miércoles, 30 de diciembre de 2009

La Cumbre de Copenhague: ¿Un mal recuerdo sobre la voluntad política?

El año 2009 está por marcharse y justamente este último mes del año, se celebró en Dinamarca la Cumbre de Copenhague, organizada por las Naciones Unidas para revertir los efectos del calentamiento global junto con buscar una fórmula vinculante que comprometa a los Estados a reducir sus emisiones contaminantes. Los que seguimos de cerca esta cumbre, fuimos testigos de un fenómeno irreversible al que estaremos expuestos durante los próximos años: El sistema internacional que se había caracterizado por una tenue apariencia de cooperación a partir de la década de los noventa, está empezando a mostrar actualmente matices conflictivos en alza. Parecen haber varias razones para explicar este fenómeno.

Uno de ellos, puede atribuirsele a la crisis que ha venido golpeando desde 2008 en mayor o menor medida a los distintos Estados.

Otro, a la emergencia de nuevos focos económicos en Asia y en una serie de países, que podrán poner en jaque a los principales mercados occidentales.

Otra hipótesis parece ser que la reversión de la crisis económica tendrá que asumir medidas diferentes en el sistema de Estados. Es por ello que no podría haber un consenso en cuanto a la forma de revertir las medidas de contaminación en la Cumbre de Copenhague. Bien se sabe que China es el principal emisor de CO2 en combustibles como el carbón, pero también es cierto que China no estaría dispuesta a asumir medidas de atenuación si ve que otros Estados poco parecen ayudar en la moción. Sería irrisorio pensar que potencias en emergencia quieran disminuir un crecimiento sostenido que habían venido manifestando hace tiempo si ve que los principales Estados no tienen voluntad política para ceder.

Pese a toda especulación, lo cierto es que se ha perdido una oportunidad sumamente trascendental para lograr un compromiso vinculante de los Estados para revertir el efecto invernadero. Como sabemos, todo terminó en un acuerdo no vinculante, creado entre cuatro paredes que aún necesita hacer los lineamientos para lograr medidas efectivas entre Estados Unidos, China y otras potencias emergentes como Brasil, Sudáfrica o India.

Hay otro elemento interesante que es necesario traer a la palestra. La presencia de Barack Obama -quien anunció asistir al cierre de la cumbre multilateral- fue percibida como una muestra real de voluntad para lograr un avance sustantivo en la contaminación proveniente desde el gigante del norte, sin embargo, poco tuvo que ver una cosa con la otra. Para bien o para mal, los estadistas son elegidos para salvoguardar los intereses nacionales y desde ese punto de vista, mal se podría pensar que Obama podría anunciar poner el freno en las emisiones contaminantes desde Estados Unidos, en momentos donde la Secretaría del Tesoro ha venido interviniendo en el mercado interno desde hace tiempo, incluso en la administración Bush se presentó este fenómeno. Estados Unidos comprendió perfectamente que debía priorizar un reordenamiento de sus mercados para recién empezar a pensar en medidas multilaterales.

El problema de todo esto, es que se está dando un mal enfoque al tema del calentamiento global, porque las consecuencias de esto se están viendo actualmente y si bien es cierto, que el futuro que nos espera no es nada alentador -porque hay estudios científicos que así lo avalan- ya hay consecuencias del calentamiento global que nos afectan directamente en nuestra vida, el tema es si queremos que esto se intensifique en el futuro. Al parecer, esto no fue estudiando tan a fondo por los Estados y si lo fue, están actuando en función de intereses sabiendo lo que se viene para los próximos años.

Desde hace bastante tiempo se viene mostrando un fenómeno de inoperancia en las organizaciones regionales y multilaterales como producto de la segmentación de las cuotas de poder en el sistema de Estados. Estos actores que en un principio mostraron voluntad para cambiar el orden mundial, han vuelto atrás para salvoguardar sus intereses en desmedro de otros. No es alarmista esta predicción, sino más bien, se asemeja perfectamente al escenario mundial que vivimos.

Lamentablemente lo que vimos en Copenhague fue un fiel reflejo del sistema internacional que se ha gestado. Un sistema multilateralista, increíblemente más complejo que cualquiera de los anteriores que se han apreciado en la historia de la humanidad, donde se ve que las Organizaciones Internacionales si bien han ganado protagonismo en el sentido de que no es posible que los Estados operen por sí solos, se aprecia al mismo tiempo una falta de consenso que proviene desde los mismos Estados para hacer más integrador nuestro mundo.

