sábado, 26 de septiembre de 2009

La crisis de UNASUR

El martes 15 de septiembre se celebró en Quito la última reunión a la fecha de Cancilleres y Ministros de Defensa de la Unión de Naciones Suramericanas. Reunión que para varios analistas dejó un sabor amargo en la búsqueda de una solución para transparentar los alcances del acuerdo de cooperación militar entre Colombia y Estados Unidos -recordemos que Bogotá le ofreció a Washington el uso de siete bases militares para emprender acciones de inteligencia contra el narcotráfico que azota al país cafetero- por lo tanto, este tema ha sido parte de la agenda regional en los últimos dos meses, lo cual ha sido el punto de convergencia del organismo multilateral.

Sin embargo, ya es sabido por todos que este fenómeno despierta una natural preocupación en sus países vecinos por motivos más que evidentes. Primero, las acciones de inteligencia socavan el principio de la soberanía estatal y segundo, persiste la preocupación de que dichas acciones de inteligencia impliquen una acción militar por parte de Colombia para neutralizar campamentos de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia que estén asentadas en las fronteras de sus países vecinos. Basta con recordar que se viene saliendo de una crisis muy seria cuando Colombia en marzo del 2008 atacó un campamento de las FARC en territorio ecuatoriano, dándole muerte a Raúl Reyes uno de los principales líderes del grupo insurgente. En definitiva, este hecho se tradujo en una ruptura de las relaciones diplomáticas entre Quito y Bogotá y donde hasta apenas unos días, sus mandatarios han mostrado la intención de reestablecerlas en octubre.

En fin, una pregunta lógica que nos podríamos hacer para analizar este fenómeno es: ¿Por qué ha costado tanto encontrar consenso en torno a los alcances del acuerdo militar de Colombia con Estados Unidos?. Simple. La UNASUR opera bajo la lógica de la unanimidad, por lo tanto en una subregión que se ha visto fuertemente polarizada con modelos políticos e ideológicos mutuamente excluyentes, resulta lógico que no habrá un entendimiento a nivel regional y menos lo podrá haber, cuando tenemos a dos bloques claramente identificables. Uno, vendrían siendo los países que impulsan el socialismo del siglo XXI y el otro, los países que impulsan un modelo democrático liberal, donde encontramos claramente a Perú, Colombia y en cierta medida a Chile.

Esta falta de consenso, se ha traducido en reuniones ya bastante frecuentes para tratar el tema. Se discutió en su momento en la Cumbre de Presidentes de la UNASUR realizada en Quito, luego en la reunión de Bariloche y ahora la que estamos analizando. Por lo tanto, esto ha generado bastante incertidumbre, porque se están haciendo constantemente este tipo de reuniones donde se ve a cada Estado dando su postura, pero donde no se consigue un consenso concreto sobre las resoluciones a tomar. Tampoco hay que descuidar el hecho que a Colombia ya le está irritando esta situación, porque ven que están siendo el tema de centro desde hace bastante tiempo y donde -a juicio de ellos- ya explicaron lo que debían explicar. Ya anunció su Ministro de Defensa, que si ven que la UNASUR centra sus esfuerzos exclusivamente en revisar los alcances del acuerdo militar de su país con Estados Unidos, no descartarán la posibilidad de abandonar el organismo multilateral.

Lo anterior, evidentemente le costaría una baja muy importante a la UNASUR por dos motivos fundamentales. Primero, porque Colombia actualmente se perfila -para bien o para mal- como uno de los miembros que implican un contrarresto a los intereses bolivarianos en la región y segundo, porque la balanza ideológica al interior de los organismos regionales, agudizará su polarización política. Lo segundo es más interesante de revisar, porque los organismos regionales con una fuerte polarización ideológica pierden legitimidad de acción y actualmente hay dos ejemplos sobre ello. Uno se ve, desde la OEA por la situación en Honduras y el segundo, desde la ONU con la situación en Medio Oriente. En ambos casos, los organismos no han sido -o no han tenido- el suficiente peso como para coercionar una solución definitiva.

En síntesis, ¿Qué nos espera ver en la UNASUR?. Ver en el mediano plazo, qué temas pondrán sobre la mesa y en base a eso, qué acciones tomará Colombia al respecto, ya que se insiste: lo peor que le podría pasar a un organismo regional como la UNASUR, sería politizarse e ideologizarse, dejando sin sillas los puestos de reunión, lo cual le restará legitimidad de acción y que por lo tanto, sus resoluciones no tendrán representatividad regional. Será interesante ver cómo progresa este organismo que recién está aprendiendo a caminar y es de esperar, que -bajo este análisis- no se termine ideologizando, como parece ser el caso.

1 comentario:

  1. Lo que me da lata de la UNASUR, ONU, OEA, PS3, CNI, FBI... es que nunca llegan a nada. La otra vez el loquito de Libia en la ONU dejó la patá diciendo que no se había logrado nada en conctreto con estas organizaciones. Yo cacho que falta una vision de estado hacia ese proyecto de hacer esas weas mundiales por parte de organizaciones.

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