Estando a un día de la presentación de la contramemoria por los límites marítimos -que nuestro país deberá presentar ante la Corte Internacional de La Haya- podemos decir que ya hay fuertes expectativas a ambos lados de la frontera. Declaraciones recientes muestran que tanto el gobierno chileno como peruano han manifestado su plena convicción de que los asiste el Derecho Internacional y que por lo tanto, saldrán airosos del juicio, pero lo cierto es que en sus círculos internos se respira un aire mucho más confuso. Ninguna de las partes sabe con certeza en qué criterio podría basarse el tribunal, ya que esta delimitación marítima es completamente distinta a las que el Tribunal se pronunció con el caso Rumania-Ucrania, Colombia-Nicaragua y Nicaragua-Honduras donde el máximo tribunal se inclinó a la postura que hoy abandera Perú, es decir la aplicación de una línea equidistante para separar los límites. Y si bien es cierto, que la Corte de La Haya es reacia a inclinarse a tratados de carácter tácito -que en este sentido podríamos considerar los tratados firmados entre Chile y Perú en 1952 y 1954- en las delimitaciones de los países anteriormente mencionados, no había una participación de un tercer Estado, que en nuestro puntual caso, vendría siendo Ecuador, quien participó de los tratados para fijar su límite marítimo sur con el país del Rímac.
A lo anterior, se debe sumar que la delimitación marítima entre Colombia y Ecuador también se basó en la aplicación de una línea adyacente a las costas, teniendo como referencia la experiencia en la delimitación chileno-peruana y peruano-ecuatoriana. Por lo tanto es completamente incierto el panorama, incluso para los mismos juristas que llevan adelante la demanda y defensa del caso.
Al menos en el corto plazo, se deberá seguir con el proceso de rigor, el cual una vez presentada la contramemoria chilena, sigue lo que en el Tribunal de la Haya se conoce como "réplica" que es una fase para que el país demandante rebata los argumentos presentados en la contramemoria por el país demandado en un plazo no superior a seis meses. Luego viene la "dúplica", que es cuando el país demandado tiene también un plazo de seis meses para rebatir la "réplica" del demandante y terminado este proceso, viene la última fase, que es la fase oral; la cual debería demorar unos pocos meses antes del estudio final del caso y su posterior sentencia. A priori no existe un plazo común que podamos extrapolar para determinar cuánto se demora en dictar sentencia el tribunal, pero se estima que debería estar lista entre finales del 2011 o a mediados del 2012.
Ahora bien, basándonos en el panorama político actual, pareciera haber una tendencia a la distensión en momentos donde el Presidente electo Sebastián Piñera será investido en La Moneda el próximo 11 de marzo. La presencia del mandatario peruano, Alan García reafirma lo dicho, ya que hay que recordar que durante semanas éste mantenía su asistencia en duda debido a la cercanía entre la presentación de la contramemoria y la fecha del cambio de mando presidencial. Lo cierto es que la presencia per se viene a marcar un reforzamiento en las buenas relaciones que han marcado expectativas en la clase política peruana.
Sin embargo, no hay que olvidar que aún hay temas pendientes que pueden agitar las relaciones bilaterales, que -a mi juicio- podrían ser potencialmente dos temas. El primero, es que una importante parte de la clase dirigente en Perú ha manifestado su intención de que se siga el proceso para esclarecer el caso de supuesto espionaje que nuestro país infringió contra la Fuerza Aérea del Perú. Dependiendo de la efervescencia política de cómo se vaya desarrollando el caso, es que tendremos un mayor o menor impacto en las relaciones chileno-peruanas. El segundo caso -y el más importante por cierto- son la celebración de los comicios presidenciales en el vecino del norte, que -si no sucede algo extraordinario- deberían realizarse en abril del 2011, una fecha donde aún se estará tramitando el juicio ante el tribunal y que por supuesto, el antichilenismo será una tónica en el discurso de varios candidatos a la presidencia.