En resumen, la Cumbre de Copenhague terminó en un acuerdo interno entre potencias y potencias emergentes con un acuerdo débil, sin vinculación entre ellos y que dejará en duda cuándo y cómo comenzaría a verse un avance en las medidas de contrarresto a las emisiones contaminantes. Mientras tanto, la humanidad y el medioambiente fue el gran perdedor de lo que se vio en Dinamarca.Justificar a ambos lados

lunes, 14 de diciembre de 2009

Mitos y verdades sobre el ingreso de Chile a la OCDE

Probablemente uno de los mayores logros que la Concertación podría lograr en materia de política exterior, es hacer ingresar a Chile como miembro pleno de la OCDE. Una tarea que si bien, aún no está completa y que aún depende de lo que diga el comité de ingreso, hay buenas posibilidades que esta iniciativa toque tierra firme.

Me ha tocado leer y participar en muchos debates de este tema y a priori se instalan tres preguntas básicas al respecto. Primero, ¿Qué es la OCDE?, ¿Qué ganaría Chile con ser miembro de este grupo? y por último, ¿Cómo podría invitarse a Chile a semejante foro si aún quedan deudas pendientes en materia económica y laboral?

Pues bien, en esta columna pretendo aclarar tales inquietudes.

Primero que todo, la OCDE (Organización para la Cooperación y Desarrollo Económico) fue creada en 1961 como una organización de cooperación internacional y actualmente la componen 30 estados. Pero sus fundadores, en los albores de aquella década, tenían una especial característica: además de sus altos o medios altos ingresos, eran naciones con altos estándares de protección social y profundos niveles de democracia. Salvo excepciones como España, en aquel entonces aún bajo el franquismo, la OCDE fue desde su fundación un organismo cuyos miembros tenían como objetivo la consecución de altos niveles de democracia y seguridad social. Entre sus actividades ha estado la promoción del empleo, el crecimiento económico, la calidad de vida en sus países miembros, entre los que está la educación, que se mide periódicamente a través de la prueba de suficiencia PISA (Agencia para la Evaluación Internacional de Estudiantes).

La última ampliación de la OCDE data del 2000, cuando se incorporó Eslovaquia. Antes había ingresado Japón, Australia, Nueva Zelanda y México, entre otros. Pero el 2007 se iniciaron conversaciones bastante serias para una extensión aún mayor del club. Desde entonces, han postulado cinco candidatos, entre los que están -además de Chile- Estonia, Eslovenia, Rusia e Israel. Documentación de la propia OCDE destacan a Chile y Estonia como futuros miembros por contar con estándares de desarrollo financiero, salud, educación, transporte y comercio acordes con los estándares de los países fundadores.

De manera que -como podemos ver- Chile ha dejado atrás el celebrar Tratados de Libre Comercio (por cierto, nuestro país es el que tiene más TLC firmados en todo el mundo) y ha decidido ir un paso más allá y entrar a un selecto grupo de países que también es conocido como el "Club de los países ricos". De manera que con esto, se ratifica que pese a los golpes que nos azotó la crisis económica de septiembre del 2008, esto es un reconocimiento a la labor que se ha venido construyendo. Esto no quiere decir que Chile dejará de firmar TLC, pero que el ingreso a la OCDE, de alguna forma le estampa el "sello de oro" a la labor en materia económica.

La respuesta más obvia respecto a los beneficios que nos traería ser miembro de este selecto grupo, es el prestigio internacional y la posibilidad de establecer metodologías comparadas de medición con países del primer mundo, ya que esto, permitiría que la opinión internacional se pronuncie respecto a qué ámbitos laborales, sociales o medioambientales podría mejorar nuestro país en aras de perfeccionar su desarrollo. Quizás a los más críticos les suene absurdo este argumento, pero los dividendos del reconocimiento internacional son evidentes y no solo le traen beneficios al país, sino que también al gobierno que logra mediante su gestión, la incorporación a este selecto grupo. Como ejemplo, se puede dar el caso de México. El ingreso de México a la OCDE el año 1994 significó para ese país, buena publicidad para el Presidente Ernesto Zedillo. Desde ese punto de vista, no debería extrañar que se manifieste el mismo fenómeno en Chile.

