar más o menos territorio". El fallo de la Haya tiene elementos de trasfondo que tienen que observarse con atención, una atención que a nuestro parecer no está siendo atendida por algunos especialistas. En cualquier caso, queremos insistir que el fallo de la Corte será de una alta complejidad, ya que se encuentran en disputa problemas de interpretación de tratados y la validez de la costumbre internacional usada como fuente del derecho consuetudinario. No obstante, si al menos tomamos en cuenta la jurisprudencia de la Corte, Perú es el que corre con ventaja para un fallo a su favor.
La pregunta que cabe señalarnos es si el fallo de la Corte marcará el fin de los conflictos que han marcado las relaciones chileno-peruanas durante gran parte del siglo XX e inicios del siglo XXI. La respuesta que consideramos es que no será así, ya que si bien el fallo de la Haya puede cerrar un capítulo de la disconformidad que a juicio de Perú se mantenía por una cuestión de reivindicación marítima, sería sólo el cierre de uno de los conflictos que se encuentran en una "matriz reivindicativa peruana" que en el caso de la Haya es de naturaleza jurídica, pero también las hay en el plano social y político. Ejemplos de esto son la reivindicación del Huáscar -el buque de guerra del Perú que fue capturado por las tropas chilenas durante la Guerra del Pacífico y que actualmente se mantiene en Chile como museo y trofeo de guerra-, y que recordemos que en momentos, tanto la clase política como militar del Perú se ha mostrado partidaria a solicitar su repatriación. También los conflictos que en su momento Perú tuvo con Chile para desminar la zona fronteriza del norte y que mientras Chile afirmaba remover las minas al interior de su territorio nacional, Perú sostenía que se hacía en una zona donde no habían fronteras claramente establecidas. También estará pendiente la reconstrucción de confianzas en materia de gasto militar, un conflicto de larga data que incluso ha llevado que Perú acuse a Chile como "país armamentista" y de "fomentar una carrera armamentista en la región". Un desafío no menor, serán las reuniones bilaterales a alto nivel, donde instancias como el 2+2 fueron terminadas durante el gobierno de Bachelet en disconformidad a la presentación de la demanda en la Haya.
Como podemos ver, la matriz reivindicativa peruana y la existencia de desafíos conjuntos para recomponer las relaciones bilaterales, es amplia y compleja. Un papel igual de importante, tendrán los medios de comunicación en ambos países, porque en su calidad de difusores informativos, son partes responsables en el manejo social que tenga un escenario Post-Haya. Aunque los medios de comunicación se escuden en la esfera privada y en el eslogan de la "libertad de expresión", pueden y de hecho, han generado conflictos bilaterales entre Chile y Perú. Sólo basta con recordar el titular del Diario La Razón que en octubre del 2009 tildaba a la ex Presidenta Michelle Bachelet como "conchuda" ("caradura" en la jerga peruana), generando un impasse diplomático, que incluso tuvo que ser necesaria la intervención del ex Canciller peruano, José García Belaúnde para desestimar y reprobar los dichos de ese medio de prensa.
Al parecer, el escenario posterior al fallo de la Corte no será nada de fácil. Durante los meses previos al dictamen del fallo tendremos que acostumbrarnos a la turbulencia política y social. Aunque ya se había advertido que durante este proceso, las relaciones chileno-peruanas serían "complejas", no hay elementos que nos hagan pensar que posterior al fallo se cambie esta tendencia a menos que se tomen medidas efectivas.
Las medidas que a nuestro parecer deberían aplicarse como forma de limar asperezas, son tan complejas como impopulares. Entre ellas, favorecer un diálogo constante entre personeros y autoridades políticas de ambos países, junto al hecho de convencer a sus medios de prensa a tener un rol importante y decisivo en el manejo de información dirigida a la ciudadanía. Esto no quiere decir que se oculte información, pero que ciertamente el manejo de la misma vaya en dirección a recomponer un ánimo de entendimiento y no en sentido inverso. Las medidas anteriores son fundamentales, sobre todo en estos tiempos donde el manejo globalizado de las comunicaciones está llegando a todas partes y a todo el mundo.
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