Así las cosas, es irrisorio creer que estaremos en "luna de miel" con el país del norte. En el corto plazo, es cierto que se hará explícito un acercamiento que viene a resetear una relación de bastante turbulencia que se marcó con la administración Bachelet, pero lo que se verá no será una relación de hermandad; lo que se verá, es una relación netamente protocolar y pragmática que puede marcar una modesta distensión entre nuestros países. Con todo, podemos deducir que la "montaña rusa diplomática" está lejos de desaparecer, porque sencillamente no están las intenciones. Aún así, habrá que mirar con mucho cuidado el cómo se vayan desarrollando las cosas, pero al menos por ahora, el juicio en La Haya debe continuar...
A lo anterior, se debe sumar que la delimitación marítima entre Colombia y Ecuador también se basó en la aplicación de una línea adyacente a las costas, teniendo como referencia la experiencia en la delimitación chileno-peruana y peruano-ecuatoriana. Por lo tanto es completamente incierto el panorama, incluso para los mismos juristas que llevan adelante la demanda y defensa del caso.
Al menos en el corto plazo, se deberá seguir con el proceso de rigor, el cual una vez presentada la contramemoria chilena, sigue lo que en el Tribunal de la Haya se conoce como "réplica" que es una fase para que el país demandante rebata los argumentos presentados en la contramemoria por el país demandado en un plazo no superior a seis meses. Luego viene la "dúplica", que es cuando el país demandado tiene también un plazo de seis meses para rebatir la "réplica" del demandante y terminado este proceso, viene la última fase, que es la fase oral; la cual debería demorar unos pocos meses antes del estudio final del caso y su posterior sentencia. A priori no existe un plazo común que podamos extrapolar para determinar cuánto se demora en dictar sentencia el tribunal, pero se estima que debería estar lista entre finales del 2011 o a mediados del 2012.
Ahora bien, basándonos en el panorama político actual, pareciera haber una tendencia a la distensión en momentos donde el Presidente electo Sebastián Piñera será investido en La Moneda el próximo 11 de marzo. La presencia del mandatario peruano, Alan García reafirma lo dicho, ya que hay que recordar que durante semanas éste mantenía su asistencia en duda debido a la cercanía entre la presentación de la contramemoria y la fecha del cambio de mando presidencial. Lo cierto es que la presencia per se viene a marcar un reforzamiento en las buenas relaciones que han marcado expectativas en la clase política peruana.
Sin embargo, no hay que olvidar que aún hay temas pendientes que pueden agitar las relaciones bilaterales, que -a mi juicio- podrían ser potencialmente dos temas. El primero, es que una importante parte de la clase dirigente en Perú ha manifestado su intención de que se siga el proceso para esclarecer el caso de supuesto espionaje que nuestro país infringió contra la Fuerza Aérea del Perú. Dependiendo de la efervescencia política de cómo se vaya desarrollando el caso, es que tendremos un mayor o menor impacto en las relaciones chileno-peruanas. El segundo caso -y el más importante por cierto- son la celebración de los comicios presidenciales en el vecino del norte, que -si no sucede algo extraordinario- deberían realizarse en abril del 2011, una fecha donde aún se estará tramitando el juicio ante el tribunal y que por supuesto, el antichilenismo será una tónica en el discurso de varios candidatos a la presidencia.
Así las cosas, es irrisorio creer que estaremos en "luna de miel" con el país del norte. En el corto plazo, es cierto que se hará explícito un acercamiento que viene a resetear una relación de bastante turbulencia que se marcó con la administración Bachelet, pero lo que se verá no será una relación de hermandad; lo que se verá, es una relación netamente protocolar y pragmática que puede marcar una modesta distensión entre nuestros países. Con todo, podemos deducir que la "montaña rusa diplomática" está lejos de desaparecer, porque sencillamente no están las intenciones. Aún así, habrá que mirar con mucho cuidado el cómo se vayan desarrollando las cosas, pero al menos por ahora, el juicio en La Haya debe continuar...
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