De todas formas, hay que tener claro que ser miembro de la OCDE no implica que un país logre el desarrollo inmediatamente. Lograr el desarrollo bajo el alero de la OCDE implicará una serie de modificaciones en materia de protección social y políticas públicas. Se cree que el ingreso per cápita en Chile para los próximos cinco años -dependiendo de los vaivenes de la crisis- podría llegar a los 20.000 dólares (actualmente estamos en una tasa cercana a los 13.000/14.000). Ello sería suficiente para ingresar a Chile al grupo, ya que México y Turquía, -que son actualmente dos de los países con el PIB per cápita más deficiente en la OCDE- tienen su PIB per cápita del 2008, en el orden de los 14.560 y 13.138 dólares, respectivamente. Sin embargo, éste no es el único índice con el que se mide el desarrollo, Chile tiene deudas pendientes en materia de desigualdad y es un punto en contra que podría repercutirle de forma negativa para sus intenciones de ingresar a este club.

Dice la CEPAL que el ingreso per cápita en Chile se duplicó desde 1990 al 2007, pero el 20 por ciento más rico de la población supera en más de trece veces el ingreso del 20 por ciento más pobre. Si una familia pobre vive o sobrevive con 200 mil pesos al mes, el promedio del grupo de los más adinerados goza de dos millones 600 mil. Una relación que ha ubicado a Chile entre los diez países más desiguales del mundo.

Por lo tanto, Chile si bien es cierto que actualmente tiene las competencias para ingresar, no se debe ser iluso y pensar que somos del primer mundo con el mero ingreso a la OCDE. En ese sentido, se debe tener una mentalidad crítica para pensar que aún en una situación así, hay mucho por hacer en materia de políticas públicas.

De todas formas, en términos prácticos esto consolidará la imagen internacional de Chile, ya que en un eventual ingreso, seríamos el primer país sudamericano y el segundo en toda Latinoamérica en ingresar al grupo. Aún así, diversos analistas han asegurado que el ingreso de Chile a la OCDE no asegura una mayor inversión, pero sí un reconocimiento de que se está avanzando, con matices por cierto, pero avanzando al fin y al cabo.

Por ahora, habrá que esperar el dictamen del comité que dará mañana respecto a nuestra iniciativa de ingreso. Para la mayoría de los connacionales esto deberá mirarse con atención, pero con cautela y humildad al mismo tiempo.

sábado, 5 de diciembre de 2009

Las elecciones bolivianas y el futuro panorama bilateral con Chile

Desde la celebración de los comicios presidenciales en Uruguay del 25 de octubre, América Latina comenzará a experimentar una serie de elecciones presidenciales donde se puede alterar de manera importante el panorama político de la región. Ya fuimos testigos de lo que ocurrió en Uruguay y Honduras -en este último con la gran polémica que todos conocemos- y ahora, es el turno de los bolivianos que para mañana domingo 6 de diciembre deberán escoger un Presidente, un Vice-Presidente y 166 miembros de la futura Asamblea Legislativa Plurinacional, que será el órgano que sustituirá al Congreso, actualmente dominado por la oposición.

Este proceso viene precedido con la aprobación de la Nueva Constitución boliviana aprobada a inicios de este año y que establece en su artículo 168 la posibilidad para un Presidente de optar a la reelección por una sola vez. Evo Morales, quien es actualmente el Presidente de la nación vecina -y por cierto el candidato con la clara ventaja de salir reelecto- podrá hacer uso de ese artículo como si para esta elección, estuviera ejerciendo su primer mandato presidencial. Esto es posible, porque el Movimiento al Socialismo de Bolivia determinó que Morales podrá gozar de ese beneficio porque la Constitución entrará en vigencia desde esta elección en adelante, de manera que Morales -de salir reelecto para mañana domingo- puede perfectamente volver a postular a la presidencia para las elecciones de 2015.

La Carta Magna boliviana fue ampliamente debatida desde su redacción en octubre de 2008, pero finalmente contó con la aprobación necesaria para entrar en vigencia.

Según los sondeos hechos para la carrera presidencial, los analistas coinciden en que Morales claramente se perfila como el vencedor de las elecciones del domingo. El tema no es ver si gana Morales, sino más bien, por cuánto ganará.

