Después de diez años de búsqueda, finalmente Estados Unidos logró abatir al terrorista más buscado de todos los tiempos y acusado de ser el responsable -al menos logísticamente hablando- de haber perpetrado el mayor ataque en suelo estadounidense. Evidentemente, esto trae consigo un enorme costo humano, económico y material para el gigante del norte, pero sin duda, la satisfacción política y militar después de un arduo trabajo de inteligencia -y que muchas veces también se vio opacado con numerosas bajas en sus agentes- parece justificar todos los medios empleados. Una visión bastante cercana a la real politik.
Se pueden sacar varias lecturas e interpretaciones de este hecho. Para algunos, el fin de Bin Laden puede ser el sinónimo del fin de Al Qaeda, en la medida que el movimiento terrorista perdería un importante soporte logístico que le permita emplear las operaciones de hostigamiento a las fuerzas occidentales asentadas en los principales frentes de batalla en Medio Oriente, donde Irak y Afganistán serían dos ejemplos claros. Pero para otros más escépticos, el fin del hasta hace poco, líder de Al Qaeda no representa en lo inmediato un fin de lo que conocemos como "la guerra contra el terrorismo". Esto es lógico si consideramos que la muerte de Osama Bin Laden, nuevamente viene a generar un efecto "martirizador" en la Jihad islámica, generando una legitimación de los aspectos motivacionales de lucha contra las ocupaciones occidentales. Decimos "nuevamente", porque un fenómeno similar se vio el 2006 con la captura y ejecución de Saddam Hussein. La muerte del ex Presidente de Irak también generó esa imagen de mártir, que en no pocas ocasiones alimentó las motivaciones de los movimientos ligados a Al Qaeda en el país que eran responsables de los ataques con coches bomba principalmente a los convoyes estadounidenses. Si bien la muerte de Bin Laden representa una victoria militar para Estados Unidos, no representa necesariamente una derrota para Al Qaeda, ya que como hemos mencionado, esto podría generar las bases para legitimar o más bien "re-legitimar" su convicción de lucha. En otras palabras, lo que Estados Unidos interpreta como una victoria militar, Al Qaeda y sus movimientos afines lo interpretarán como una victoria política.
La muerte de Bin Laden también va a evidenciar desde ahora cuáles son y serán las reales capacidades operativas de Al Qaeda. El nuevo líder de este movimiento será Aymán Al-Zawahiri, el médico egipcio que hasta hace poco era el segundo hombre más buscado de Al Qaeda, sólo siendo superado por el mismo Osama. Al-Zawahiri, de una postura tan radical como Bin Laden fue el que ordenó, organizó y planificó una serie de atentados, el primero de ellos siendo ejecutado con éxito en 1981 y que le dio muerte al Presidente egipcio de aquel entonces, Anwar El-Sadat.
La nueva figura del líder de Al Qaeda, será el responsable de reordenar y planificar los nuevos ataques del movimiento terrorista, algo que no debería costar mucho teniendo en cuenta la vasta experiencia de Al-Zawahiri en lo que a atentados se refiere. En otras palabras, lo que está sucediendo con Al Qaeda, podemos calificarlo como el cierre de un ciclo, pero en ningún caso, se refiere al fin del terrorismo. La eliminación de este fenómeno, no sólo requiere de una respuesta militar. Así como el mismo terrorismo es un fenómeno multidimensional, la campaña en su contra debe aplicarse con la misma lógica.
Para algunos, son varios los elementos del poder nacional los que deben utilizarse para hostigar y derrotar al terrorismo, como por ejemplo, la diplomacia, las sanciones económicas o la inteligencia. En palabras de Paul Pillar -un veterano con 28 años de servicio en la CIA y actual Profesor en la Universidad de Georgetown en estudios sobre temas de seguridad- diría que "cada herramienta que se usa en la lucha contra el terrorismo tiene algo que contribuir, pero también tiene límites importantes en lo que se puede lograr. Por lo tanto, el antiterrorismo, requiere usar todas las herramientas disponibles, porque ninguna de ellas sola puede realizar la tarea".
