La segunda vuelta electoral por los comicios presidenciales que se celebrará mañana en Brasil deberá seguirse con suma atención dentro de la región latinoamericana. En esta elección, absolutamente clave para el futuro político de los brasileños -y por qué no decirlo, también para nuestra región- cerca de 135 millones de electores manifestarán sus preferencias en las urnas para el día de mañana. Pese a que las primeras estimaciones dan como vencedora a Dilma Rouseff -la candidata oficialista- frente al opositor José Serra; aún se prefiere la cautela y el resultado oficial que se entregará para los próximos días. Evidentemente las elecciones presidenciales brasileñas son importantes en un contexto internacional donde Luiz Inácio "Lula" Da Silva trabajó arduamente en sus dos gestiones para posicionar a Brasil en el concierto mundial, con resultados positivos por cierto. Nos interesará revisar dos elementos en esta columna. Primero, ver la evolución de los balotajes en América Latina y segundo, los efectos regionales de una eventual investidura de Rouseff en el Palácio do Planalto, la sede presidencial brasileña.
Desde la década de los setenta hasta antes que se realizaran las elecciones presidenciales en Honduras -como producto del Golpe de Estado que azotó a este último país- en América Latina se habían realizado 27 balotajes o segundas vueltas presidenciales. De éstas, en sólo un tercio ha resultado ser electo el candidato de la segunda preferencia.
Es una conclusión fuerte que nos evidencia que en nuestra región, gran parte de los candidatos presidenciales favoritos sean los que probablemente se impongan para la segunda vuelta de sus países. Así las cosas, el caso brasileño probablemente no será la excepción para el día de mañana y será Rouseff la que se imponga en la primera magistratura del país, marcando un hito importante para la historia brasileña al ser la primera mujer en la presidencia luego de que hayan pasado 35 hombres frente a la jefatura del Estado. A ello, hay una señal política importante que debemos sumar y que tiene que ver con la señal de la ciudadanía brasileña al oficialismo actual. Pese a las deudas estructurales pendientes de Brasil en materia de combate a la pobreza, reducción de la delincuencia y el narcotráfico en las favelas, lo cierto es que hay una aprobación a cómo el sector político de "Lula" ha trabajado estos últimos ocho años la agenda en el frente interno e internacional. Ejemplos nos sobrarían para manifestar esto último, pero dentro de lo más relevante, podemos mencionar el rol que Brasil ha desempeñado en términos regionales para idear y configurar el proyecto político de UNASUR, el lugar que se ha ganado en el frente internacional con la participación creciente en temas como el conflicto árabe-israelí o el dilema nuclear de Irán y finalmente en el frente interno, la buena recepción local que trajo para la población brasileña el saber que Brasil será una futura sede para la realización de las Olimpiadas o el próximo Mundial de Fútbol, que ciertamente despierta interesantes oportunidades para el crecimiento del comercio y turismo locales. Estos son sólo algunos elementos que han hecho de Brasil, un país con un prestigio bien ganado regional e internacionalmente.
Volviendo a los balotajes, mencionábamos que en sólo un tercio de éstos resultaba ser electo el candidato de la segunda preferencia. Un ejemplo claro en esta materia ha resultado ser Perú, ya que en elecciones anteriores ha resultado ser el país que en el corto plazo más se ha repetido este fenómeno. Tenemos el caso de Alberto Fujimori que en 1990 al momento de llegar a la segunda vuelta se presentaba con un poco menos del 25% de las preferencias mientras que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, se presentaba como el favorito con el 27,61% de los votos. Sin embargo, fue Fujimori el que en segunda vuelta se "reacomodó" con los partidos del APRA, haciendo que finalmente se impusiera en la segunda vuelta pese a haber salido en la segunda preferencia.
Este mismo fenómeno político se repitió sólo a dos elecciones presidenciales de aquella ocasión, donde en la segunda vuelta, el actual mandatario peruano Alan García -que también había salido en la segunda preferencia con el 24,3% de los votos- se impuso frente al abanderado del partido político Unión por el Perú, Ollanta Humala -y que capitalizaba la primera preferencia con el 30,6% de los votos-
En definitiva, el balotaje en América Latina es un fenómeno político relevante que debieramos considerar en las elecciones presidenciales regionales. Si esta misma tendencia se repitiera en Perú para los comicios presidenciales del 2011, entonces el país del Rímac también dentro de su historia republicana rompería un hito al traer a la primera mujer para liderar la presidencia, resultando electa Keiko Fujimori, quien -como sabemos- es hija del ex Presidente Fujimori.
Ahora bien, para el caso brasileño sería difícil pensar que el abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña, José Serra -quien viene precedido con un 32,6% de las preferencias- tenga chances para derrotar a Dilma Rouseff, candidata oficialista del Partido de los Trabajadores y que se mantiene como la favorita, habiendo ganado la primera vuelta con un 46,9% de los votos. Es difícil por los mismos motivos que hemos esbozado al comienzo de la columna. En rigor, porque los brasileños están percibiendo que -al menos en la actualidad- el oficialismo ha trabajado de buena manera para un posicionamiento global de Brasil como potencia emergente.