La prestigiosa empresa Gallup International, hizo una encuesta a poco más de tres meses de celebrar las elecciones y hasta ese momento, de los ocho candidatos a la presidencia, Evo Morales tenía el 57,7% de las preferencias, seguido por sus contendores de derecha y centroderecha, Manfred Reyes Villa (Partido Plan Progreso para Bolivia) con un 8,7% y Samuel Doria Medina (Unidad Nacional) con un 9,7%, respectivamente. El resto de los candidatos como Román Loayza, Alejo Véliz, René Joaquino, Rimer Choquehuanca y María Flores tienen posibilidades marginales de poder enfrentarse a Morales, por lo que en las mismas encuestas ni siquiera consideran sus porcentajes de adhesión. La carrera presidencial de mañana estará marcada por los tres primeros candidatos, pero que en los casos de Reyes Villa y Doria Medina, tendrán posibilidades casi nulas de hacerle peso a una candidatura de Evo Morales que fue superior a las demás en todos los aspectos. Frente a una oposición fragmentada durante casi toda la campaña presidencial -por no decir toda- es poco probable que puedan derrotar al líder cocalero. Ello, es lo que probablemente nos mostrarán las elecciones de mañana.

Tampoco hay que olvidar que mañana no solo se escogerán los principales cargos de la dirección política de la nación, sino que también ese mismo día, cinco departamentos van por un referendo sobre autonomía y la provincia Gran Chaco (Tarija) se pronunciará sobre su autonomía regional.

Además, doce municipios irán a un referendo por autonomía indígena: Huacaya, Tarabuco, Villa Mojocoya, Charazani, Jesús de Machaca, Chipaya, San Pedro de Totora, Pampa Aullagas, Salinas de Garci Mendoza, Curahuara de Carangas, Chayanta y Charagua.

En rigor: ¿Cómo afectará todo este proceso y especialmente las elecciones presidenciales bolivianas en la relación con nuestro país?

Realmente por lo visto hasta ahora, la relación chileno-boliviana probablemente nunca estuvo mejor desde que se rompieron las relaciones diplomáticas en 1978 y si bien, actualmente las relaciones no son de un carácter diplomático, se han podido emular como tales gracias a la creación de la agenda de trece puntos, que busca un mejoramiento en las relaciones bilaterales con el país altiplánico. En esos trece puntos se busca solucionar el dilema de la mediterraneidad boliviana, el uso de las aguas del Silala, entre otros temas. Francamente, es de esperar que esto se sostenga en el tiempo; pero el panorama no parece ser muy alentador en vista de lo siguiente.

La relación que ahora marque el ámbito bilateral, estará marcada por tres factores íntimamente relacionados.

El primero es el factor Bolivia, ya que una buena parte de la relación bilateral, dependerá del mandatario que esté en Palacio Quemado. Con Evo Morales ya hemos visto que es posible llevar una relación fructífera y -considerar a priori- que salga nuevamente electo, no pareciera tener un mayor revés en el ámbito bilateral.

El segundo factor, es la carrera presidencial de Chile. Nuestra república se ha caracterizado por llevar adelante las relaciones internacionales -y especialmente las vecinales- como una política de Estado. Basándonos en los resultados de las encuestas locales, los tres candidatos con más posibilidades de llegar a La Moneda, han mencionado que pretenden dar un acceso al mar para nuestro vecino país sin ceder soberanía. Claramente algunos con más pragmatismo que otros, pero todos coinciden en ese punto.

Finalmente el tercer factor -y a la vez el más decisivo- es la demanda marítima peruana ante la Corte de La Haya. Por más que se insista en que la demanda es un problema entre Chile y Perú, lo cierto es que ésto influirá en la relación fructífera que se venía dibujando en las relaciones chileno-bolivianas. Si el resultado en la Corte nos fuera adverso, Bolivia seguirá intentando obtener su mediterraneidad en costas chilenas. Además, este punto dejará en signo de interrogación la forma de cómo se aborde la mediterraneidad boliviana tanto en el gobierno chileno como boliviano. Por lo tanto, no se puede saber con certeza cómo nos podrían afectar la suma de estos tres factores.

A primera vista, sólo podremos saludar de manera protocolar el muy probable triunfo de Morales en las urnas. Luego, concentrarnos en la elección que a nosotros nos tocará vivir, pero con la demanda peruana, seguiremos teniendo una piedra en el zapato para mejorar las relaciones vecinales del norte. Si se pensaba que la demanda peruana sería el fin a los conflictos vecinales, estamos equivocados. Esto recién comienza...