Nuevamente queremos reafirmar que la muerte de Bin Laden en ningún caso podría interpretarse como el fin de Al Qaeda, sólo podemos interpretarlo como el cierre de un ciclo, como la imagen de un líder que se mantuvo durante buen tiempo en la agenda de los servicios de inteligencia, pero que su importancia ya no es prioritaria ya que otros vendrán en el futuro cercano. No sólo podría ser Aymán Al Zawahiri -que ya ostenta la figura de líder de Al Qaeda- sino que eventualmente puede ser Anwar Al-Awlaki -el clérigo yemení que llamó a "matar estadounidenses" en Yemen y el resto de los países de la región- o bien, pueden ser muchos más que se reclutarán con el tiempo. Derrotar al terrorismo de Al Qaeda será un trabajo arduo -para algunos imposible en el futuro inmediato- ya que las fuentes de financiamiento que tienen estos grupos son casi imposibles de monitorear debido a su complejidad, diversidad y alcance.
Estados Unidos tendrá que adoptar una posición defensiva desde ahora. Si por diez años se mantuvo en una constante ofensiva en Medio Oriente, no sabemos concretamente por cuánto tiempo ahora tendrá que replegarse para evitar ataques no sólo en su territorio, sino que contra cualquier objetivo estadounidense en los países árabes. Habría que preguntarse qué giro podría tomar ahora la lucha contra el terrorismo. Ahora que terminó un fin casi moral para dar con la muerte o captura de Bin Laden, ¿qué medidas tomará Estados Unidos para hostigar a Al Qaeda? ¿se le dará mayor énfasis a la inteligencia y menor énfasis al componente militar o quizás se mantendrá una política militar ofensiva contra el movimiento terrorista en los países del Medio Oriente?. Si ahora Aymán Al-Zawahiri pasó a ser el líder de Al Qaeda, ¿habrá que esperar hasta que se le dé la baja a él?.
Al parecer, la muerte de Bin Laden, nos deja más preguntas que respuestas, porque lo único que está claro, es que con lo acontecido podemos entender que Bin Laden sólo era una imagen, un vocero del terrorismo global. Si bien Bin Laden era una figura importante para Al Qaeda, no era el movimiento mismo, ya que la motivación de lucha está en cimientos políticos, sociales y religiosos, algo que sin duda, trasciende las fronteras, pero también las personas.
Se pueden sacar varias lecturas e interpretaciones de este hecho. Para algunos, el fin de Bin Laden puede ser el sinónimo del fin de Al Qaeda, en la medida que el movimiento terrorista perdería un importante soporte logístico que le permita emplear las operaciones de hostigamiento a las fuerzas occidentales asentadas en los principales frentes de batalla en Medio Oriente, donde Irak y Afganistán serían dos ejemplos claros. Pero para otros más escépticos, el fin del hasta hace poco, líder de Al Qaeda no representa en lo inmediato un fin de lo que conocemos como "la guerra contra el terrorismo". Esto es lógico si consideramos que la muerte de Osama Bin Laden, nuevamente viene a generar un efecto "martirizador" en la Jihad islámica, generando una legitimación de los aspectos motivacionales de lucha contra las ocupaciones occidentales. Decimos "nuevamente", porque un fenómeno similar se vio el 2006 con la captura y ejecución de Saddam Hussein. La muerte del ex Presidente de Irak también generó esa imagen de mártir, que en no pocas ocasiones alimentó las motivaciones de los movimientos ligados a Al Qaeda en el país que eran responsables de los ataques con coches bomba principalmente a los convoyes estadounidenses. Si bien la muerte de Bin Laden representa una victoria militar para Estados Unidos, no representa necesariamente una derrota para Al Qaeda, ya que como hemos mencionado, esto podría generar las bases para legitimar o más bien "re-legitimar" su convicción de lucha. En otras palabras, lo que Estados Unidos interpreta como una victoria militar, Al Qaeda y sus movimientos afines lo interpretarán como una victoria política.