No obstante lo anterior, aunque Rouseff resultara electa como la sucesora de Lula Da Silva, la actual candidata no tendrá una agenda fácil durante su eventual gobierno aún en momentos donde el oficialismo también tiene la mayoría parlamentaria en ambas cámaras, dándole una importante base legislativa.
Esto, porque en primera instancia Rouseff tendrá que mostrar un fuerte liderazgo en lo interno para controlar al narcotráfico y a las oleadas de violencia que azotan en las favelas del país. También, por combatir de forma eficiente a estos flagelos locales en momentos donde se vendrán importantes eventos deportivos a nivel mundial -y que Brasil albergará por cierto- Por lo tanto, será clave contar con un estándar de seguridad que permita un desarrollo ameno de estos magnoeventos. Quizás así se puedan desmentir las primeras acusaciones y escepticismos que se generaron como consecuencia de la elección de este país.
En lo económico y regional, Rouseff tendrá un período de prueba para contrarrestar la imagen de lider casi innata que poseía Lula. En rigor, esto tendrá que apreciarse en las próximas cumbres regionales de la OEA, pero especialmente de la UNASUR donde la actual candidata oficialista deberá mostrar seguridad y el liderazgo que siempre ha mostrado Brasil en materia regional. Avanzar en tecnología también deberá ser una prioridad para su eventual gobierno, ya que Lula se enfocó para competir de igual a igual contra las principales empresas aeronáuticas del mundo. Sólo a modo de ejemplo, Brasil estuvo postulando para ser el tercer principal proveedor aeronáutico detrás de las gigantes empresas como Boeing o Airbus.
Sin duda, en lo internacional será su más grande desafío. Cabría preguntarse cómo se abordarán bajo la administración Rouseff algunos temas latentas de la agenda internacional como Irán -que Lula ya había defendido el derecho de la república islámica a enriquecer uranio y que incluso, se reunió con el Presidente Ahmadineyad en Brasil- en el conflicto árabe-israelí -y que de forma creciente, Brasil ha manifestado su intención de presentarse como un negociador al conflicto-
También en temas como el calentamiento global -y que por cierto, dentro de poco se realizará la próxima cumbre en México- Recordemos que en diciembre de 2009 se avanzó muy poco en la Cumbre de Copenhague, logrando un acuerdo no vinculante entre cuatro potencias y potencias emergentes, donde Brasil era una de ellas. Es claro entonces que durante la administración de Rouseff avanzar en estas materias marcará uno de sus principales ejes en política exterior.
Habrá que ver cómo evoluciona un escenario como el descrito. Por ahora, los brasileños manifestarán sus preferencias mañana mientras los candidatos aún luchan por captar los votos de los indecisos.
Desde la década de los setenta hasta antes que se realizaran las elecciones presidenciales en Honduras -como producto del Golpe de Estado que azotó a este último país- en América Latina se habían realizado 27 balotajes o segundas vueltas presidenciales. De éstas, en sólo un tercio ha resultado ser electo el candidato de la segunda preferencia.
Es una conclusión fuerte que nos evidencia que en nuestra región, gran parte de los candidatos presidenciales favoritos sean los que probablemente se impongan para la segunda vuelta de sus países. Así las cosas, el caso brasileño probablemente no será la excepción para el día de mañana y será Rouseff la que se imponga en la primera magistratura del país, marcando un hito importante para la historia brasileña al ser la primera mujer en la presidencia luego de que hayan pasado 35 hombres frente a la jefatura del Estado. A ello, hay una señal política importante que debemos sumar y que tiene que ver con la señal de la ciudadanía brasileña al oficialismo actual. Pese a las deudas estructurales pendientes de Brasil en materia de combate a la pobreza, reducción de la delincuencia y el narcotráfico en las favelas, lo cierto es que hay una aprobación a cómo el sector político de "Lula" ha trabajado estos últimos ocho años la agenda en el frente interno e internacional. Ejemplos nos sobrarían para manifestar esto último, pero dentro de lo más relevante, podemos mencionar el rol que Brasil ha desempeñado en términos regionales para idear y configurar el proyecto político de UNASUR, el lugar que se ha ganado en el frente internacional con la participación creciente en temas como el conflicto árabe-israelí o el dilema nuclear de Irán y finalmente en el frente interno, la buena recepción local que trajo para la población brasileña el saber que Brasil será una futura sede para la realización de las Olimpiadas o el próximo Mundial de Fútbol, que ciertamente despierta interesantes oportunidades para el crecimiento del comercio y turismo locales. Estos son sólo algunos elementos que han hecho de Brasil, un país con un prestigio bien ganado regional e internacionalmente.
