La Cumbre de Seguridad Nuclear que culminó hoy en Washington, nos ha dejado unas lecciones importantes que rescatar en momentos donde el jueves recién pasado, Estados Unidos y Rusia llegaban a un acuerdo para limitar sus arsenales nucleares estratégicos, que consiste en reducir en un tercio las ojivas nucleares y sus respectivos vectores para transportar este tipo de armamentos.
Este acuerdo entre las dos potencias era necesario por dos motivos fundamentales. Primero, porque la vigencia del tratado START I -que era el precedente de este nuevo tratado, START II- había caducado el año pasado y segundo, porque era clave que las dos principales potencias nucleares dieran una muestra fehaciente de voluntad política para llegar a un mundo -idealmente- sin armas nucleares. Si bien es cierto que el tratado de la semana pasada, busca reducir este tipo de armas en un plazo máximo de siete años, no deja de ser un precedente y señal potente para el resto de los países. Con esto, tanto Estados Unidos como Rusia buscarán que por un lado, las potencias que tengan arsenales nucleares sigan el ejemplo de estos dos países y que por otro, los países que aún no poseen el acceso a este tipo de armas, sigan los lineamientos internacionales para prevenir una proliferación nuclear. Particularmente en el caso de nuestra región, este último punto está consagrado en el Tratado de Tlatelolco, el cual es un acuerdo multilateral que busca impedir el desarrollo de armas nucleares en América Latina.
Ahora bien, volviendo al tema de la Cumbre, Barack Obama ha sido claro en plasmar su inquietud de que principalmente es una amenaza abierta a la seguridad global que organizaciones terroristas tengan acceso a este tipo de armas, pero que también es una amenaza que Irán se niegue a acatar las sanciones internacionales de la OIEA y busque las formas de seguir en su programa de enriquecimiento de uranio, que -como bien sabemos- Occidente y particularmente Estados Unidos, tienen la plena convicción de que sus fines son mucho más oscuros. En palabras del mismo Obama respecto a la situación en Irán, éste declara que "Las palabras tienen que significar algo. Tiene que haber algunas consecuencias".
Obama sabe bien que las "palabras, sacan palabras" y que por lo tanto, no sería extraño escuchar dentro de las próximas horas alguna respuesta de Mahmud Ahmadineyad ante estos emplazamientos. Bien sabemos que el pragmatismo del mandatario iraní es bastante duro y que la Cumbre de esta cita internacional, no hará más que alejar las delicadas posiciones entre Irán, Estados Unidos y sus aliados y que -por el contrario- se fortalezcan las relaciones entre el país persa con Venezuela y Brasil. Este último país ya decidió aceptar la visita de Ahmadineyad pese a la persuasión estadounidense. Por lo tanto, la Cumbre más que tener un efecto de distensión, traerá más declaraciones cruzadas entre Irán y Occidente que poco y nada contribuirán a un mejor entendimiento entre las partes.
A ello no se debe descuidar que la próxima cita sobre seguridad nuclear, será dentro de dos años en Corea del Sur, un aliado clave estadounidense en la región asiática. La cita viene a traer a pocos kilómetros de Corea del Norte, una señal de persuasión de un bloque occidental que -al parecer- ha agotado todo esfuerzo de entendimiento.
Como podemos ver, el consenso internacional está presente cuando hablamos de que las armas nucleares no caigan en manos de Al Qaeda -y otras organizaciones terroristas afines- pero no vemos un consenso tan claro como el anterior, cuando hablamos de que las pretensiones iraníes por fortalecer el programa de enriquecimiento de uranio representan una amenaza directa para los aliados estadounidenses en Medio Oriente y Europa. En ese sentido, la salida a este choque de intereses, seguirá estando lejos de aparecer y si algo podría haberse avanzado en buscar una modesta aproximación para solucionar este conflicto, las declaraciones de Obama no parecen haber contribuido lo suficiente para utilizar medios más afines que vayan en consecuencia con la diplomacia que el mandatario estadounidense quería implementar en el orbe.
La complejidad de este último roce entre Irán y Occidente, está recién mostrando sus primeros rasgos y habrá que esperar qué tendrá que decir al respecto Mahmud Ahmadineyad.
En vista de la situación, probablemente Irán volverá a mantener una posición defensiva para mantener lejos a Estados Unidos, mientras consolida su posición a un paso lento, pero seguro con algunos países de América Latina. Sin embargo, es importante mencionar que si algún país de la región llega a contribuir directa o indirectamente con el programa de enriquecimiento de uranio iraní, en rigor, también constituiría una violación al Tratado de Tlatelolco y específicamente al segundo inciso del Artículo 1º.
