lunes, 31 de mayo de 2010

Corea del Norte en el ojo de la tormenta

En las últimas semanas se ha vuelto a instalar en la agenda internacional el controvertido caso de Corea del Norte y la amenaza que ésta representaría en la lejana región asiática. Motivos de sobra parecen tener países como Corea del Sur, Japón y las principales potencias occidentales interesadas en aumentar la presión contra el régimen de Pyongyang -a propósito del hundimiento que sufrió un buque de guerra surcoreano, el Cheonan- que fue hundido el pasado mes de marzo por un torpedo -presuntamente norcoreano- mientras hacía labores de patrullaje en las aguas del Mar Amarillo, resultando como consecuencia, 46 victimas fatales. Lo anterior ha vuelto a producir tensiones en ambas Coreas, pero también tengamos en cuenta que la amenaza que representaría Corea del Norte en la región está ligada con un problema mucho más de fondo, debido a que este país tiene acceso a armas nucleares que han sido sometidas a pruebas constantes en la península coreana.

Recordemos que Corea de Norte se ha propuesto como meta para sus fines de autodefensa, el contar con acceso a la tecnología nuclear, específicamente para el desarrollo de sus misiles balísticos. Evidentemente este plan no es nuevo, ya que desde 1994 se ha detectado actividad con fines nucleares en pos de fortalecer la capacidad misilítica del país asiático. Dentro de los misiles norcoreanos que ampliamente se conocen en la comunidad de defensa, son los Taepodong-2 (TD-2), misil que desde 1994 ha tratado de perfeccionarse. Sin embargo, poco se sabe acerca de sus reales capacidades de alcance y transporte.

De lo que sí se sabe -o más bien, se cree saber- se ha basado más en especulaciones y documentos desclasificados de países que han seguido con atención la actividad nuclear norcoreana más que basarse en hechos concretos. En ese sentido, algunos han hablado que los misiles descritos anteriormente tienen un alcance que podría ir desde los 3.650 a los 3.750 km de alcance, con una capacidad de transporte del orden de los 650 a los 1.100 kg. Otros en cambio, sostienen que en vista de la cooperación que Corea del Norte ha recibido por parte de Rusia y China, la capacidad de sus misiles se ha llegado a aumentar en un rango que podría alcanzar hasta los 15.000 km.

En cualquiera de los dos casos, es un alcance más que suficiente no solo para tener en la mira a Corea del Sur -país con el que técnicamente aún está en guerra debido a que el documento firmado en 1953 que puso el fin a la Guerra de Corea, se trata de un armisticio y no de un tratado de paz- sino que también a Japón o a cualquier país que esté bajo su alcance. Lo anterior ocurre porque Corea del Norte aún teniendo una tecnología misilística de mediano (¿o largo alcance?) se estima que aún podría no tener control absoluto en cuanto a sus tecnologías de precisión. Si lo anterior fuera cierto, entonces es natural que los países de la región manifiesten su preocupación, debido a que todos serían vulnerables a recibir un impacto en una fallida prueba nuclear. Nada más parecido a lo que se vivió en "la paz armada" en el sentido de que bastaba con que ocurriera un incidente para desencadenar un conflicto de desmedidas consecuencias. El conflicto en la península coreana parece apuntar en la misma dirección pero con un motivo distinto en cuanto a su forma.