Volviendo a los balotajes, mencionábamos que en sólo un tercio de éstos resultaba ser electo el candidato de la segunda preferencia. Un ejemplo claro en esta materia ha resultado ser Perú, ya que en elecciones anteriores ha resultado ser el país que en el corto plazo más se ha repetido este fenómeno. Tenemos el caso de Alberto Fujimori que en 1990 al momento de llegar a la segunda vuelta se presentaba con un poco menos del 25% de las preferencias mientras que el escritor peruano Mario Vargas Llosa, se presentaba como el favorito con el 27,61% de los votos. Sin embargo, fue Fujimori el que en segunda vuelta se "reacomodó" con los partidos del APRA, haciendo que finalmente se impusiera en la segunda vuelta pese a haber salido en la segunda preferencia.
Este mismo fenómeno político se repitió sólo a dos elecciones presidenciales de aquella ocasión, donde en la segunda vuelta, el actual mandatario peruano Alan García -que también había salido en la segunda preferencia con el 24,3% de los votos- se impuso frente al abanderado del partido político Unión por el Perú, Ollanta Humala -y que capitalizaba la primera preferencia con el 30,6% de los votos-
En definitiva, el balotaje en América Latina es un fenómeno político relevante que debieramos considerar en las elecciones presidenciales regionales. Si esta misma tendencia se repitiera en Perú para los comicios presidenciales del 2011, entonces el país del Rímac también dentro de su historia republicana rompería un hito al traer a la primera mujer para liderar la presidencia, resultando electa Keiko Fujimori, quien -como sabemos- es hija del ex Presidente Fujimori.
Ahora bien, para el caso brasileño sería difícil pensar que el abanderado del Partido de la Social Democracia Brasileña, José Serra -quien viene precedido con un 32,6% de las preferencias- tenga chances para derrotar a Dilma Rouseff, candidata oficialista del Partido de los Trabajadores y que se mantiene como la favorita, habiendo ganado la primera vuelta con un 46,9% de los votos. Es difícil por los mismos motivos que hemos esbozado al comienzo de la columna. En rigor, porque los brasileños están percibiendo que -al menos en la actualidad- el oficialismo ha trabajado de buena manera para un posicionamiento global de Brasil como potencia emergente.
No obstante lo anterior, aunque Rouseff resultara electa como la sucesora de Lula Da Silva, la actual candidata no tendrá una agenda fácil durante su eventual gobierno aún en momentos donde el oficialismo también tiene la mayoría parlamentaria en ambas cámaras, dándole una importante base legislativa.
Esto, porque en primera instancia Rouseff tendrá que mostrar un fuerte liderazgo en lo interno para controlar al narcotráfico y a las oleadas de violencia que azotan en las favelas del país. También, por combatir de forma eficiente a estos flagelos locales en momentos donde se vendrán importantes eventos deportivos a nivel mundial -y que Brasil albergará por cierto- Por lo tanto, será clave contar con un estándar de seguridad que permita un desarrollo ameno de estos magnoeventos. Quizás así se puedan desmentir las primeras acusaciones y escepticismos que se generaron como consecuencia de la elección de este país.
En lo económico y regional, Rouseff tendrá un período de prueba para contrarrestar la imagen de lider casi innata que poseía Lula. En rigor, esto tendrá que apreciarse en las próximas cumbres regionales de la OEA, pero especialmente de la UNASUR donde la actual candidata oficialista deberá mostrar seguridad y el liderazgo que siempre ha mostrado Brasil en materia regional. Avanzar en tecnología también deberá ser una prioridad para su eventual gobierno, ya que Lula se enfocó para competir de igual a igual contra las principales empresas aeronáuticas del mundo. Sólo a modo de ejemplo, Brasil estuvo postulando para ser el tercer principal proveedor aeronáutico detrás de las gigantes empresas como Boeing o Airbus.
Sin duda, en lo internacional será su más grande desafío. Cabría preguntarse cómo se abordarán bajo la administración Rouseff algunos temas latentas de la agenda internacional como Irán -que Lula ya había defendido el derecho de la república islámica a enriquecer uranio y que incluso, se reunió con el Presidente Ahmadineyad en Brasil- en el conflicto árabe-israelí -y que de forma creciente, Brasil ha manifestado su intención de presentarse como un negociador al conflicto-
También en temas como el calentamiento global -y que por cierto, dentro de poco se realizará la próxima cumbre en México- Recordemos que en diciembre de 2009 se avanzó muy poco en la Cumbre de Copenhague, logrando un acuerdo no vinculante entre cuatro potencias y potencias emergentes, donde Brasil era una de ellas. Es claro entonces que durante la administración de Rouseff avanzar en estas materias marcará uno de sus principales ejes en política exterior.
Habrá que ver cómo evoluciona un escenario como el descrito. Por ahora, los brasileños manifestarán sus preferencias mañana mientras los candidatos aún luchan por captar los votos de los indecisos.