La muerte de Bin Laden también va a evidenciar desde ahora cuáles son y serán las reales capacidades operativas de Al Qaeda. El nuevo líder de este movimiento será Aymán Al-Zawahiri, el médico egipcio que hasta hace poco era el segundo hombre más buscado de Al Qaeda, sólo siendo superado por el mismo Osama. Al-Zawahiri, de una postura tan radical como Bin Laden fue el que ordenó, organizó y planificó una serie de atentados, el primero de ellos siendo ejecutado con éxito en 1981 y que le dio muerte al Presidente egipcio de aquel entonces, Anwar El-Sadat.
La nueva figura del líder de Al Qaeda, será el responsable de reordenar y planificar los nuevos ataques del movimiento terrorista, algo que no debería costar mucho teniendo en cuenta la vasta experiencia de Al-Zawahiri en lo que a atentados se refiere. En otras palabras, lo que está sucediendo con Al Qaeda, podemos calificarlo como el cierre de un ciclo, pero en ningún caso, se refiere al fin del terrorismo. La eliminación de este fenómeno, no sólo requiere de una respuesta militar. Así como el mismo terrorismo es un fenómeno multidimensional, la campaña en su contra debe aplicarse con la misma lógica.
Para algunos, son varios los elementos del poder nacional los que deben utilizarse para hostigar y derrotar al terrorismo, como por ejemplo, la diplomacia, las sanciones económicas o la inteligencia. En palabras de Paul Pillar -un veterano con 28 años de servicio en la CIA y actual Profesor en la Universidad de Georgetown en estudios sobre temas de seguridad- diría que "cada herramienta que se usa en la lucha contra el terrorismo tiene algo que contribuir, pero también tiene límites importantes en lo que se puede lograr. Por lo tanto, el antiterrorismo, requiere usar todas las herramientas disponibles, porque ninguna de ellas sola puede realizar la tarea".
Nuevamente queremos reafirmar que la muerte de Bin Laden en ningún caso podría interpretarse como el fin de Al Qaeda, sólo podemos interpretarlo como el cierre de un ciclo, como la imagen de un líder que se mantuvo durante buen tiempo en la agenda de los servicios de inteligencia, pero que su importancia ya no es prioritaria ya que otros vendrán en el futuro cercano. No sólo podría ser Aymán Al Zawahiri -que ya ostenta la figura de líder de Al Qaeda- sino que eventualmente puede ser Anwar Al-Awlaki -el clérigo yemení que llamó a "matar estadounidenses" en Yemen y el resto de los países de la región- o bien, pueden ser muchos más que se reclutarán con el tiempo. Derrotar al terrorismo de Al Qaeda será un trabajo arduo -para algunos imposible en el futuro inmediato- ya que las fuentes de financiamiento que tienen estos grupos son casi imposibles de monitorear debido a su complejidad, diversidad y alcance.
Estados Unidos tendrá que adoptar una posición defensiva desde ahora. Si por diez años se mantuvo en una constante ofensiva en Medio Oriente, no sabemos concretamente por cuánto tiempo ahora tendrá que replegarse para evitar ataques no sólo en su territorio, sino que contra cualquier objetivo estadounidense en los países árabes. Habría que preguntarse qué giro podría tomar ahora la lucha contra el terrorismo. Ahora que terminó un fin casi moral para dar con la muerte o captura de Bin Laden, ¿qué medidas tomará Estados Unidos para hostigar a Al Qaeda? ¿se le dará mayor énfasis a la inteligencia y menor énfasis al componente militar o quizás se mantendrá una política militar ofensiva contra el movimiento terrorista en los países del Medio Oriente?. Si ahora Aymán Al-Zawahiri pasó a ser el líder de Al Qaeda, ¿habrá que esperar hasta que se le dé la baja a él?.
Al parecer, la muerte de Bin Laden, nos deja más preguntas que respuestas, porque lo único que está claro, es que con lo acontecido podemos entender que Bin Laden sólo era una imagen, un vocero del terrorismo global. Si bien Bin Laden era una figura importante para Al Qaeda, no era el movimiento mismo, ya que la motivación de lucha está en cimientos políticos, sociales y religiosos, algo que sin duda, trasciende las fronteras, pero también las personas.