Como se mencionó al comienzo de la columna, actualmente el aumento de tensión en la península coreana ha estado motivada por el hundimiento del buque surcoreano Cheonan. Para ello, los principales países de la región, así como algunos países occidentales apuestan por llevar este caso al Consejo de Seguridad de Naciones Unidas haciendo que con esto, Pyongyang responda ante tales efectos. Sin embargo, Pyongyang argumenta a su favor que no fue uno de sus submarinos el que atentó contra el Cheonan. Por su parte, una comisión de investigadores internacionales -entre ellos, una comisión de expertos rusos- después de reflotar las partes del Cheonan, llegaron a la conclusión de que habían restos de pólvora usada en la elaboración de torpedos y que por lo tanto, la causa del hundimiento del buque surcoreano se debió a un ataque con ese tipo de armamento. Ahora ¿quién responderá por esto? Es incierto aún, ya que hasta ahora no hay pruebas realmente vinculantes entre Corea del Norte y el torpedo que impactó al Cheonan. Por cuestiones evidentes -y para bien o para mal- el principal sospechoso efectivamente es Corea del Norte, pero ahora, con los mecanismos que se llegue a la conclusión para aumentar una nueva ronda de sanciones bajo el seno del Consejo de Seguridad de la ONU -y especialmente siendo que aún no se ha probado el nexo entre el hundimiento y los torpedos norcoreanos- las sanciones perderán legitimidad, haciéndole un flaco favor al cese de las tensiones de la península. La misma China ha sido clara en señalar que si bien condena el hundimiento del buque surcoreano, "de forma objetiva y con justicia" esperan que se llegue a un resultado serio de la investigación para dar con los responsables.

Ahora bien, en el marco de todo este problema, algunos han manifestado que una acción militar contra Corea del Norte es inminente. Pues bien, sin menospreciar la complejidad de la situación y considerando la creciente tensión regional, me parece que una incursión militar es descartable en el corto plazo, por varias razones.

Primero, porque China agotará todos sus esfuerzos diplomáticos y estratégicos -incluyendo su puesto como miembro permanente del Consejo de Seguridad de la ONU- en pos de limitar una incursión multinacional a escasos kilómetros de sus fronteras.

Segundo, porque el costo de asumir en el corto plazo una nueva misión multinacional en contra de Corea del Norte, es descartable sencillamente porque al interior de la ONU, sus países son reacios a intervenir bajo la lógica de la "autodeterminación de los pueblos" que va en contraposición con lo declarado dentro de la misma carta del organismo. La alternativa sería que interviniera la OTAN, pero esta alianza cada vez se ha visto más desgastada porque son cada vez menos los países que aportan tropas para las misiones multinacionales, debido a que esto se traduce en pérdidas de apoyo a los gobiernos de sus distintos países. Recordemos que el mismo Obama ha visto reducido sus niveles de aprobación por la mantención de las tropas estadounidenses en la campaña que mantiene la OTAN en Afganistán.

Tercero, porque Estados Unidos y la mayoría de las potencias Occidentales saben perfectamente que es mejor agotar las instancias diplomáticas antes de intervenir militarmente. Por esa razón es que la próxima Cumbre de Seguridad Nuclear se realizará en Corea del Sur. Para quien escribe es fundamental el mensaje que esta cumbre conseguiría, pero no solo porque busca terminar los arsenales nucleares, sino que también se estaría enviando un mensaje subliminal a Corea del Norte de que la paciencia de la comunidad internacional -principalmente la Occidental- está empezando a agotarse, lo que si bien no descarta la alternativa militar, es deshechable en el corto plazo.

Al parecer se vendrá un período de tensión importante en la península coreana, pero el statu quo seguirá siendo el norte, al menos en el corto plazo. También será relevante analizar cómo se avanza en la pretensión surcoreana para instalar una nueva ronda de sanciones a Corea del Norte bajo el seno de la ONU y cómo responderá Pyongyang al respecto. La opinión de China -como es de esperarse- será clave para el desenlace del problema, así que habría que ver cómo evolucionan los estudios más allá del que ya hay realizado para determinar si en realidad hay un vínculo entre Corea del Norte y el hundimiento del Cheonan. De confirmarse esto último, Pekin estaría en la obligación de restarle apoyo a uno de sus principales aliados en la región. Por lo tanto, será interesante seguir de cerca los acontecimientos en una península donde las escaramuzas militares y diplomáticas van en aumento.

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