Desde el lunes de esta semana ha reaparecido la tensión en la península coreana debido a unos ejercicios navales conjuntos que realizaron las Armadas de Corea del Sur y Estados Unidos. El régimen de Pyongyang -que desde diciembre del año pasado se encuentra en una fase de transición de poder tras la muerte de su líder, Kim Jong Il- acusa a su vecino de una "provocación militar premeditada" y que respondería con "ataques despiadados" en el caso que su soberanía marítima resulte afectada. Este último es un tema bastante complejo en la península, ya que para Corea del Norte, los límites marítimos aún no se encuentran definidos. Recordemos que tras el fin de la Guerra de Corea -que terminó con un armisticio en 1953- Naciones Unidas estableció el trazado de la Línea Límite del Norte, cuyas aguas fronterizas han sido escenario de enfrentamientos de diversa intensidad, uno de los más graves ocurridos recientemente en noviembre del 2010, cuando Corea del Norte utilizó fuego de artillería bombardeando la isla surcoreana de Yeonpyeong. Este hecho de tensión en las relaciones intercoreanas se suman a otros ocurridos ese mismo año, como por ejemplo, el caso del hundimiento del buque surcoreano conocido como el "Cheonan". En marzo del 2010 -y según la información del régimen de Seúl- este buque se encontraba realizando labores de patrullaje en las aguas del disputado Mar Amarillo cuando fue presuntamente hundido por un torpedo proveniente de un submarino norcoreano. Esta es una acusación que Pyongyang negó tajantemente, pero que de todas formas hizo elevar la tensión a niveles insospechados. Si se desea una información más amplia de los hechos mencionados anteriormente, se recomienda recurrir a algunas columnas anteriores donde ya habíamos tratado in extenso estos temas.
Para realizar una adecuada lectura en este nuevo impasse que atraviesan las relaciones intercoreanas, debemos contextualizarlas en algunas dimensiones que -a nuestro parecer- se resumen en cinco. En primer término, ya habíamos mencionado los ejercicios navales entre las Armadas de Seúl y Washington. Las relaciones diplomático-estratégicas entre estos países son constantes. Realizan ejercicios militares conjuntos (navales y terrestres), existe una transferencia tecnológica para los sistemas de armas, comparten información de inteligencia y buscan junto a algunos aliados asiáticos y occidentales, una forma de disuadir -para algunos ineficaz- en su intento de convencer a Corea del Norte de abandonar su programa de armas nucleares. Cuando estos ejercicios navales se llevan a cabo, Corea del Norte aborda una postura ofensiva/defensiva (usted escoja) en respuesta a dichos ejercicios. El resultado de todo esto no es otro que elevar la tensión.
En segundo lugar, este impasse surge en momentos donde desde el pasado jueves en Beijing se iniciaron negociaciones para buscar mecanismos de ayuda humanitaria hacia el régimen de Pyongyang -principalmente debido a la escasez alimentaria que ha afectado al país- a cambio de que Corea del Norte abandone su programa de armamento nuclear. Estas negociaciones culminaron hoy viernes 24 de febrero, donde en palabras del delegado estadounidense, Glyn Davies "se había logrado poco progreso en las negociaciones con Pyongyang sobre reanudar el desarme nuclear".
El tercer elemento que observamos es la reciente detención de espías surcoreanos acusados de espiar a favor de Corea del Norte. Según la información con la que cuenta Seúl, las cinco personas detenidas recopilaron información en círculos políticos para luego llevársela a agentes norcoreanos en reuniones realizadas presuntamente en Japón y China. Las penas que arriesgan los acusados oscilan entre los dos y nueve años de prisión. Las leyes surcoreanas respecto a temas como la seguridad nacional, son claras. En algunos casos se condena hasta con la pena de muerte, sin embargo, el Tribunal desestimó dar una pena más severa ante la falta de pruebas presentadas por los fiscales.
El cuarto elemento es el proceso de transición de poder en el régimen de Pyongyang. Desde la muerte de Kim Jong Il -en diciembre del 2011- ha sido un tema de discusión quién sería el sucesor del que fue conocido como el "Querido Lider". Kim Jong Un -el menor de sus hijos- fue presentado por el Partido Comunista de Corea del Norte y por los círculos militares afines como el "sucesor natural" del fallecido líder norcoreano. Sin embargo, lo cierto es que su poca aparición en los medios -hasta los funerales de su padre- despierta algunas dudas respecto a cómo podría liderar los estribos de su nación en momentos donde las sanciones de Occidente se dejan caer en este hermético país. También no se sabe cómo podría enfrentarse en su eventual administración a una crisis alimentaria severa que aqueja al país. Lo anterior es un problema grave y que resulta ser un motivo de buscar ayuda internacional, no sin que antes se le condicione detener el programa nuclear. En definitiva, pese a que los medios locales buscan erigir su imagen como sucesor y líder natural de los estribos de su patria, su poca experiencia en la política y su relación con los militares siembran más dudas que respuestas.
Finalmente, una última observación que hacemos, es el manejo político con el que Corea del Sur ha intentado controlar este impasse. Lo anterior resulta ser un efecto de las críticas que le fueron formuladas por la oposición surcoreana al gobierno de Lee Myung Bak, debido a la "débil y poco contundente" respuesta que -a su parecer- vieron en el manejo del gobierno cuando se suscitó el bombardeo a Yeonpyeong. Recordemos que a los pocos días de realizado este bombardeo, se generó en el frente interno un acalorado debate político que tuvo como consecuencia, la dimisión del entonces Ministro de Defensa, Kim Tae Young, generando un "reacomodo de piezas" en el cuestionado ministerio. Si actualmente, observamos las declaraciones en la prensa que ha emitido el gobierno surcoreano, nos daremos cuenta que busca dar una señal de fuerza y que ahora no vacilará en responder si Corea del Norte lanza un ataque.
A nuestro juicio, todo esto en conjunto ha configurado un tenso escenario en la península coreana. Para algunos, obedece a un proceso habitual, debido a que las escaramuzas diplomáticas y militares resultan ser algo frecuente en la frontera más militarizada del planeta. Si estas escaramuzas siguen hasta un enfrentamiento directo es algo que descartamos por ahora, debido a que Pyongyang no ve como algo prioritario entrar en una fase de hostilidades en momentos donde su situación interna debe ser resuelta en términos de los liderazgos débiles que quedaron como consecuencia del culto rendido a Kim Jong Il. En otras palabras, la figura de Kim Jong Un aún no ha sido "trabajada" como para presentarse ante un difícil escenario interno e internacional que se le aproxima. Sin embargo, lo complejo de la situación es que otros piensan que el mejor método de "legitimar" su liderazgo es poniéndolo a prueba ante una situación de tensión contra Corea del Sur, Japón y Occidente; algo que Kim Jong Il -con su experiencia en el manejo de estas crisis- ya conocía bien, pero que su hijo menor aún desconoce en la práctica.
Habrá que ver si este impasse toma un vuelco a cómo lo estamos viendo hoy en día, o si bien, termina siendo como el humo que se disipa en el aire...