viernes, 28 de enero de 2011

Túnez: Algunas claves para entender la crisis

A pesar de que la calma está volviendo gradualmente a Túnez, no deja de ser llamativa la crisis política de envergadura por la que atravesó este país a partir del 17 de diciembre del año pasado y que desde a mediados de este mes, se gestó con una fuerza aún mayor en el frente interno e internacional. La causa se debería a la efervescencia social y política originada por la nueva reelección de Zine el Abidine Ben Alí o más conocido como Ben Alí -el hasta hace poco Presidente de Túnez que fue reelecto para un quinto mandato y que hasta el momento de su exilio cumplió 24 años en el poder-. En esta columna repasaremos brevemente algunos antecedentes de importancia que nos ayudarán a entender la crisis política por la que atravesó Túnez, cuál es el estado actual de esta crisis -si es que podemos seguir catalogándola como tal- y finalmente, qué futuro le espera a este país tras la conformación del gobierno de "unidad nacional" y que en definitiva, será el responsable de conducir al país hasta el momento en que se llame a las elecciones presidenciales y legislativas. Para algunos, esto último sería lo que idealmente "sellaría" definitivamente la crisis en este país del Magreb.

Comentábamos al inicio de la columna que esta crisis originó una efervescencia política y social de envergadura que surgió como consecuencia de la reelección de Ben Alí en las pasadas elecciones del mes de octubre. Si bien desde entonces el conflicto en el país magrebí no se hizo con la misma fuerza de ahora, la tensión podríamos atribuírsela a la presión social por la necesidad de generar grandes reformas políticas. Durante los 24 años en el poder de Ben Alí, no pocas veces surgieron acusaciones de violaciones a los Derechos Humanos, persecución a la oposición tunecina y a su vez, la mantención de altos índices de cesantía que afectaban principalmente a la población más joven del país. Estos elementos generaron que a partir de mediados de enero se agitara con una fuerza sin precedentes el panorama político del país generando que en consecuencia, Ben Alí no solo abandonara la primera magistratura, sino que además, tuvo que abandonar el país, huyendo para este fin, a Arabia Saudí.

Con este vacío de poder, la presidencia tunecina fue adoptada en un comienzo por el Primer Ministro, Mohamed Ghanuchi quien conforme al artículo 56 de la Carta Magna tunecina debía ejercer la presidencia interina. Sin embargo, esto sólo duró un día, ya que el Consejo Constitucional de Túnez decidió darle la vacante al Presidente del Parlamento, Fuad Mebaza bajo el argumento de que el artículo 56 de la Constitución -por la que Ghanuchi ejercía la presidencia interina- sólo habla de "caso de impedimento provisional del Presidente" por lo que si el Primer Ministro permanecía en el puesto, quedaba abierta la posibilidad a un regreso de Ben Alí, lo que había sido criticado duramente por la oposición.

Todo este panorama se ha gestado en un contexto de polarización social y política, lo que ha conducido a que el gobierno interino deba hacer uso de las fuerzas militares para tratar de contener el orden. Sin embargo, poco se ha podido hacer. Las manifestaciones y la polarización política se han agravado desde la detención del General Ali Sariati, el ex Jefe de Seguridad de Ben Alí, quien fue detenido tras sus llamados de incitación a la violencia. La detención de Sariati trajo las sospechas de que partidarios de éste estén intentando tomar el Palacio Presidencial de Cártago. Para ello, mantienen enfrentamientos armados con los militares que apoyan al Presidente constitucional.

Como una forma de calmar los ánimos, el Primer Ministro Mohamed Ghanuchi a los tres días de la dimisión del ex Presidente Alí, decidió formar un gobierno de transición. Pero éste no fue aprobado por la oposición ni por sus movimientos afines, entre ellas la Unión General de Trabajadores Tunecinos (UGTT) -una organización sindical que ha jugado un papel clave en la organización de las protestas-. Según lo que se ha sabido con el pasar de los días, el descontento se explica ya que Ghanuchi mantenía en ministerios claves a ex funcionarios del antiguo régimen argumentando que "los necesitamos en esta fase". Específicamente doce de los veinte ministros que componen el gabinete, pertenecían a la Reagrupación Constitucional Democrática (RCD), la tienda oficialista a la que pertenecía Ben Alí. Pese a que se integraron a tres ministros sindicalistas en las carteras de Educación, Salud y Desarrollo, éstos duraron apenas un día en sus cargos luego de que Ghanuchi manifestara que los Ministros de Relaciones Exteriores, Interior, Defensa y Finanzas se mantendrían en sus cargos, lo que generó una alta desaprobación social y política.