Por lo tanto, el tema de la proliferación nuclear, es mucho más complejo de lo que parece, así que habrá que esperar para ver qué sucede en este complejo escenario.
Este acuerdo entre las dos potencias era necesario por dos motivos fundamentales. Primero, porque la vigencia del tratado START I -que era el precedente de este nuevo tratado, START II- había caducado el año pasado y segundo, porque era clave que las dos principales potencias nucleares dieran una muestra fehaciente de voluntad política para llegar a un mundo -idealmente- sin armas nucleares. Si bien es cierto que el tratado de la semana pasada, busca reducir este tipo de armas en un plazo máximo de siete años, no deja de ser un precedente y señal potente para el resto de los países. Con esto, tanto Estados Unidos como Rusia buscarán que por un lado, las potencias que tengan arsenales nucleares sigan el ejemplo de estos dos países y que por otro, los países que aún no poseen el acceso a este tipo de armas, sigan los lineamientos internacionales para prevenir una proliferación nuclear. Particularmente en el caso de nuestra región, este último punto está consagrado en el Tratado de Tlatelolco, el cual es un acuerdo multilateral que busca impedir el desarrollo de armas nucleares en América Latina.
Ahora bien, volviendo al tema de la Cumbre, Barack Obama ha sido claro en plasmar su inquietud de que principalmente es una amenaza abierta a la seguridad global que organizaciones terroristas tengan acceso a este tipo de armas, pero que también es una amenaza que Irán se niegue a acatar las sanciones internacionales de la OIEA y busque las formas de seguir en su programa de enriquecimiento de uranio, que -como bien sabemos- Occidente y particularmente Estados Unidos, tienen la plena convicción de que sus fines son mucho más oscuros. En palabras del mismo Obama respecto a la situación en Irán, éste declara que "Las palabras tienen que significar algo. Tiene que haber algunas consecuencias".
Obama sabe bien que las "palabras, sacan palabras" y que por lo tanto, no sería extraño escuchar dentro de las próximas horas alguna respuesta de Mahmud Ahmadineyad ante estos emplazamientos. Bien sabemos que el pragmatismo del mandatario iraní es bastante duro y que la Cumbre de esta cita internacional, no hará más que alejar las delicadas posiciones entre Irán, Estados Unidos y sus aliados y que -por el contrario- se fortalezcan las relaciones entre el país persa con Venezuela y Brasil. Este último país ya decidió aceptar la visita de Ahmadineyad pese a la persuasión estadounidense. Por lo tanto, la Cumbre más que tener un efecto de distensión, traerá más declaraciones cruzadas entre Irán y Occidente que poco y nada contribuirán a un mejor entendimiento entre las partes.
A ello no se debe descuidar que la próxima cita sobre seguridad nuclear, será dentro de dos años en Corea del Sur, un aliado clave estadounidense en la región asiática. La cita viene a traer a pocos kilómetros de Corea del Norte, una señal de persuasión de un bloque occidental que -al parecer- ha agotado todo esfuerzo de entendimiento.
Como podemos ver, el consenso internacional está presente cuando hablamos de que las armas nucleares no caigan en manos de Al Qaeda -y otras organizaciones terroristas afines- pero no vemos un consenso tan claro como el anterior, cuando hablamos de que las pretensiones iraníes por fortalecer el programa de enriquecimiento de uranio representan una amenaza directa para los aliados estadounidenses en Medio Oriente y Europa. En ese sentido, la salida a este choque de intereses, seguirá estando lejos de aparecer y si algo podría haberse avanzado en buscar una modesta aproximación para solucionar este conflicto, las declaraciones de Obama no parecen haber contribuido lo suficiente para utilizar medios más afines que vayan en consecuencia con la diplomacia que el mandatario estadounidense quería implementar en el orbe.
La complejidad de este último roce entre Irán y Occidente, está recién mostrando sus primeros rasgos y habrá que esperar qué tendrá que decir al respecto Mahmud Ahmadineyad.
En vista de la situación, probablemente Irán volverá a mantener una posición defensiva para mantener lejos a Estados Unidos, mientras consolida su posición a un paso lento, pero seguro con algunos países de América Latina. Sin embargo, es importante mencionar que si algún país de la región llega a contribuir directa o indirectamente con el programa de enriquecimiento de uranio iraní, en rigor, también constituiría una violación al Tratado de Tlatelolco y específicamente al segundo inciso del Artículo 1º.
Por lo tanto, el tema de la proliferación nuclear, es mucho más complejo de lo que parece, así que habrá que esperar para ver qué sucede en este complejo escenario.
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