Desde entonces, las señales del oficialismo a la oposición no han terminado. El canciller tunecino, Kamel Morjani renunció a su cargo, el Primer Ministro manifestó que todos los partidos políticos podrán operar en Túnez, que los presos políticos serían liberados, que a los medios de comunicación se les permitiría una libertad total, se anunció la supresión del Ministerio de Información -que era fuertemente criticado por acallar la libertad de prensa-. Así también se anunció la legalización de la Liga Tunecina de Derechos Humanos, la renuncia de los doce Ministros oficialistas a su militancia en el RCD -entre ellas las del propio Primer Ministro y del Presidente del Parlamento- y por último, Ghanuchi anunció que tras la celebración de las elecciones, se retirará de la actividad política. Estas señales no fueron suficientes para legitimar la posición del Primer Ministro, porque tal como lo habrá mencionado Lotfi Al Ahwal -un miembro superior del sindicato de la UGTT- confirmó que tras reunirse en un suburbio tunecino, "la organización resolvió rechazar cualquier gobierno que tenga miembros del antiguo régimen".

Desde entonces, la crisis ha mostrado algunas mejoras. Consciente de que la desaprobación social se explicaba por la presencia de los Ministros de Ben Alí, Ghanuchi -que actualmente es el único Ministro oficialista que permanece en su cargo- ha anunciado la conformación de un nuevo gobierno de transición. Esto, diríamos que ha traído una cierta "calma", aunque los manifestantes de las ciudades más pobres de Túnez siguen mostrando su desaprobación a la presencia del Primer Ministro y que una de las consignas de los manifestantes fue clara, quien gritó: "Fuera Ghanuchi, que era el jefe de la banda".

Lo cierto es que por ahora las cosas vuelven a la normalidad de a poco, aunque persistiendo el temor de que cualquier movimiento en falso del Primer Ministro, pueda agitar esta verdadera olla a presión. Hay al menos tres señales que por ahora son necesarias para impedir una nueva oleada de protestas y desestabilización política y que dos de las cuales, son extremadamente imperiosas en el corto plazo.

Una, es que Ghanuchi efectivamente tenga el debido cuidado a la hora de formar el nuevo gobierno de transición. Hasta ahora, el Primer Ministro tunecino tiene absolutamente claro que una mínima presencia del RCD en el gabinete puede generar nuevas manifestaciones.

La segunda, es que a partir de la conformación del gabinete, el proceso de realización de elecciones -tanto a nivel presidencial como legislativo- tenga el respaldo de observadores electorales de Naciones Unidas, ya que en caso de no contar con un aval como el organismo multilateral, es probable que las elecciones sean tildadas de ilegítimas, persistiendo así, las hostilidades y enfrentamientos. En países que atraviesan estos períodos de desestabilización, es un proceso necesario.

La tercera, es velar por un adecuado entorno político y social que conduzca a la reforma constitucional y que para los tunecinos, es clave que en ésta se asegure el pluralismo y la alternancia en el poder.

En ningún caso, esto quiere decir que con el cumplimiento de estas condiciones finalice la polarización política, pero creemos que por lo menos llevará a Túnez a un primer paso de reconciliación nacional.

Es irónico, pero hasta hace poco, Túnez era uno de los países más estables de la región. En 2008 el Fondo Monetario Internacional incluso lo calificó como modelo a seguir por las naciones en vías de desarrollo. ¿Cómo se verá mermada esta definición de Túnez luego de todo este embrollo político y social? Los próximos meses serán claves para ver hacia dónde podría dirigirse este país magrebí.


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